Los fenómenos de remoción en masa en Norte de Santander obedecen a varios factores, entre los que se destaca la deforestación.

Según el Consejo departamental de gestión del riesgo, se tienen identificados 10 municipios cuya deforestación genera deslizamientos, acentuados por el mal uso del suelo, especialmente en pendientes para desarrollar la actividad ganadera.

Estas condiciones facilitan la aparición de cárcavas, coronas de deslizamiento y fisuras que permiten la entrada del agua lluvia en zonas de poca cobertura vegetal, que derivan en movimientos en masa.

Anelfi Balaguera, titular de la dependencia, explica que al analizar la remoción en masa en la región se repiten los hallazgos: deforestación, pérdida de cobertura vegetal, suelos degradados y arcillosos, quemas y pendientes altas.

“Preocupa que en algunos cascos urbanos se presenta un uso inadecuado del suelo en partes altas”, declaró. “Esto, inevitablemente generará riesgos para centros poblados como: Cácota, San Calixto, Santiago, Salazar, Toledo, y El Carmen”.

Las experiencias ya se han hecho sentir, pues en abril de este año San Calixto sufrió la afectación de 25 viviendas del barrio Primero de Marzo, colindante con una pendiente, que cedió en la temporada de lluvias; lo que empezó por grietas y fisuras, terminó con el colapso de los hogares.

El casco urbano de Santiago también se inundó con lodo proveniente del Cerro de la Cruz, caracterizado por la presencia de cárcavas.

En Toledo y Sardinata se observan las consecuencias de deforestación de años anteriores, cuando no se calculó el efecto de las talas con remociones pequeñas, de 30 a 40 metros, hasta enormes como la de La Camacha (Toledo) con 7 kilómetros de largo por uno de ancho.

Otra condición de riesgo que acelera los deslizamientos es el riego indiscriminado.

Carlos del Real Estrada, geólogo del Consejo departamental,  explica que en estos casos se crea un proceso llamado tubificación en el que el agua se desplaza por pequeños tubos que crecen y desestabilizan el suelo, como ocurre en Bábega.

La mitigación

Según las autoridades de gestión del riesgo, la mejor solución sería la compra de terrenos como zonas de amortiguación para sostener el suelo.

De lo contrario, quedan dos opciones: que se presente escorrentía con lodo y material de arrastre, o que ocurran represamientos con posibilidad de convertirse en avenidas torrenciales.

Así mismo, es importante que se controle la actividad ganadera, debido a que los cascos del ganado favorecen la aparición de cárcavas que se ahondan con las lluvias y el suelo falla.

Aunque se reconocen las necesidades de los pobladores, se insiste en que debe evitarse la manipulación descontrolada de los terrenos, e incrementar el control ambiental y la planeación territorial..

También, privilegiar la naturaleza y estudiar sus condiciones antes de establecer una actividad productiva pues, según Balaguera, “una finca sin árboles es como una casa sin bases, y si se sigue alterando el suelo, las consecuencias serán muy difíciles de atender”.

Para recordar...

El movimiento en masa más antiguo se documentó el 29 de julio de 1943, en Cáchira.

En la última década el movimiento más significativo fue el de Gramalote, el 12 de diciembre de 2010, y cuya recuperación le cuesta al Estado más de 350 mil millones de pesos.

El 64 por ciento del área de Norte de Santander presenta susceptibilidad media para la ocurrencia de deslizamientos.

Los municipios con mayor territorio con amenaza alta por movimientos en masa son: Gramalote y Herrán (99%); Santiago (98%); Lourdes (95%); Durania (94%).