El programa 'Jóvenes en Acción' beneficia a 15.684 muchachos en Norte de Santander de los estratos más bajos.
¿En qué se gastan los jóvenes la plata que les llega de Prosperidad Social?

Leydi Johana Trujillo Castro es una de las 15.684 jóvenes de Norte de Santander que recibe el incentivo monetario del programa 'Jóvenes en Acción' del Departamento de Prosperidad Social (DPS).
Como muchos jóvenes de estrato bajo, tuvo que posponer su sueño de estudiar una carrera universitaria por falta de recursos económicos.
En promedio, un estudiante universitario en Cúcuta necesita $500.000 al mes para cubrir los gastos básicos: transporte, comida y materiales de estudio.
Por tal motivo, los padres de Leydi decidieron ayudarla con el pago de su carrera, pero el presupuesto que le hacía falta tenía que cubrirlo por su cuenta.
Para ese entonces, Leydi vivía en el barrio El Callejón –cerca al Terminal de Transportes de Cúcuta– y sus padres no tenían suficiente estabilidad económica que requerían cuatro hijos. Su mamá, ama de casa, y su papá se dedicaba a vender electrodomésticos de segunda.
En 2015 eligió la Universidad Francisco de Paula Santander (UFPS) para comenzar sus estudios de licenciatura en matemáticas.
Durante el primer semestre, Leydi notó que las finanzas familiares no daban más, por lo que tuvo que buscar trabajo para continuar estudiando y no ser una desertora más.
Comenzó a dar asesorías a estudiantes de colegios, sin embargo, la plata no le rendía porque además sentía el deber de aportar económicamente en su casa.
Para esa fecha se enteró de la convocatoria nacional para inscribirse al programa 'Jóvenes en Acción' que ayudaba a estudiantes como ella con un subsidio económico dos veces por semestre.
Acudió a la Biblioteca Pública Julio Pérez Ferrero con todos los requisitos para acceder al beneficio y tuvo que esperar un semestre más para ser aceptada.
Después de ese proceso, Leydi considera que su vida mejoró considerablemente, hoy cursa séptimo semestre y recibe cada seis meses dos pagos de $400.000 y $600.000, el primero por concepto de matrícula académica y el segundo por permanencia y excelencia.
Este año, el Departamento de Prosperidad Social (DPS), encargado del programa, reveló un estudio en el que se evidencia en qué gastan el incentivo los jóvenes que están inscritos.
En Norte de Santander, el programa beneficia a 15.684 jóvenes de los estratos más bajos agrupados en el Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena) y las instituciones de educación superior (IES): UFPS, Universidad de Pamplona e Instituto Superior de Educación Rural (ISER).
Según el informe, los estudiantes del Sena frente a los de las instituciones de educación superior (IES) destinan de diferente forma el dinero.
En el caso de los del Sena, el rubro más importante es alimentos y bebidas consumidas en el hogar (17,2%), mientras que para los de las IES el principal rubro es el de educación con 19,8% de jóvenes que lo destinan para pago de la matrícula, seguido de materiales educativos.
Brayan Daniel Flórez Gutiérrez es otro de los jóvenes beneficiarios que hay en el departamento, lleva 9 meses estudiando en el Sena para ser tecnólogo en contabilidad y finanzas. Asegura que en su salón, de 26 estudiantes que hay, más de la mitad está afiliado al programa.
Brayan vive en el barrio Los Laureles, al Norte de Cúcuta, y aunque su familia es de bajos recursos, nunca le negaron la oportunidad de estudiar.
Sin embargo, aunque en el Sena la educación es gratuita, trasladarse desde su casa hasta la sede de estudio, comer algo en los descansos y comprar las fotocopias que solicitan en las diferentes asignaturas representaron más gastos de lo que pensaba.
Brayan accedió a Jóvenes en Acción el año pasado y aunque hasta ahora ha recibido solo tres incentivos se siente agradecido con el programa porque las finanzas en su hogar mejoraron, sus padres no tienen que darle para los viáticos, y al contrario, les aporta algo cada que recibe el incentivo.
Por ser estudiante del Sena recibe $400.000 cada dos meses, lo que al año equivale a $2.400.000.
En solo transporte, Brayan gasta al mes $115.000 y teniendo en cuenta que el incentivo debe alcanzarle los dos meses, la cuenta llega a $230.000.
Los $170.000 que le quedan los divide en comprar algo para comer al descanso –no siempre, una o dos veces por semana porque si no no le alcanza- , le colabora a su mamá en gastos del hogar, porque considera que siendo mayor de edad es su responsabilidad.
Hoy, la mayor satisfacción de Brayan es que no tiene que pedirles a sus padres para ir a estudiar y ellos por su parte pueden invertir el gasto que representaba en cosas para el hogar.
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