En agosto de 2016, después de descartar a La Angalia, el Gobierno y las Farc anunciaron que Caño Indio, otra vereda de Tibú ubicada a una hora y media del caso urbano, sería la elegida para concentrar a la guerrilla y preparar su tránsito a la vida civil.

Hasta entonces, esta apartada zona de Norte de Santander, enclavada en las entrañas del Catatumbo, figuraba en el anonimato y pocos eran conocedores de la realidad que la rodea desde hace más de 30 años, cuando fue creada.

Aunque el Gobierno fue claro en que algunas de las principales condiciones para el funcionamiento de las Zonas Veredales Transitorias de Normalización era que contaran con servicios públicos, vías de acceso, no hubiera presencia de cultivos ilícitos y tampoco estuvieran cerca de la frontera, ninguna de estas características las cumplía Caño Indio.

De hecho, hoy, en pleno siglo XXI, las 52 familias que habitan el lugar no saben lo que es usar un electrodoméstico y el día termina cuando la luz del sol se extingue. Lo mismo ocurre con el agua potable, pues para poder abastecerse del líquido deben recurrir a los caños que rodean la zona.

La vía que los comunica fue construida gracias a los esfuerzos de la misma comunidad y sus propias iniciativas.

Sin embargo, su mayor amenaza hoy son los cultivos ilícitos que abundan a lo largo y ancho de los 24 kilómetros cuadrados por los que se extiende la vereda y otras que se encuentran aledañas, como Chiquinquirá, Palmeras Mirador y  Progreso 2.

Sus comunidades aseguran que aunque saben que es un negocio ilegal, a eso es a lo que los ha confinado el Estado, ante el abandono en que los tiene.

No obstante, esta no es una realidad solo de Caño Indio, sino del Catatumbo en general, que desde hace varias décadas ha sido testigo y protagonista a la vez de un conflicto que se ha ido agudizando poco a poco, por cuenta del negocio del narcotráfico y la lucha de los grupos armados ilegales.

Por eso, aunque la esperanza está cifrada en lo que pueda venir tras el desarme de las Farc, los habitantes de la zona veredal y de los demás municipios a los que la guerra ha golpeado con crudeza, saben que en el territorio las amenazas y los riesgos se mantienen, pues esa guerrilla no es la única que hace presencia en la región y la disputa por los cultivos ilícitos ahora es más fuerte.

La dura realidad que rodea a Caño Indio

Ante la llegada del proceso de desmovilización de las Farc y la instalación de las zonas veredales, la Fundación Ideas para la Paz elaboró un informe en el que analizó de manera detallada el entorno de los sitios en los que se concentrará la guerrilla durante los próximos seis meses, para cumplir con el desarme, y los riesgos que los rodean.

Uno de los casos en los que se puso especial énfasis fue Caño Indio, dadas las características del lugar y la radiografía que registra hoy el Catatumbo.

De acuerdo con la Fundación, existen, por lo menos, cinco variables que se deben tener en cuenta para establecer el nivel de riesgo en el que están las zonas. Ellas son:

- Presencia de otros grupos armados y crimen organizado.
- Continuidad de economías criminales (narcotráfico y minería ilegal).
- Corredores de narcotráfico.
- Cercanía con zonas de frontera.
- Presencia de disidencias (declaradas o potenciales) y desertores.

Partiendo de esta realidad, la situación de Norte de Santander resulta ser una de las más complejas, puesto que todas estas condiciones se hacen presentes en los municipios del Catatumbo, incluido Tibú, en donde se ubica la zona veredal.

“El entorno de Caño Indio, la vereda de la ZVTN que se instalará en el municipio de Tibú, se caracteriza por la presencia de los frentes Capitán Parmenio y Luis Enrique León Guerra del Eln, el Epl y la influencia indirecta de grupos de crimen organizado como las AGC o ‘Clan del Golfo’ y ‘Los Rastrojos’”, advierte el informe de la Fundación Ideas para la Paz.

Y aunque señala que no es claro si todos los grupos tendrán el interés de ocupar los espacios que dejarán las Farc, sí llama la atención sobre el Epl, el reducto de esa guerrilla al que las autoridades denominan ahora ‘Los Pelusos’

“En el último año ha tenido algún tipo de presencia en zonas históricas de las Farc, como la parte alta de los municipios de Convención, El Carmen y Teorama”, dicen.

Sobre el Eln, la FIP asegura que esta guerrilla está atenta a lo que ocurra con las negociaciones de paz en Ecuador, sin embargo, sigue actuando fuertemente.

Crimen organizado

Al respecto, el informe concluye que si bien el ‘Clan del Golfo’ ha expresado públicamente que respetará las zonas veredales, no se pueden descartar los efectos de su presencia en la región sobre el proceso de implementación del acuerdo, toda vez que esta banda criminal querrá seguir manteniendo las diferentes economías criminales que controlan.

“‘Los Rastrojos’, que tienen una presencia limitada en el municipio de Puerto Santander y al otro lado de la frontera, en territorio venezolano, también son un riesgo, pues de ellos depende, en gran medida, el contrabando de gasolina para el procesamiento de la hoja de coca que se hace en ambos países”, señalan.

Disidencias y desertores

De acuerdo con la información recopilada por la Fundación, otra de las preocupaciones que rondan las zonas veredales como la de Norte de Santander, es la posible aparición de disidencias y desertores de las Farc, que pueden ser atraídos por las redes criminales que quieren apoderarse del negocio del narcotráfico y el contrabando.

“En esta región se concentra el 12% del total de hectáreas sembradas con hoja de coca del país y hay cientos de trochas funcionales para el contrabando en ambas direcciones”, recuerdan.

En ese sentido, una de las conclusiones a las que llegaron es que la “oferta criminal” que existe en el territorio, “puede resultar eficiente para absorber mano de obra y afectar el proceso de gestión del armamento”.

Por esa razón, insisten en la necesidad de que los protocolos para el ingreso a la zona veredal de Caño Indio sean lo suficientemente estrictos y controlados, así como la salida de los guerrilleros que van a contribuir con el proceso de implementación y la circulación de civiles por el lugar.

Recomendaciones de la FIP

Desplegar cuanto antes todos los mecanismos de protección contemplados en el Acuerdo Final, incluyendo los anillos de seguridad a cargo de las Fuerzas Militares, la consolidación de la Unidad Especial para la Edificación de la Paz, y las garantías de seguridad tanto para los guerrilleros como para los observadores y las comunidades.

Avanzar en la implementación de la dejación de armas de manera gradual, conforme vayan estando listas las zonas y puntos.

La correcta adecuación y pronta puesta en marcha de las zonas y puntos, ayudará a compensar, en parte, los incentivos que ofrece la criminalidad.