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Domingo, 27 Agosto 2017 - 4:30am

En Cúcuta, indolentes con la indigencia

No existe una política pública para atender el fenómeno.

Para muchos cucuteños, el problema de la indigencia es como una bola de nieve que a medida que pasan los días se agiganta más y más.

En ninguna dependencia de la alcaldía, ni en Bienestar Social, que se supone es la secretaría que debe conocer de esta población, porque está bajo su resorte brindarle atención, se tiene una cifra exacta de cuántas personas duermen en las calles o debajo de los puentes.

Tampoco se conoce cuántos niños, cuántos jóvenes, cuántas mujeres ni cuántos ancianos conforman este grupo poblacional que en las últimas semanas se ha incrementado por cuenta del éxodo de venezolanos. Todo lo que hay es un avance del censo que emprendió este año en la zona céntrica.

En la actual administración poco se ha avanzado en esta materia, dijo el concejal Oliverio Castellanos, quien en el reciente control político que se le hizo a la jefa del despacho de Bienestar Social del municipio, Indira Pérez, le reclamó por la lentitud y la indiferencia con que se ha mirado a esta población que en Cúcuta no cuenta con ninguna clase de atención.

Se refiere el munícipe a que no hay un hogar de paso habilitado al que puedan llegar los indigentes a recibir alimentos, a pasar la noche o a darse un baño. Mucho menos planes de salud permanentes y servicios básicos de seguridad social; ni siquiera apoyo para legalizar los documentos de identidad.

“El pueblo cucuteño es indolente con esta gente, que es nuestra; pero al contrario, uno ve que se atiende mejor a los venezolanos”, dijo Castellanos. Agregó que tampoco se ha puesto en marcha un plan de prevención permanente para los adictos a la heroína que se la pasan en el canal Bogotá.

Para el concejal Bachir Mirep el fenómeno crece de manera abrumadora. En el municipio hace falta mucha organización para poder diferenciar los beneficios que tiene una población vulnerable, como los indigentes, para salir de esa pobreza extrema. “No se ve una transversalidad en el manejo de la situación por parte de las distintas secretarías del municipio de Cúcuta”, dijo.

La poca inversión que destina la alcaldía para este grupo poblacional, en lugar de solucionar el problema, lo agranda, debido a que las acciones emprendidas son calificadas de asistencialistas, en otras palabras, “alcahuetas con un fenómeno que se agiganta con el paso de los días”, dijo el psicólogo Heriberto Cabrera.

De hecho, frente a esta materia casi todo está por hacer en Cúcuta. La secretaria de Bienestar Social de la alcaldía, Indira Pérez, expuso a La Opinión que su despacho adelanta un plan de acción basado en cuatro ejes: el censo, atención básica y de emergencia, plan de choque para atender a 120 personas y prevención contra las drogas en esta población.

Solo hasta ahora se va a emprender la atención por parte de la fundación Raíces del Oriente y del programa líderes incluyentes, según se desprende del informe que Pérez presentó a este diario.

“Necesitamos saber detalladamente cuál es su situación y así poder determinar qué beneficios puntuales se les puede ofrecer en el hogar de paso que se va a implementar”, aseguró.

Pero aparte de la desatención que ha existido, tampoco las autoridades le han prestado atención a los problemas que rondan a esta población,  y que están relacionados con el microtráfico, el alcoholismo, la drogadicción y la delincuencia.

Donde hay habitantes de la calle, también pululan las ollas, las ventas de licor casero y la delincuencia es el caldo de cultivo que los mantiene, dice el líder comunal Gerardo Jaimes.

“Mueren lentamente sumergidos en el licor, el basuco o la heroína, y mientras tanto nadie se inmuta por lo que le sucede a esta población; es la total indiferencia”, señala Cabrera.

En Cali, por ejemplo, mientras atender a 2 mil personas de la calle, alimentarlas, bañarlas, curarlas, vestirlas, intentar devolverlas a la sociedad, le costó a la ciudad $1.500 millones, en Cúcuta, este año, la inversión no supera los 260 millones de pesos.

Son los particulares quienes más le han invertido a esta población en Cúcuta, asistiéndola con alimentos y ropa, básicamente. Uno de los samaritanos permanentes es un comerciante que pidió mantener su identidad en el anonimato. Él ha destinado por espacio de cinco años parte de sus ingresos a brindar alimento a 25 personas de la calle. “Empezamos con cinco y cada vez que acudimos a llevarles sopa o chocolate con pan aparecen más”, dice.

Según el conteo que lleva este comerciante, en un 30 por ciento los habitantes de la calle de Cúcuta vienen de otras ciudades.

Como no hay una política pública para esta población, los particulares son los que con el paso de los años han suplantado a la autoridad responsable, “pero esto se está convirtiendo en otro problema, porque lo ideal sería enseñarles a pescar y no a que reciban el pescado”, dice Cabrera.

18 años en la calle

Víctor Manuel Acevedo, de 70 años, asegura que la calle ha sido su morada en los últimos 18 años. Duerme debajo del puente de tirantas, en la Diagonal Santander.

Nació en Cúcuta y creció en el barrio El Callejón. Le dijo a La Opinión que desde que está en la calle no ha recibido ayuda de la alcaldía, solo de los vecinos del lugar donde eligió vivir, quienes lo socorren con alimentos de manera esporádica.

Asegura que no lo ha visto un médico en los últimos 10 años, y cada que recae por una afección respiratoria que padece, no le queda de otra que encomendarse a Dios, “que ha sido mi remedio y mi refugio siempre”.

En el infierno de las drogas

Jhon Fredy Lancheros ha esperado en los últimos 12 años, los mismos que lleva viviendo en la calle, una mano amiga que lo ayude a salir del problema de adicción que padece.

Pernocta junto a otros seis compañeros de la calle debajo del puente Enrique Cuadros Corredor (La Gazapa).

Nació en el barrio La Libertad y viviendo en la calle aprendió a hacer artesanías de hojas de palma, las cuales convierte en figuras de grillos y langostas en solo diez minutos.

“Uno quisiera dormir bajo un techo y contar con materiales para hacer trabajos de manera permanente y con ello obtener un ingreso, pero ni tratamiento para mi problema ni nada hemos recibido de la alcaldía, más bien nos miran como delincuentes, y eso no somos nosotros”, dice Lancheros.

Orlando Carvajal

orlando.carvajal@laopinion.com.co

Periodista local, investiga situaciones que puedan afectar a los cucuteños.

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