Un trabajo silencioso y con gran impacto se gesta en las bibliotecas públicas de Norte de Santander que dejaron de ser espacios oscuros atiborrados de libros perfectamente ordenados, para convertirse en espacios vivos, coloridos y donde las risas de centenares de niños estimulan el aprendizaje.

La estrategia ha permitido que los índices de lectura se incrementen en el departamento y prueba de ello fueron los excelentes resultados que tuvo Cúcuta en la reciente Encuesta Nacional de Lectura del Dane.

En el panorama colombiano la ciudad se ubicó en la casilla octava entre las que más leen, con un promedio de 5.4 libros físicos leídos por persona al año.

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Pero, ¿qué programas han aportado a estos resultados y cómo medir a los municipios? De acuerdo con Marlene Navas, coordinadora de la Red Departamental de Bibliotecas, el trabajo va más allá de los 10 servicios que por ley deben implementar las bibliotecas.

“Hay que entender que el Ministerio de Cultura establece las políticas, el departamento las fortalece y los municipios son quienes ejecutan. Tenemos bibliotecarios activos que desarrollan actividades lúdicas”.

Algunas de ellas son ‘Biblioteca escuela’, que consiste en jornadas de lectura en voz alta con niños y jóvenes, quienes reflexionan sobre los contenidos y luego llevan un libro a la casa, para replicar el ejercicio con padres, hermanos o abuelos.

“Esa es una forma de medir la circulación de libros y de facilitar la integración de los núcleos familiares. También hay iniciativas como cine-escuela”.

A la par de las jornadas de lectura en los municipios se está promoviendo el rescate de los juegos tradicionales y para ello se ejecutan actividades en las que los padres juegan trompo, canicas, golosa o compiten en carreras de encostalados con sus hijos. Al tiempo, les narran historias y de esa forma se les enseña a los jóvenes a leer el contexto en que viven.

Pese a los excelentes resultados y de acuerdo con Navas, una dificultad es la constante rotación en algunas de las bibliotecas. Los municipios deben garantizar la contratación de los bibliotecarios, les ofrecen contratos por seis meses o un año y luego viene otra persona. Así, se pierde la continuidad en los procesos de promoción de la lectura y la escritura.

Otra de las estrategias exitosas ha sido la de habilitar bibliotecas estacionarias en los municipios del departamento, proyecto que ejecuta la Secretaría de Cultura de Norte de Santander de manera escalonada.

En diciembre de 2017 se entregaron diez para Cúcuta, Chinácota, Los Patios, Villa del Rosario, Bochalema, Salazar de las Palmas, Arboledas, Villa Caro y Cucutilla.

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Los puntos móviles de lectura están dotados con un televisor de 43 pulgadas, dos tabletas para los audiolibros y audífonos para el uso de las personas con discapacidad visual. Además de material literario, 200 textos entre historietas, novelas, leyendas y mitología, poesía, cuentos y álbumes. Los niños y jóvenes también pueden disfrutar de material didáctico, pinturas, colores y pinceles.

Para el caso de Cúcuta y de acuerdo con Viveana Osorio, coordinadora de la Red Municipal de Lectura y de Escritura, en la ciudad hay 11 salas de lectura y ludotecas.

Para ella el plus se empezó a gestar desde la puesta en marcha del Plan Nacional de Lectura y Escritura del Ministerio de Cultura, que adoptó e implementó el concepto de bibliotecas vivas y fortaleció la infraestructura.

“Luego de tener espacios amplios y con mobiliario, se idearon estrategias de acuerdo con el contexto de la ciudad y así impactar positivamente en niños, jóvenes y adultos”.

En la ciudad se han enfocado los programas en la primera infancia, se han liderado jornadas de lectura en clínicas y en el hospital Erasmo Meoz. Además, con los promotores se recorren los parques y zonas verdes.

En la emisora Atalaya Estéreo se tiene un programa donde los bibliotecarios interactúan con los usuarios dando recomendaciones y solucionando dudas.