A  Luis Orlando Padierna Peña, Inglaterra, el Gobierno siempre lo catalogó como uno de los criminales más sanguinarios del país. Su rostro aparecía como uno de los más buscados en todo el territorio nacional, con una recompensa de hasta $500 millones para quien entregara información que llevara a su captura. Según el presidente de la República, Juan Manuel Santos, era el segundo al mando del Clan del Golfo. 

Inglaterra, sin embargo, jamás mostró ese peligroso perfil al llegar al conjunto de cabañas Lagos de la Vega, ubicado en zona rural de Chinácota.

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Tal era la confianza que este hombre de 36 años sentía al llegar al exclusivo conjunto compuesto por 32 lujosas cabañas, que muchas veces lo vieron arribar solo, montado en una bicicleta o en una moto. Su tranquilidad era tal, que según algunas personas que lo alcanzaron a ver y hasta hablaron con él, siempre se comportó como cualquier vecino, del que jamás sospecharon que fuera uno de los hombres más buscados por la justicia colombiana.

“Cuando venía en la bicicleta traía puesto un casco y vestía una pantaloneta, una franela pegada y unos tenis. Si llegaba en la moto era lo mismo, se ponía un casco y vestía muy sencillo, jamás se le vio que llevara algún arma o algo parecido. Es más, siempre entraba tranquilo y solo, aunque a veces llegaban tres pelados en una camioneta que no era de alta gama. A ellos sí se les alcanzaban a ver las pistolas, pero uno qué se iba imaginar que fuera esa clase de persona”, contó alguien que en varias oportunidades observó la llegada de Inglaterra a Lagos de la Vega, pero que por seguridad no quiso revelar su nombre.

Comenzaba a mandar

Toda esa apariencia de ciudadano ejemplar cambiaba cuando entraba a la cabaña Villas Juan David, ubicada a 300 metros de la puerta del conjunto que está a 10 minutos del sector Los Álamos, por un desvío de la vía principal que lleva a Chinácota.

Una vez adentro del inmueble, Luis Orlando volvía a ser el ‘patrón de patrones’, rodeado de hermosas mujeres, fino licor y música a alto volumen. Las costosas parrandas se repitieron varias veces, según contaron algunas personas. 

“Las muchachas siempre llegaban con los pelados en la camioneta. Uno veía que entraban y una vez en la cabaña se alcanzaban a escuchar esas celebraciones, que duraban hasta dos días”, señaló un testigo.

Una de esas rumbas con prostitutas y tragos costosos se dio el jueves de la semana pasada, indicó un habitante del lugar. 

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“Ese día trajeron a dos mujeres hermosas, uno ya sabía que iban para donde ese señor, pues cada vez que él venía era igual. En esa parranda duraron como dos días. Ellas salieron contando un fajo de dinero que les entregaron”.

La Opinión pudo establecer que Inglaterra comenzó a frecuentar este lugar desde hace más de un mes y que cada vez que llegaba lo hacía de la misma forma. Muy pocas veces lo vieron montado en una camioneta con otras personas.

La última fiesta

Lanzada la operación policial Agamenón II, Padierna no tuvo tiempo de nada. Un comando especial, al mando de un coronel que se encuentra en Bogotá, preparó el gran golpe.

Según testigos, un pequeño grupo de uniformados lo sorprendió en medio de una acostumbrada fiesta, pero esta vez  familiar. 

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La caída de  Luis Orlando se comenzó a fraguar hace más de dos semanas, cuando las autoridades judiciales conocieron, por medio de un informante, que Inglaterra iba a festejar un cumpleaños en dicha  cabaña. 

Al enterarse de que el festejo se registraría a partir de la tarde del jueves 23 de noviembre, el grupo de uniformados se alistó y desde la madrugada de ese día inició la operación. Entre la oscuridad, se comenzaron a mover hacia Lagos de la Vega y se ubicaron en unos puntos estratégicos.

Mientras los comandos especiales aguardaban el momento preciso para atacar, en la cabaña iniciaron los arreglos para la reunión desde las 9 de la mañana. A esa hora, comenzaron a llegar los encargados de poner los adornos, las mesas, las sillas y demás cosas.

Una mujer pagó a quienes estaban acomodando el sitio para la rumba, a la cual solo irían 20 personas y contaría con dos grupos musicales, uno de vallenato y otro de música tropical. Además, de una torta de tres pisos.

Hacia las 4 de la tarde, cuando el lugar ya estaba adornado con bombas blancas, rojas y rosadas, mesas con manteles rosados y blancos, el licor refrigerado y la comida en su punto,  Luis Orlando Padierna Peña arribó en una camioneta Chevrolet Grand Vitara, azul y placa venezolana AH312WM. Detrás de él, llegaron otros vehículos con más personas, entre las que venían sus familiares y tres escoltas.

Mientras que Inglaterra entró su camioneta a la zona de parqueo de la cabaña, el resto de automotores se estacionó afuera. 

Una vez adentro, la música comenzó a sonar y todos se fueron acomodando en las mesas, mientras que a unos cuantos metros el comando especial de la Policía se alistaba para la ‘estocada final’.

A medida que la rumba comenzaba a coger ritmo, los uniformados iniciaron sus movimientos sigilosamente. Todos se arrastraron por entre el pasto y unos arbustos, hasta llegar a una cabaña aledaña. Cuando el reloj marcó las 5 de la tarde, los policías iniciaron la acción.

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Un testigo aseguró que cuando le comenzaron a cantar el cumpleaños a la familiar de Padierna, sonaron los primeros disparos y de inmediato Luis Orlando y uno de sus escoltas cayeron muertos. 

“En ese instante todos nos tiramos al suelo, los tiros se escuchaban de uno y otro lado. Además, sonaron varias bombas aturdidoras, eso parecía una guerra. Lo más lamentable era que en la fiesta había niños que gritaban y lloraban, al igual que las mujeres. Fue horrible”, manifestó.

El tiroteo se extendió 15 minutos, luego la Policía tomó el dominio del lugar e hizo que todas las personas permanecieran acostadas en el suelo, tras advertirles de que les dispararían si llegaban a moverse.

Después de comprobar que Inglaterra y uno de sus escoltas murieron y que los demás hombres armados estaban capturados, los uniformados entregaron su parte de victoria. De inmediato, el presidente Santos dio a conocer la noticia al país.

Posteriormente, al sitio llegó un centenar de policías, cuya misión era interrogar a todas las personas presentes en el cumpleaños y hacer la inspección judicial de los cadáveres. Además, registrar la cabaña que desde hacía un tiempo habría alquilado un allegado de Padierna Peña.

En el ingreso de los investigadores, el encargado de la seguridad del conjunto fue golpeado y amenazado, al igual que sus hijos, esposa y suegra, según contó el afectado.

Lo hallado

En la cabaña, la Policía encontró armas, un computador y una fuerte suma de dinero, además de los hombres de seguridad del cabecilla de la banda criminal.

Cuando los policías se marcharon, los encargados de la cabaña denunciaron que los uniformados también se llevaron cuatro televisores, tres bicicletas y todo el licor que habían comprado para la fiesta.  Además de dañar las llantas de una camioneta que, al parecer, pertenece al dueño del inmueble y que nada tenía que ver con lo ocurrido.

Un informante, pieza clave

El general Jorge Hernando Nieto, director nacional de la Policía, señaló que sus hombres encontraron entre  la basura botellas de vino que costaban más de cinco millones de pesos.

“Inglaterra, para no quedar mal con su compañera sentimental o esposa, le regaló un oso de peluche que cuesta más de un millón y medio de pesos”.

Según se conoció, la captura de uno de sus hombres más cercanos, alias Pardo, fue fundamental para llegar hasta Inglaterra. Esta persona cayó en manos del Ejército hace más de dos semanas en el corregimiento San Faustino, junto a él fueron aprehendidos otros dos sujetos, también de la seguridad de Padierna.