Hace un año murió la gestora de la bibliocasa Enseñando a Compartir, en Juana Rangel de Cuéllar, su esposo trata de mantenerla activa.
La biblioteca que se resiste a desaparecer en un barrio de Cúcuta
El silencio embarga la casa de don Freddy Maldonado. Hace ocho años, había risas, gritos de alegría y visitas diarias de niños. Sin embargo, desde hace un año, todo cambió. Su esposa Maritza Angulo, con quien fundó la bibliocasa Enseñando a Compartir, en el barrio Juana Rangel de Cuéllar de Cúcuta, tuvo una complicación en su salud y falleció.
A Maldonado le tocó dedicarse por completo a mantener a sus dos hijos, y con dolor, tuvo que cerrar la entrada de la biblioteca.
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En la sala aún permanece la estantería llena de libros, las paredes conservan los afiches de las vocales, el abecedario, el mapa de Colombia; y las sillas y mesas están recogidas. En un rincón, un pequeño altar en memoria de su esposa, les recordará a los niños la fundadora.
Entrar a la bibliocasa enmudece a los que la conocieron llena de niños con libros, lápices y cuadernos.
¿Cuándo vuelve a abrir la biblioteca?
Es la pregunta que todos los días le hacen a don Freddy los niños que acudían a su casa para que junto a su esposa los ayudaran con sus tareas y les enseñaran a leer. Los más grandes, que ya se graduaron, agradecen a esta pareja la dedicación que tuvieron en su aprendizaje, sobre todo en matemáticas, pues ellos les reforzaban las sumas, restas, divisiones y multiplicaciones.
Aunque la ‘Profe Maritza’, como era conocida en el barrio, ya no está, su esposo quiere que su legado siga, por eso desea que estudiantes de las universidades hagan allí sus prácticas y que su casa vuelva a ser como antes: llena de niños estudiando.
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"Si algún niño quiere leer, le abro la puerta, pero ya no puedo ayudarlo como antes. Ahora me la paso ocupado trabajando", aseguró el hombre con sus manos untadas de cemento, pues trabaja en construcción. "Ella era feliz enseñándoles, era su pasión", dijo sonriente.
Quiere abrirla
Los vecinos sueñan con que alguien le ayude a Freddy Maldonado a atender la biblioteca, pues allí hay cientos de libros donados, computadores, sillas y mesas. La biblioteca les hace falta a todos los niños de San Fernando del Rodeo, Minuto de Dios, Las Coralinas, y demás barrios aledaños a Juana Rangel de Cuéllar.
El letrero 'Bibliocasa Enseñando a Compartir' también permanece colgado en la entrada, resistiéndose a su desaparición, una muestra más de que el sueño que tuvo algún día Freddy con su esposa, debe seguir vivo.
Redacción / Q'hubo
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