Le faltó poco para llegar a ocupar una curul en la Asamblea de Norte de Santander en las elecciones del pasado 27 de octubre. Con el aval del Partido Liberal decidió meterse en la política, logrando 12.224 votos. Pese a la derrota, la experiencia adquirida durante la campaña la llevó a mantenerse en el servicio por los más vulnerables y creó la Fundación La Renovación en sus Manos.

Isabel Cristina Torrado Andrade, una ingeniera industrial, especialista en Seguridad y Salud en el Trabajo y empresaria de Cúcuta, considera que no hace falta tener un cargo político para servir a las comunidades más necesitadas y por eso ha mantenido la labor social, a la par con las funciones que cumple en su compañía Bolsas Green T.

Ha pasado gran parte de la cuarentena nacional decretada por el presidente Iván Duque, para frenar el coronavirus, en la fábrica y recorriendo algunos centros médicos, debido a que, como un aporte para combatir la pandemia, viene elaborando unas bolsas que sirven de protección al personal de la salud.

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Fundas para pacientes con COVID-19, para el momento que requieran intubación. Estos son los elementos de seguridad que viene produciendo con apoyo de la empresa y de la fundación, las cuales está distribuyendo en hospitales y clínicas, sin ningún costo.

Risueña, con un semblante de cansancio, pues han sido días de trabo arduo, Torrado da gracias a Dios, pues una semana antes de comenzar la crisis La Renovación en sus Manos recibió el Número de Identificación Tributaria (NIT).

“Se venían haciendo jornadas de salud con médicos voluntarios y otras labores con abogados voluntarios, también apoyando el trabajo de otras fundaciones, como lo fue el proyecto de las 16 casas prefabricadas que se donaron. Y en este momento el Señor -Dios- nos regala la oportunidad de ayudar a las clínicas y hospitales”, expresó.

Manifestó que la idea de hacer los forros plásticos para pacientes críticos con insuficiencia respiratoria (con las donaciones de Bolsas Green T, también propiedad su esposo Jorge Damián Contreras) nació de las médicas Claudia Castellanos y Angélica Barba, especialistas del Hospital Universitario Erasmo Meoz, quienes se valieron de un modelo usado en otros países.

“La funda fue probada en el centro de investigación del hospital y ellas me preguntaron si era posible hacerla. Empezamos a convocar a los voluntarios de la fundación y la bolsa se empezó a producir con cuatro empleados, comprobando que sí era posible su fabricación”.

Luego, comenzaron a contactar a todas las cínicas y hospitales de Cúcuta, Ocaña y Ábrego para hablarles sobre la iniciativa y la posibilidad de entregarles este implemento. 

Pero no fue fácil iniciar pues no se conseguían los insumos, debido al cierre de los comercios por la medida de aislamiento social obligatorio. La organización recibió donaciones de hilo y un almacén le abrió sus puertas para venderle 30 kilos de caucho.

La empresaria sostuvo que la protección de galenos y enfermeras es fundamental y esta funda busca garantizárselo. Han distribuido más de 1.300 en el Meoz y las clínicas de la ciudad, así como  en Ocaña y en Fundación (Magdalena).

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Detrás de esta bonita labor hay capital humano de más de 40 personas.

“Están dispuestas todas nuestras operarias, nuestros empleados de Bolsas Green T, las esposas de ellos y sus familiares, que nos han apoyado cien por ciento, cada una de ellas se puso una meta de 10 bolsas diarias en costura, esto fue una locura. ¡Las gracias totales!”, agregó Isabel Torrado.

Sin embargo, su deseo es que no haya necesidad de usar este implemento o que “ninguno de nosotros o de nuestros” seres queridos pasen por una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) y deban utilizarlo. 

“Que Dios nos cubra con sus santa sangre y el manto de la Santísima Virgen, para no tener que usarla, no importa desecharla”, sentenció.

En un pequeño paréntesis, mientras daba los detalles de la iniciativa social, la ocañera resaltó que la compañía también continúa activa, para evitar que se agote en el mercado la existencia de bolsas rojas para recolección de residuos en instituciones médicas.

“Me expongo, pero muchos médicos van a recibir protección”

Cada minuto que dedica Isabel Torrado, junto con sus voluntarios y trabajadores, a la fabricación y entrega de estas fundas va acompañado con una oración a Dios, pidiéndole además que no sean necesarias 

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Su mayor miedo al regresar a casa es llegar contagiada con coronavirus. Sus cuatro hijos, entre ellos unos gemelos, son su mayor preocupación, al igual que su esposo, quien padece diabetes.

“Cuando llego me quito los zapatos y la ropa y corro al baño, pero siento que lo espiritual está de por medio y que Dios me protege en cada salida. Igual, trato de no exponerme. Me han ayuda mucho unos domiciliarios de una empresa que ha sido muy generosa conmigo”.

Sobre los riesgos que existen al no cumplir el asilamiento social para llevar a cabo esta iniciativa, Isabel recalcó que “hay que hacerlo”. “De pronto me expongo yo, pero van a haber muchos médicos que van a recibir protección por intermedio de esta labor que estamos haciendo”.

La directora de la fundación La Renovación en sus Manos afirmó que en estas circunstancias han quedado atrás colores políticos, religiones, razas y cualquier tipo de diferencia. Para Torrado, la situación se ha convertido también en momento de recogimiento en familia y de reflexión. 

“No solo podemos ver las cosas como malas, sino también como una experiencia. Cada día se aprende, cada día miro a mis hijos de otra manera. Tengo unos gemelos de tres años y uno de ellos me dice cada vez que me ve salir: ‘mamita, te vas, ¿y el coronavirus?’. Eso obviamente parte el alma”, profirió un poco pensativa.

No bastante, es su familia la que la motiva a aportar su ayuda en esta guerra contra un enemigo invisible, y por esa razón que Isabel Torrado, junto a su equipo, se convierte en una heroína anónima en esta crisis, quien finalizó la entrevista con la siguiente frase sobre la emergencia por la COVID-19: “aprende uno a  ver los empleados de otra manera y a tener más responsabilidad social”.