Con una voz suave, a veces entrecortada, y una apariencia de tranquilidad, esta mujer de 37 años, se encarga de una de las tareas vitales en la emergencia de la COVID-19, que enfrenta la ciudad: organizar las áreas y rutas de atención al paciente pediátrico.
Angélica María Barba Rueda, médica pediatra especializada en Neumología, hace parte de los héroes que integran la primera línea de atención a los enfermos en el Hospital Erasmo Meoz (Huem) de Cúcuta, y quien, por sus conocimientos, se convierte en una de las profesionales más idóneas para atender la pandemia del coronavirus.
Sus días, antes de esta emergencia de salud, se repartían entre la atención de pacientes en la clínica Medical Duarte, el Huem y su consultorio privado.
Le puede interesar “Es una guerra en la que no sabes quién te está disparando”
Sin embargo, en el momento en que el país tomó las medidas para enfrentar el virus, Barba tuvo que poner en una balanza sus prioridades y decidió dedicarse cien por ciento al hospital, pues es donde “podrían llegar pacientes más críticos” y en mayor cantidad.
La doctora Barba inicia sus días muy temprano, pues a las 7:00 de la mañana, o antes, debe estar en el hospital, participando en comités de preparación para la emergencia. Debe ejecutar las rutas y planes para la atención de pacientes, desarrollar los protocolos de seguridad para evitar el contagio de sus colegas y el suyo y coordinar, junto a los demás profesionales de la salud, ingenieros y administrativos, la manera más efectiva de ganarle el tiempo al pico de la pandemia.
Garantizar la atención a los enfermos, cuando estos empiecen a llegar a sus instalaciones, que aún están en fase de construcción y que esperan estén listas para las semanas más complejas, es lo el objetivo principal.
Aunque la mayor parte de su tiempo ahora la cobijan actividades de necesidad para la ciudad, la neumóloga reconoce que los menores a los que atendía por problemas respiratorios también requieren de su cuidado.
Además, los papás se encuentran alarmados por cualquier síntoma como tos, secreción nasal o fiebre que los niños puedan presentar y la contactan de diferentes maneras haciendo que su trabajo se traslade a la telemedicina, recurso que jamás reemplazará a una consulta presencial, pero que en momentos como estos es de gran ayuda para guardar la calma y prevenir que el sistema de salud colapse.
Su cara, sus movimientos corporales y el tono de su voz dan cuenta de las largas jornadas de trabajo que ha tenido que sobrellevar durante todos estos días. Por eso, cuando La Opinión indagó sobre el cambio de su vida personal desde el momento de la emergencia, sus ojos se cubrieron de lágrimas y fue inevitable el llanto.
Vea Cuando no es enfermera ayuda a fabricar batas quirúrgicas y overoles
Pese a estar preparada para lo que viene, nadie, ni siquiera los médicos, estaba listo para enfrentar de un día para otro los retos que trae consigo el aislamiento social obligatorio, los miedos de perder a un ser querido y, por qué no, el temor a convertirse en un paciente infectado por COVID-19.
Dentro de los mayores miedos para esta cucuteña está la situación de salud de sus familiares, en especial de sus padres, quienes son personas mayores, lo que los convierte en uno de los grupos poblacionales de riesgo frente al contagio.
Aunque no lo expresa abiertamente, sus lágrimas demuestran el temor que no solo ella, sino todas las personas, siente al pensar que uno de sus seres queridos haga parte de las cifras de contagiados y termine usando las instalaciones que adecúan en el Meoz, o peor aún, que esté entre las víctimas mortales.
Angélica sostiene que su papá también es médico y ha logrado llevar este momento con calma, aunque se encuentra aislado.
No obstante, su mamá no tiene la misma entereza y se ha visto más afectada con la pandemia, pues la angustia a veces la supera, sobre todo por la sobreinformación que se encuentra en redes sociales y en los medios de comunicación.
Por esta razón, y para tratar de alivianar los vacíos afectivos de la ausencia física, las llamadas se han convertido en el canal para tranquilizar, recargar, informar y, sobretodo, estrechar el vínculo familiar.
La galena cuenta que todos los días, aparte de las llamadas, en donde su madre aprovecha para darle recomendaciones sobre el lavado de manos, cambio de ropa, uso de tapabocas, entre otros, ella va hasta el lugar donde sus progenitores viven para llevarles provisiones, para que no tengan que salir de su hogar.
“La cuarentena es estar dentro de la casa, no en las zonas sociales, no afuera. Es adentro a puerta cerrada”, enfatiza la neumóloga.
De otro lado, su labor demanda unos temores particulares y enfrentarlos es una tarea diaria en la que la mente necesita ser alimentada con la responsabilidad de salvar las vidas de las personas, que sin lugar a duda, empezarán a llegar en las próximas semanas.
Según las palabras de Angélica, el compromiso que ha adquirido frente a sus colegas es inmenso, pues estos confían en los conocimientos de todo el equipo encargado de organizar las rutas de atención y espera “darles todas las medidas de seguridad”.
“Sentimos miedo, creo que todos hemos llorado, pero pensamos en los pacientes, creo que todos fuimos entrenados para salvar vidas y pensamos en eso”, repite Angélica casi como un mantra que con el que intenta sacar fuerza para afrontar el reto cuando los pacientes empiecen a llegar.
Ella y todos sus colegas esperan que cuando llegue el momento de activar los protocolos por los que han pasado noches en sin dormir, los pacientes no lleguen tan complicados y que en medio de la atención y el esfuerzo por conservar la vida de los enfermos, ellos no terminen infectados también y resulten ser una baja fundamental para el sistema de salud cucuteño.
Barba siempre piensa en sus pacientes neumológicos e intentando mantenerse en pie, sabe que los niños y sus colegas pediatras la pueden necesitar, esto es lo que la mueve y le da fuerzas para mantenerse firme y para olvidarse de los miedos y angustias que pueda tener.
Finalmente, para estos médicos no existe un solo momento del día en que la pandemia originada por el coronavirus deje de estar presente. Pues, aunque tienen grupos de contingencia en donde se brindan apoyo, estos funcionan más para aprender, leer y documentarse sobre la situación que se vive en otros países, todo para tratar de que al llegar la hora cero para atender pacientes en la ciudad, puedan tener los recursos y conocimientos que les permitan reducir en gran medida la pérdida de vidas y lograr sacar adelante a la mayoría de infectados.
La médico pediatra subraya que la mejor manera de que los ciudadanos agradezcan a médicos y enfermeras por su trabajo y los apoyen es quedándose en casa, para evitar que los contagios sean los menos posibles.