Por años han sentido que no reciben el apoyo que merecen por parte del Estado, cuando son uno de los sectores de la economía más importantes del país. Sin su labor, constancia y esfuerzo, en las ciudades las alacenas estarían vacías y sobre el comedor no habría alimentos.
Los productores del campo son héroes anónimos que ha mostrado la pandemia de coronavirus. En medio de la crisis sanitaria, salen con el sol y el azadón al hombro a seguir cultivando la tierra y a recoger las cosechas para enviar a las urbes.
Said Sánchez Rodríguez es uno de los agricultores que, desde la vereda Mesallana de San Calixto, en el Catatumbo, no deja de trabajar. Su labor es doble, pues además lidera la asociación de productores Apromesallana, que agrupa a 280 productores de ocho sectores y cosechan principalmente cebolla y el fríjol.
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“En esta pandemia estamos trabajando normalmente, no vamos a parar, tenemos la restricción de no poder viajar a las ciudades. Un solo chofer lleva todos los productos a Ocaña, los vende y él mismo se encarga de comprar la comida y los insumos”, indicó Sánchez.
Aseguró que de la zona en la que trabaja sale el sustento de unas 500 familias, pues hay muchos obreros, dueños de fincas y trabajadores que viven del transporte de productos.
Asimismo, reconoció que la COVID-19 los llevó a tomar medidas de bioseguridad, como no trabajar en grupos grandes y no visitarse entre ellos. “Cada quien está en su finca produciendo”.
Abel Antonio Ríos, agricultor de El Carmen, destacó que por estas semanas está produciendo frijol tomate y las cosechas son llevadas a Ocaña “poco a poco” por las restricciones que hay. “La misma finca produce la comida que necesitamos y de esa manera nos estamos sosteniendo mientras esa vaina pasa, a ver si volvemos a trabajar en la forma en la que íbamos”.
Wilmar Rangel, productor y presidente de la Federación de Productores del Catatumbo y Provincia de Ocaña (Fedeprocap), la cual tiene 2.400 integrantes del sector agropecuario, no escatimó su satisfacción al decir que ellos son “el motor de un país”, debido a que gracias a su labor surten de alimentos a los habitantes.
Vive en la vereda El Torno de El Carmen, en donde nació, fue criado y aprendió a labrar la tierra. Es tecnólogo en Administración de Empresas Agropecuarias, con especialización tecnológica en Extensión Rural y Asistencia Técnica Agropecuaria, lleva 15 años dedicados al liderazgo social y también es presentante de Asprosema.
“Acá, en el campo, vivimos de lo que producimos, somos autosostenibles. Lamentablemente, en esta situación de emergencia vemos que no nos han tenido en cuenta para los temas de apoyar la producción. Cada uno de nosotros tiene deudas en los bancos, hay alza en los precios de los insumos, los precios de los productos no han mejorado; supuestamente con el cierre de las fronteras todo iba a ser mejor, pero estamos produciendo casi que igual”, manifestó.
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Destacó que sus vidas también cambiaron, por más de que estén alejados de los focos del coronavirus, debido a que tampoco pueden salir de sus fincas e ir al pueblo y a la ciudad. Agregó que existe la preocupación de que se pueda presentar algún caso de COVID -19 en la zona rural.
Una mirada del Gobierno más allá de la pandemia
“Ojalá que, después de que esto pase, el Gobierno ponga los ojos en el campo, porque en esta pandemia nosotros no paramos. Si paralizáramos las labores del campo no habría nada que llevar a la ciudad. Por eso vamos a seguir trabajando haya virus o no”, expresó Said Sánchez Rodríguez.
Afirmó que es necesaria más inversión en el sector agropecuario, porque los campesinos han estado “muy abandonados” por las autoridades gubernamentales. “Se puede tener el oro o la plata que sea, pero si no tenemos comida estamos jodidos”.
Para Wilmar Rangel, a futuro, la mirada debe ser hacia el campo, porque queda demostrado que es un sector fundamental.
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“Convivir” con el virus
Los líderes campesinos concuerdan que, tras dos meses de emergencia, la COVID-19 seguirá presente y habrá que aprender a “convivir” con ella mientras sale la vacuna. Said Sánchez cree que esto pasará pronto y que las zonas como el Catatumbo, en donde han vivido situaciones difíciles, se van a levantar nuevamente.
“Añoramos volver a ver a nuestros familiares y tenemos la fe en Dios que esto pasará. Que sirva de reflexión para aprender a valorar nuestra tierra, nuestra familia y nuestra propia gente, porque muchas veces nos olvidamos de todo eso”, añadió.
Mientras que Abel Antonio Ríos recalcó que la crisis generada por la pandemia nadie la espera y solo espera que se solucione pronto.
Wilmar Rangel, presidente de la Fedeprocap, sostuvo que “tenemos que aprender a vivir con esta situación”, pues el virus “llegó para quedarse”. “Tenemos que llevarlo entre nosotros convivir con esto”.
Rangel dejó claro que seguirán trabajando por la nación, para brindar sus productos a los ciudadanos y “lograr salir adelante con la ayuda de todos y de Dios”, sin dejar a un lado las medidas de bioseguridad para no ser afectados por la pandemia.
