El alarmante aumento de los incendios en la Amazonía brasileña se debe en gran parte al avance de la deforestación y no a la temporada seca, como sostiene el gobierno de Jair Bolsanaro, explicó Paulo Moutinho, investigador del Instituto de Pesquisa Ambiental de Amazonía (IPAM).
El ministro de Medio Ambiente, Ricardo Salles, dijo que el avance de los incendios se debe “al tiempo seco, el viento y el calor”.
Sin embargo, ¿eso es así?
La deforestación explica la mayor parte de los incendios. Históricamente, [los incendios] están ligados al avance de la deforestación, combinada con períodos de temporada seca intensa. Pero en este año 2019 no tenemos una sequía tan severa como la de los años anteriores y hay un aumento sustancial de los incendios.
Así que todo indica que la temporada seca no es ni mucho menos el factor predominante. Si hubiera habido más sequía, habría sido mucho peor.
¿Cómo se provocan?
Los incendios siempre tuvieron la mano del hombre; el fuego se usa para limpiar las áreas ya deforestadas, para abrir caminos o para preparar la tierra de cultivo. La falta de prevención hace que esos incendios se propaguen a áreas que no se quería quemar y que están más secas. Muchas veces, si no se extinguen con la lluvia, terminan encontrando barreras de vegetación más densa y húmeda y se apagan.
¿Cuánto tardan en recuperarse esas zonas?
En la Amazonía, las llamas recorren el suelo de la selva y su acción es suficiente para causar la muerte de árboles muy grandes, hasta dos años después del incendio. Los árboles muertos pierden las hojas y eso hace que haya más sol entrando en la selva, lo que provoca que esa vegetación se vuelva más inflamable.
Si no hay nuevos incendios, se tarda varias décadas en recuperar la misma densidad. En algunas regiones, las zonas quemadas son invadidas por otras especies de zonas más áridas, como del cerrado [la sabana brasileña, el segundo mayor bioma de Brasil].
¿Qué consecuencias dejan esos incendios?
De entrada se pierde diversidad biológica y la función de la selva, de abastecer a la atmósfera de nubes para producir lluvia. Pero además la humareda sobre las ciudades de la Amazonía deja graves consecuencias para la salud, con graves problemas respiratorios. Y eso se traduce en daños económicos.
¿La política del gobierno de Jair Bolsonaro incentiva los incendios?
No tengo datos para responder a eso (...). Puedo decir que el problema es muy grave y el gobierno debería iniciar inmediatamente una campaña de control y prevención de la deforestación. Es un proceso que hay que interrumpir. La ocupación ilegal de tierras públicas es un robo a los brasileños. En gran parte, la deforestación es para especular y revender esa tierra más tarde.
¿Cuánto ya fue deforestado en la Amazonía?
El área de la cuenca amazónica deforestada [que abarca Brasil y otros países] equivale al tamaño de Francia. Es más o menos un 20%. Todavía queda un 80% de selva en pie. Todavía estamos a tiempo de evitar un colapso funcional de la selva, pero la solución tiene que ser rápida.
Hay que tener en cuenta además que la degradación de la selva no se da solo por la deforestación. También por el efecto del cambio climático, por fenómenos, cada vez más frecuentes, como ‘El Niño’, que trae mucha sequía a la Amazonía.
Siete datos sobre la Amazonía
1. Bosque tropical más grande del mundo
Tiene una superficie de 5,5 millones de kilómetros cuadrados y un tesoro ecológico amenazado por la creciente deforestación y los incendios forestales.
2. Santuario de la biodiversidad
La cuenca del Amazonas, que abarca 7,4 millones de kilómetros cuadrados, cubre casi el 40% de América Latina y se extiende por nueve países: Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana Francesa, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela. Alrededor del 60% está en Brasil.
La selva amazónica, de la cual 2,1 millones de kilómetros cuadrados son zonas protegidas, alberga un santuario de biodiversidad único en el mundo. Una cuarta parte de las especies de la Tierra se encuentran allí, es decir, 30.000 tipos de plantas, 2.500 especies de peces, 1.500 de aves, 500 de mamíferos, 550 de reptiles y 2,5 millones de insectos, según la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA).
En los últimos 20 años se han descubierto 2.200 nuevas especies de plantas y vertebrados.
3. ‘Pulmones de la tierra’
Contiene un tercio de los bosques primarios del mundo y, a través del río Amazonas y sus afluentes, proporciona el 20% del agua dulce no congelada de la Tierra. El Amazonas es el río más grande del mundo y, según algunas versiones, desde que se realizó una nueva investigación en 2007, es también el más largo, con una extensión de hasta 6.900 kilómetros.
El bosque actúa como un sumidero de carbono, absorbe más CO2 del que emite y libera oxígeno, además de almacenar de 90.000 a 140.000 millones de toneladas de CO2, lo que ayuda a regular el calentamiento global, según el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).
4. 420 tribus
La Amazonía ha estado habitada durante al menos 11.000 años y hoy cuenta con 34 millones de personas, de las cuales dos tercios viven en ciudades. Casi tres millones son indios que integran unas 420 tribus diferentes, de las cuales alrededor de 60 viven en total aislamiento, según la OTCA. Los indios del Amazonas hablan 86 lenguas y 650 dialectos.
La tribu amazónica más grande es la Tikuna, que cuenta con unos 40.000 miembros que viven en Brasil, Perú y Colombia, según la organización Survival International.
5. Manaos, la ‘capital’ amazónica
Manaos es la capital del estado de Amazonas, la más grande de Brasil y abarca 1,5 millones de km2. Fundada por los portugueses en 1669 a orillas del río Negro, cerca de su confluencia con el río Amazonas, Manaos tiene una población de 1,8 millones de habitantes.
Después de una rápida expansión a fines del siglo XIX debido al comercio del caucho, la ciudad entró en un gran declive hasta la creación de una zona de libre comercio en 1967.
Manaos ahora vive principalmente de su sector industrial, importando repuestos e insumos y exportando productos finales, especialmente equipos electrónicos. Manaos es el tercer centro económico principal de Brasil.
6. Deforestación masiva
Según el WWF, casi el 20% de la selva amazónica ha desaparecido en el último medio siglo, y esto se está acelerando. Desde que el presidente Jair Bolsonaro asumió el poder a principios de 2019, la tasa de deforestación medida en julio fue casi cuatro veces mayor que el año anterior, según un sistema satelital conocido como DETER, que es utilizado por el Instituto Nacional de Investigación Espacial (INPE).
Según el INPE, que rastrea la tala de la selva tropical, alrededor de 2.254 km2 de la selva amazónica fueron cortados en julio, un aumento del 278% respecto al año anterior.
Las principales causas de la deforestación son la producción de soja y ganadería, la construcción de represas hidroeléctricas y carreteras, la industria minera y los incendios forestales.
Las cifras del INPE muestran que se registraron cerca de 73.000 incendios forestales en Brasil entre enero y agosto, la cifra más alta en cualquier año desde 2013. La mayoría de ellos se registraron en el Amazonas. Eso es de alto impacto si se compara con los 39.759 registrados en todo 2018.
7. Riqueza mineral
Además de su rica biodiversidad, la Amazonía es rica en recursos minerales como oro, cobre, tantalio, mineral de hierro, níquel y manganeso.