Por miedo y confusión han asesinado innecesariamente a serpientes inofensivas.
Serpientes, una especie vital para el ecosistema
Una persona camina por el campo entre la vegetación o entra a su cocina y de repente, ve una serpiente. El miedo lo paraliza y acto seguido decide buscar cualquier elemento para matar al animal.
Esta es la actitud más frecuente que sucede en lugares biodiversos como Norte de Santander cuando alguien se topa con este reptil.
“Matan la que sea, venenosa o benéfica y a nosotros nos llaman o nos envían fotos cuando ya les han pegado el machetazo”, cuenta Giancarlo Bastos, presidente de la Fundación Catatumbo, que protege e investiga la flora y fauna del departamento desde hace más de dos años.
Según Bastos, solo el 30% de las serpientes que habitan en la región son venenosas (víboras), pero las personas desconocen que las no venenosas (culebras), la gran mayoría, no tienen ningún problema con el ser humano.
“Todo se debe a que cada vez estamos invadiendo más la naturaleza, los espacios de la fauna silvestre, que no tiene a dónde más ir, lo hemos visto con pumas y aves. Es algo que pasa en toda ciudad que sea salvaje”, dice el experto.
De las especies que son potencialmente peligrosas, tres se encuentran en el departamento. Se trata de la coral, la bothrops o mapaná, y la cuaima.
Según definen los expertos, la mayoría de los accidentes son casuales: cuando una persona va a levantar leña de un lugar o por caminar en chancletas por matorrales.
Cuando alguna de estas especies peligrosas se ve amenazada, ataca. Luego, vuelve a su lugar, “es una manera que tienen de defenderse, no lo hacen con la intención de matar o gastar su preciado veneno”, dice Bastos.
Son Positivas
Al margen de esta condición amenazante al ser humano, Bastos explica que las serpientes tienen un rol ecológico importante y positivo.
Por ejemplo, se alimentan de roedores, un mamífero que en un año y medio puede tener hasta un millón de descendientes.
Algunas culebras sirven de alimento para especies como halcones, e inclusive otras se comen a las que sí son venenosas.
Bastos explica que las culebras, aunque tienden a engañar por su similitud con las víboras por compartir el mismo cuerpo largo y esbelto, existen formas definitivas para diferenciarlas.
¿Cómo saberlo?
La mayoría de las serpientes venenosas tienen una pupila que se asemeja a la de un gato; con una forma oblonga con extremos puntiagudos, como una hendidura en el centro del ojo.
Las serpientes no venenosas usualmente tienen pupilas redondas.
Sin embargo, existe la excepción como la serpiente de coral, muy venenosa, que tiene pupilas redondas.
Según la Fundación Catatumbo, en la región una gran cantidad de asesinatos innecesarios de serpientes inofensivas ha sucedido por miedo y confusión.
Los principales son de la falsa coral que es confundida con la verdadera por sus colores, y la ‘ojo de gato’ que se asemeja a la talla x o mapaná.
Para diferenciarlas, Bastos sugirió algunas recomendaciones.
Falsa coral
En el caso de la coral, explica el experto, la mejor forma de diferenciarla es por el tamaño de sus ojos.
Los ojos grandes comparados con el tamaño de su cabeza, indican que la serpiente es una falsa coral.
En la verdadera, los ojos son muy pequeños comparados con el tamaño de su cabeza.
Los colores de los anillos son el mayor indicador. Si tiene un anillo negro o tres seguidos, es de la familia de las corales, sin embargo si tiene dos, significa que es una falsa coral, no venenosa.
Además, por lo general las verdaderas corales unen sus anillos en el vientre formando anillos cerrados. Las falsas corales no tienen anillos completos y su vientre es de color blanco.
Falsa Mapaná
Una serpiente muy común en Norte de Santander y a la cual se le acredita el mayor porcentaje de mordeduras, es la “Bothrops asper” o comúnmente llamada talla equis, mapaná, barba amarilla, terciopelo, cuatro narices, yarará, entre otros.
Bastos explica que es una serpiente tímida y escurridiza que puede llegar a medir hasta 1,8 metros en edad adulta y vive entre la hojarasca de los bosques.
Esta especie es confundida con la Leptodeira annulata o culebra ‘ojo de gato’ que adopta las características como el mimetismo, pero no es peligrosa.
Su color es marrón medio a oscuro o incluso negro, con un patrón dorsal distintivo que consiste en una serie de diseños triangulares a ambos lados del cuerpo.
Sin embargo, su piel no es lisa como la ojo de gato, sino que tiene escamas dorsales gruesas.
Además, su cabeza es más triangular en forma de lanza y aplastada.
La Fundación Catatumbo resalta que si no está seguro de si es o no una serpiente venenosa lo mejor es abstenerse de manipularla y dejarla continuar su camino.
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