Aunque nunca antes en la historia de la frontera colombo-venezolana se había generado una migración tan abrupta como la ocurrida tras la deportación de miles de colombianos de territorio vecino en 2015, lo que ha sucedido este año con la llegada de venezolanos a Colombia barrió con todos los pronósticos.

Para entender el impacto migratorio, debe tenerse en cuenta que cada día ingresan por la frontera unas 60 mil personas impulsadas por la necesidad de buscar alimentos y oportunidades.

Según Migración Colombia, desde el 13 de agosto, fecha de la reapertura fronteriza, y hasta el pasado 30 de noviembre, habían ingresado al territorio colombiano, haciendo uso de la Tarjeta Migratoria de Tránsito Fronterizo, 6.680.295 ciudadanos venezolanos. Esto significa que en solo tres meses y contando solamente las estadísticas oficiales, a Norte de Santander ha llegado el equivalente a la población que tiene Bogotá.  

Pero detrás de esta emigración, se esconde un fenómeno social que ha cambiado a la Cúcuta que todos conocemos. .

Cúcuta en el último trimestre

Días previos a la orden de abrir los puentes internacionales el 13 de agosto, los comentarios se debatían entre si para la ciudad era positivo o negativo reabrir el paso después de un año de cierre. Entonces, un grupo de mujeres irrumpió contra las barricadas de la Guardia venezolana, abriéndose paso a la fuerza y demostrándole al gobierno de Nicolás Maduro que su desesperación por el desabastecimiento llegaría hasta las últimas consecuencias.

Como si se tratara de una nueva bonanza comercial, en los supermercados del centro, los comerciantes no cesaban de atender público. Las autoridades hacían esfuerzos ingentes por establecer el número exacto de visitantes, pero era imposible contarlos puesto que los controles eran aleatorios.

La ciudad se llenó de bolívares y todo pareció volver a florecer para un sector comercial que venía de capa caída.Pero más allá las expectativas, y de lo que produjo la reapertura, con el correr de los meses las autoridades han ido reconociendo que hay efectos, tanto positivos como negativos, que indiscutiblemente llegaron con la inmigración para quedarse.

Lo negativo

Según el secretario de Seguridad Ciudadana de Cúcuta, Mauricio Franco Trujillo,  hurtos, asesinatos, indigencia, prostitución y otros delitos han ganado espacio desde que se reabrió la frontera.

Para el coronel Yecid Arango, comandante de la Policía Metropolitana, se debe analizar la situación con base en dos contextos, uno comercial y otro social. “En cuanto a lo social entendemos que hay una situación humanitaria de las personas que vienen de Venezuela a abastecerse de alimentos, pero el efecto que produce la cantidad de gente sin que el control sea estricto nos dificulta la situación en materia de seguridad”.

Aunque no se puede generalizar el asunto de inseguridad a todos los venezolanos que pasan la frontera, las cifras indican que cada vez que se abre el paso fronterizo, las estadísticas en todos los delitos  aumentan en un 33 por ciento.

Este 2016, cuando la frontera estuvo cerrada durante 8 meses (enero - agosto), la Policía encontró que 119 venezolanos estuvieron involucrados en la comisión de delitos; en contraste con esta cifra, en los cuatro meses que lleva abierta la frontera (agosto - diciembre), 129 venezolanos han sido sorprendidos cometiendo actos criminales, lo que implica un incremento significativo.

Preocupa la violencia

A consideración del alcalde de Cúcuta, César Omar Rojas, ha sido importante y positivo que los extranjeros compren en Cúcuta, pero aquellos pocos que llegaron a hacer daño vienen rompiendo el hilo de confianza que existía.

“Es una problemática que tenemos en la ciudad. Algunos han venido a conseguir alimentos, pero otros vienen a causar daño o a buscar alternativas de trabajo; esto también nos afecta, porque han desplazado laboralmente a los cucuteños”, expresó Rojas.

El mandatario señaló que ve con preocupación que cada vez sean más las personas que piden atención humanitaria, salud y medicamentos y que el municipio no sea categorizado a pesar de la numerosa población.

Rojas dijo que se necesita incorporar más personal, tanto de Policía, como de Ejército y de personal de migración, pues la capacidad y la infraestructura de la ciudad se quedó corta ante todo la llegada masiva de venezolanos.  

Migración segura

Cúcuta es sin duda una plataforma para la emigración de los venezolanos. En la ciudad se encuentra todo lo necesario, incluso, para aquellos extranjeros que necesitan viajar a un tercer país. No es extraño que además de los miles de venezolanos, por Cúcuta pasen africanos, asiáticos o centroamericanos en busca de llegar a los Estados Unidos o Europa.

Según el sacerdote Francesco Bortignon, representante del Centro de Migraciones de la congregación de Misioneros Scalabrinianos,  la ciudad tiene el problema de otras fronteras en el mundo, pero además es atractiva por su informalidad.

“En la confusión de Cúcuta, hay espacio para la creatividad y la iniciativa individual”, dijo Bortignon. “Generalmente, el migrante es alguien con iniciativas, y aquí encuentra oportunidades por la desbordada informalidad”.

Desde el punto de vista del director de Migración Colombia, Christian Krüger Sarmiento, el fenómeno social se debe mirar con otros ojos, porque antes éramos los colombianos los que viajábamos al exterior en busca de mejores oportunidades y así como no sería justo generalizar a nuestros connacionales como una migración negativa, tampoco lo podríamos hacer con los extranjeros que llegan a nuestro país.

“Vivimos en un mundo globalizado. Un mundo que está en continuo movimiento y una migración ordenada, regulada y segura siempre será buena tanto para el país, como para el extranjero, pues no sólo se podría lograr, por ejemplo, incentivar la economía”.

Ahí está realmente el reto que tiene la ciudad en el corto plazo: establecer políticas y mecanismos para lograr el adecuado control y  lograr, como dice Krüger, una migración ordenada, regulada y segura.

Cúcuta debe prepararse, pues teniendo en cuenta la situación política y económica del país vecino, esta capital se perfila como el territorio ideal para recibir a miles de venezolanos que huirán buscando refugio cuando la crisis en el país bolivariano estalle.