El proceso de retorno al nuevo Gramalote, según el alcalde, no es como se esperaba.
El lento retorno al nuevo Gramalote
Tres meses después de que iniciara oficialmente el trasteo al nuevo Gramalote, en Norte de Santander, se logró la mudanza de la familia número 100, según reportes de sus habitantes y del Fondo Adaptación. Sin embargo, el alcalde Tarcisio Celis, no es muy optimista frente a la cifra, porque para él lo relevante es que todavía faltan 907 familias por trastearse.
El proceso de ocupación del casco urbano ha sido lento por múltiples razones. La primera es porque aún están en proceso muchas de las escrituras y aún faltan casas por construir. La segunda es porque sus habitantes tienen una vida nueva tras siete años desde que el pueblo se destruyó. Entonces, muchos no retornan porque sus hijos no han terminado la escuela, el médico les está haciendo exámenes en Cúcuta o porque consiguieron el trabajo soñado. Es más, muchos de los que hoy tienen casa, la han arrendado. Y la tercera razón es porque el colegio, la iglesia y el hospital apenas están en construcción; razón; lo que frena el impulso de volver al pueblo.
“Los gramaloteros han regresado de a poquitos. Ahora es mitad de año y muchos se fueron de vacaciones y otros están trabajando y por eso aplazan la mudanza. Algunos me han dicho que cuando el municipio tenga todos los servicios, volverán”, dijo Celis.
Lo curioso es que el mandatario está en la lista de los que no han vuelto. Su argumento es que necesita que la carretera esté lista para poder mudarse. Por ahora, ya completó tres meses en los que cada semana, va a Gramalote en la mañana y se regresa de noche. “No le voy a negar que las personas que se han trasteo les ha cambiado la vida, están muy bien porque ya pusieron tiendas y la economía se reactivó”.
Es de recordar que ante la negativa del alcalde de mudarse al nuevo pueblo, el gobernador de Norte de Santander, William Villamizar, ha dicho que son injustificados sus argumentos. “Hay pueblos en los que ni siquiera hay vías, y allá están los alcaldes. Celis debe asumir sus funciones y es necesario que trabaje desde el casco urbano”, aseguró.
Entre tanto, estos son los datos del Fondo Adaptación: hay 390 casas construidas, se han entregado 157; el avance total del proyecto es del 73%; el tramo uno de la vía que comprende 8,8 kilómetros está terminado; el centro administrativo está al 100 % y dotado; y el parque principal está listo, al igual que la plaza de mercado. “Avanzamos en construir el hospital, el colegio y la estación de Policía. Estamos próximos a la inauguración de la vía de acceso”, explicó la entidad.
Contrastes del retorno
La familia de Amparo Meriño fue la número 100 en trastearse al nuevo Gramalote. Cuenta que su casa está al frente del parque, que el clima es una maravilla y que ya hizo el primer mercado en el pueblo. “Podemos ir a Cúcuta cuando queramos porque está disponible el transporte. Mis vecinos no son los mismos, pero es gente que uno conoce. Mi tristeza es que no está funcionando la Alcaldía, pero sé que el señor Celis viene de vez en cuando”.
Volver a empezar para la familia Meriño implicará otros retos. Así lo explica Amparo, quien antes de que se cayera Gramalote confeccionaba los uniformes de los colegios.
Pero todo se acabó. Ahora el sueño es poner una cafetería. “Me quedé sin trabajo inmediatamente. Por esa razón decidí estudiar otra carrera y ahora estoy en quinto semestre de derecho y tenemos nuestro propio café especial que esperamos venderle a los turistas que comiencen a llegar al pueblo”.
La familia de Salvador Martínez Blanco hace parte de las 907 que no han regresado. Aún vive en Cúcuta, con su esposa y sus cinco hijos, en una casa en arriendo. No tiene fecha de retorno. Asegura que aunque ya le dieron la casa, no sabe cuándo se mudará porque su esposa está enferma. Entonces, no puede irse. Piensa que lo mejor es mudarse cuando esté terminado completamente el pueblo. Además, la hija mayor está en el grado 11 y no la reciben en otro colegio, dice.
Mientras tanto, todos los días seguirá levantándose en la madrugada para vender verduras en una carretilla por las calles de Cúcuta. “En Gramalote también vendía, pero en el mercado, acá debo caminar por las calles y el calor me golpea bastante. Han sido días difíciles”.
La Policía llegó pero no es suficiente
Desde mediados de junio, la Policía se instaló en el nuevo pueblo. De acuerdo con secretario de Gobierno del departamento, Édgar Pallares, inicialmente, 12 uniformados, con sus respectivas patrullas, fueron asignados. También hay una unidad militar.
Sin embargo, en marzo, el personero Gerardo Villamizar denunció presuntos inconvenientes en el estado de los terrenos del nuevo hospital y colegio. Ha dicho que no hay alumbrado público y no hay gas. “El traslado al pueblo de las primeras familias fue pura prensa”, dijo.
*María Victoria Correa | El Colombiano
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