La intensidad de los vientos y el arreglo de una pista han complicado a los pilotos que llegan al Camilo Daza.
Aterrizajes en Cúcuta se volvieron más complejos
Hace 10 días un incidente aéreo en el que un piloto tuvo que hacer varias maniobras de sobrepaso hasta que logró aterrizar en el aeropuerto Camilo Daza dejó varias inquietudes ‘en el aire’.
¿Qué tan seguro es volar desde y hacia Cúcuta? ¿Interfiere, en el aterrizaje, el arreglo de una de las pistas? ¿La extensión de la pista cambia el modo de aterrizar? ¿Pueden los pilotos manejar las condiciones climáticas adversas de la ciudad?
Si bien todo medio de transporte tiene algún riesgo, las estadísticas de accidentes aéreos, e incidentes en la ciudad y el país son bajas, según reportes de la Aeronáutica Civil.
Un informe de la entidad, de 2015, muestra que el indicador de accidentalidad aérea en Colombia para el año anterior fue de cero accidentes para la aviación regular.
Por su parte, la aviación no regular (relacionada con el tránsito de pequeñas aeronaves) fue de 19 sucesos, lo que representó un 0,08 por ciento en el balance general.
Además, vale decir que el número de operaciones aéreas anuales en Colombia fue de un millón 373 mil 251 vuelos.
Sin embargo, situaciones que algunos usuarios catalogan como “de alto riesgo” no son más que procedimientos normales, como fue el caso de un vuelo de Avianca, del 27 de junio, que cubría la ruta Bogotá-Cúcuta y cuya dificultad para finalizar, grabada en video, se hizo viral en redes sociales.
Mientras el terror se apoderó de los viajeros, el piloto hacía lo posible para lograr un aterrizaje seguro en la pista 03-21, aunque esto costara la comodidad de la tripulación.
Según algunos pilotos, los llamados sobrepasos –es decir, aquellas maniobras en las que el avión debe elevarse poco antes de tocar tierra– son frecuentes.
“No representan ningún riesgo y son procedimientos para los que todos los pilotos estamos entrenados”, comenta uno de los operadores aéreos. “La mayoría de veces estos sobrepasos ocurren porque las condiciones del entorno no permiten cumplir con los requisitos y parámetros para hacer un aterrizaje exitoso”.
Según los expertos, en Cúcuta una de las principales condiciones que afecta el aterrizaje es el viento, por las intensas corrientes cortantes (también conocidas como vientos cruzados) que no permiten al avión llegar a tierra cómodamente.
De hecho, pensando en la seguridad es que se deben hacer los sobrepasos.
“Cuando el piloto advierte que el aterrizaje no cumple con los parámetros debe tomar la decisión de sobrepasar”, agrega un piloto. “Esto pasa en todos los aeropuertos, en todas las pistas, y para todo tipo de aproximación”.
Para el caso de Cúcuta, las complejas condiciones climáticas se intensifican entre las 10 a.m. y las 4 p.m., cuando las altas temperaturas favorecen la ocurrencia de vientos cruzados.
Sin embargo, no solo los vientos propician los sobrepasos, estos también pueden ocurrir por baja visibilidad, como suele pasar en los aeropuertos de Bogotá y Pasto.
La maniobra, según se afirma, es demasiado ruda y por eso genera miedo y sorpresa entre los pasajeros, en especial porque en la aproximación a la pista el punto para hacer el sobrepaso está muy cerca de la pista y de la zona de aterrizaje.
Si el piloto no efectuara el procedimiento se corre el riesgo de que el aterrizaje sea inseguro; tan fuerte que podría afectar la estructura de la aeronave, e incluso puede llevar al aparato a salir de la pista.
“En la maniobra se siente el empuje de la aeronave hacia arriba, así como la turbulencia que se genera por estar a baja altitud, pero nunca significa que el piloto aterrizó mal”, enfatiza la fuente. “Esto siempre depende de condiciones externas”.
Al respecto se señala que un aterrizaje como el que se experimentó en Cúcuta puede darse en otro lugar, especialmente en zonas como Pasto, que tiene condiciones de viento similares a las de Cúcuta.
“En mi experiencia, realizo un promedio de cinco sobrepasos al año, pero insisto en que otros compañeros seguramente hacen muchos más, porque todo depende de factores externos”, afirma.
Pero por más normales que sean estas situaciones, los pilotos reconocen que “la pista es de cuidado”, por ser más corta y porque para el aterrizaje los aviones pasan cerca a las montañas que rodean la ciudad, en especial el vigilante cerro Tasajero.
Pero aunque la pista es usada, principalmente, para aterrizar los expertos aviadores afirman que les inquieta la incómoda presencia del intercambiador vial de Atalaya, el cual representa un obstáculo y riesgo mayor que los más temibles vientos cucuteños.
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