El desinterés de los habitantes por los problemas de la ciudad se hizo evidente.
Cúcuta está enferma, todos saben cuales son sus males, pero nadie quiere cargar con esa responsabilidad, como si se tratara de un abuelo moribundo al que la familia abandona y la EPS se niega a autorizarle la cita con el médico, los exámenes y los medicamentos correspondientes.
Para elaborar un diagnóstico de un paciente, un médico le toma los signos vitales, le pregunta qué le duele, revisa su historial clínico y, por último, si es el caso, le pide algunos exámenes especializados.
En el caso de la ciudad, los signos vitales no son los mejores. Según las valoraciones hechas por el médico general (Gobierno), Cúcuta tiene un cáncer avanzado en materia de mercado laboral, con índices de desempleo superiores al 16% y del 70% de informalidad, además de una seria desnutrición causada por un patrón de pobreza que promedia el 40%.
Al revisar el historial de salud del paciente, se nota a primera vista que estas enfermedades no son nuevas y lleva muchos años sufriendo por dichas dolencias, cuyos impactos son cada vez más fuertes, con efectos como tener un 46% de migración de profesionales universitarios recién graduados.
El cuadro clínico se confirma cuando se le pregunta al paciente que es lo que más le duele. Los resultados de la tercera encuesta de percepción ciudadana, revelada esta semana por el programa ‘Cúcuta Cómo Vamos’, evidenciaron, por ejemplo, que en el 20% de los hogares consultados, por lo menos un miembro de esas familias tuvo inconvenientes para completar sus tres comidas diarias o que el 27% de la población se considera pobre.
En este último dato, la falta de empleo es la principal causa de la pobreza, por los menos así lo aseguró cerca del 50% de la población entre 2014 y 2015.
Otras dolencias, a pesar de generarse en las extremidades, están debilitando aún más la salud del enfermo. Factores como el cierre de frontera y la falta de optimismo de los ciudadanos, así lo confirman.
Un paciente sin tratamiento
Ante este severo cuadro clínico, Cúcuta necesita con urgencia una junta médica, en donde se determine cuál será el tratamiento para atender las diferentes enfermedades y no solo aplicar medicamentos que sirvan como paliativos para sobrellevar el dolor.
En la junta médica deberían estar autoridades locales, nacionales, voceros de la ciudadanía y de la empresa privada. Sin embargo, el problema es que hasta ahora son pocos los interesados en participar en este comité.
Una muestra de ellos es que, según los resultados de ‘Cúcuta Cómo Vamos’, en 2016 el 67% de las personas no desarrolló ninguna acción para resolver alguna problemática de la ciudad ni apoyó tampoco a nadie que la tuviera. A esto se suma que el 52% de la población encuestada no participó en alguna organización o espacio dirigido a mejorar los problemas sociales.
Mario Zambrano, economistas y director de las investigaciones de ‘Cúcuta Cómo Vamos’, indicó que “la gente no hace nada por cambiar las cosas y se quedan en la posición más cómoda: decir que las cosas no van bien. No asumen parte de la responsabilidad y se la atribuyen al Estado y los empresarios, se les olvida que tienen una responsabilidad frente a la sociedad en actuar en pro del bien público”.
Pero el ciudadano de a pie no es el único que no cumple su labor de curar a la ciudad. Las autoridades también están fallando, tal vez por no participar de la manera que se espera en espacios como las investigaciones de Zambrano, en donde los líderes de los entes territoriales brillan por su ausencia o por encaminar mal sus esfuerzos para mitigar los dolores de Cúcuta.
Jorge Ramírez, economista y docente universitario, detalló que el reto de las autoridades es afinar las estrategias y las políticas, para que la destinación de los recursos a las comunidades se haga de forma más efectiva.
El proceso de sanación de la ciudad no necesita una sola junta ni un solo plan estratégico que solucione todo. Todo lo contrario, es mejor juntar grupos de trabajo que atiendan las diferentes enfermedades, dijo Francisco Unda, director regional de la Andi.
Precisamente, Carlos Luna, presidente ejecutivo de la Cámara de Comercio de Cúcuta, cree que la clave es no dejar toda la reponsabilidad en manos de las autoridades locales y nacionales, porque este es un trabajo que debe desarrollarse en equipo.
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