Colombia se halla en una encrucijada ambiental sin precedentes con indicadores de deterioro de su territorio que preocupan, reveló el informe Planeta Vivo, de la WWF, primera vez que se hace para el país.

Luis Germán Naranjo, director de Conservación de esa organización, dijo a El Colombiano que el modelo de desarrollo económico basado en la extracción de los recursos naturales renovables o no, en la expansión agrícola mecanizada y en el avance de infraestructura sin considerar las variables ambientales, entre otras, unas realidades fomentadas por políticos y funcionarios, ha derivado en la actual situación.

La información de Planeta Vivo indica que 31% del área de los 85 granes ecosistemas ha sufrido alguna transformación, destacando que en el periodo 1985-2005 solo los ecosistemas de páramo tuvieron una pérdida anual de 17%.

La WWF advirtió que 2,2% de las especies del país se encuentran en una de las tres categorías de amenaza de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (Peligro Crítico, Amenazada,Vulnerable). De las 1853 especies de plantas amenazadas, 665 (36%) están amenazadas de extinción, siendo más preocupante el estado de los animales: de 284 especies de animales terrestres, 41 están en PC, 112 amenazadas y 131 son vulnerables.

“De avanzar estas tendencias, Colombia tendría que borrar de la lista de su biodiversidad especies de abejas que cumplen funciones críticas de los ecosistemas, colibríes (Trochilidae), paujiles (Cracidae), loros (Psittacidae) y monos araña, entre otros”, reveló el informe.

Se destaca además la amenaza a las especies de peces dulceacuícolas. La captura en la cuenca del Magdalena disminuyó casi 90% desde la década del 70, mientras los desembarcos en la cuenca del Orinoco se redujeron 85 % entre 1997 y 2009. En la del Putumayo, el descenso de 1992 a 2009 fue de 80 %.

Así, el bocachico Prochilodus magdalenae y el bagre tigre Pseudoplaystoma fasciatum han desaparecido prácticamente de las cocinas nacionales.

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“De 79 especies de anfibios, reptiles, aves y mamíferos dulceacuícolas analizadas en los correspondientes libros rojos, 22,8 % está en peligro crítico, 44,3 % en peligro y 32,9 % se considera vulnerable”, dijo Planeta Vivo.

El agua

La afectación no solo cobija especies, ecosistemas y cuencas. El agua se está reduciendo a pasos acelerados. En 1985 había una disponibilidad de 60 000 metros cúbicos por habitantes, reduciéndose a 2014 a menos de 45 000 metros cúbicos.

De seguir las tendencias actuales de uso y abuso, en 40 años la disponibilidad será de 1000 metros cúbicos por persona.

El país tiene 42,3 millones de hectáreas para uso agropecuario, de ellas 33,8 millones se dedican a la ganadería. Pese a todo ese potencial, en Colombia 4,4 millones de personas están subalimentadas.

El informe de WWF reveló que 35 % del territorio nacional se usa para ganadería, pese a que solo la mirad de esa área tiene vocación pecuaria, advirtiéndose que la ganadería transformó 54% de las coberturas de humedales modificadas, afectando 1,18 millones de hectáreas de humedales permanentes y temporales.

La expansión agrícola contribuyó con el 55,7% de la transformación de coberturas o cambios de uso del suelo.

La superficie de suelo cubierta por títulos mineros pasó de 1 millón de hectáreas en 2000 a 8,5 millones en 2010.

En la región Pacífico hay 79 000 hectáreas degradadas por la minería ilegal. Para la WWF preocupa que entre 2005 y 2009 aumentó de manera significativa los títulos otorgados en zonas de páramo, siendo más de 400 en 2010.

Todo esto ha afectado la biodiversidad, a lo que hay que sumarle que entre 1996 y 2010 Colombia fue la segunda exportadora mundial de reptiles vivos (2,9 millones) y pieles de reptiles (9,6 millones).

Planeta Vivo concluyó que “aunque durante los últimos años se ha señalado que Colombia tiene una huella ecológica relativamente baja, no es posible afirmar que esto indique que nuestra sociedad sea ambientalmente sostenible”.

“No se pretende mostrar un estado catastrófico. La idea es que se puede cambiar el modelo del desarrollo”, de acuerdo con Naranjo.

El informe declaró que “el cambio que Colombia requiere en el paradigma de desarrollo debe contemplar el mantenimiento y el manejo sostenible de la infraestructura ecológica –entendida como los ecosistemas terrestres, marinos y de agua dulce y los servicios ecosistémicos– como un elemento fundamental para garantizar la sostenibilidad de las estrategias de desarrollo que se planteen”.

La intención es que el informe, cuya periodicidad no se ha definido, sirva de base para evaluaciones de la biodiversidad del país.