La musicoterapia, que se viene impulsando en Cúcuta, mejora el ánimo, saca la depresión y baja la estancia hospitalaria, según el médico Arturo Arias.
La música en la UCI “pega en el alma”
La idea errónea que se tenía de las salas de cuidados intensivos, de ser sitios impenetrables, intocables, con olor a enfermo y a muerto, de sitios con un alto contenido de desesperanza y tristeza, y de médicos con caras de bravos, ha empezado a cambiar en Cúcuta en los últimos años para bien de los pacientes y de sus familiares.
Una corriente de humanización empezó a recorrer los cubículos de las salas de cuidados intensivos y cuidados intermedios, dejando a muchos con la boca abierta al ver a pacientes entubados y con catéteres enganchados en sus cuerpos, tomar el sol debajo de un palo de mango, como ocurre en el Hospital Universitario Erasmo Meoz, en un programa que impulsan los médicos internistas intensivistas Zulma Urbina y Ronal Peñaloza.
O a abuelos embelesados escuchando una tonada de violín en la vespertina. O a niños con cáncer jugueteando con su perrito en su cama.
El médico intensivista de la Clínica Norte, Arturo Arias Antun, uno de los pioneros de esta ‘revolución’ que se vive en el interior de hospitales y clínicas de Cúcuta, dice que no todos los que ven estas cosas les creen lo que hacen, pero que causan un efecto bueno, lo causan.
(En el Hospital Erasmo Meoz, los pacientes de la sala de cuidados intermedios son sacados a los patios del centro médico a recibir el sol, tal como ocurrió con William Antonio Mejía.)
¿Cómo explicar en breves palabras que los hospitales se están humanizando, es que acaso nunca lo han estado?
Hemos aprendido que hay que reorganizar el sistema. Hay ocho líneas de humanización, que todos los hospitales dicen que cumplen, pero cierran las puertas, no hablan con nadie, hacen mala cara, sueltan la noticia sin importar las emociones, y resulta que no hemos aprendido que los hígados, los riñones, el corazón y el páncreas tienen un ser humano que los posee, y este ser humano tiene una historia de valores, una biografía, no se trata del simple agricultor o el albañil pega ladrillos.
¿A qué se le está apostando con este cambio?
El proyecto de la Fundación Humanizando las Unidades de Cuidados Intensivos (FHUCI) radica en ver lo invisible, a ver el miedo, la desesperanza, la vulnerabilidad, el temor a la muerte, a la incertidumbre. Le estamos apostando al bienestar del paciente en estas unidades.
¿Eso qué implica para el paciente, la familia y, por supuesto, para el personal que presta la atención?
Resulta que usted está bien y de un momento a otro tiene un accidente y cae en coma. De pronto despierta y tiene un tubo en la boca, uno en la nariz, un catéter en la subclavia y uno en la arteria femoral, está tumbado y amarrado, y está en un mundo que no conoce. Y afuera hay un letrero que dice ‘estamos para cuidarte’, y está amarrado, y posiblemente no tiene los mejores medicamento ni la mejor atención, y resulta que usted no es usted, es una extensión de la familia, y esta está afuera y no le dan información, y no le dicen cómo está, y no le dicen la verdad, y todos los médicos dicen una versión diferente, y entonces la familia entra en una locura de desesperanza, y entonces la familia está desesperada, está hostil, tiene mala comunicación, y el médico no sabe comunicar, solo dice: el de la sala cinco va a morir.
Todo esto es lo que tiene que cambiar y lo que pretendemos que cambie con nuestro proyecto.
Volvamos a las salas de cuidados intensivos. ¿Cuál es la estrategia con los pacientes moribundos que llegan a estas salas?
En este desorden de desesperanza, aparece la música, pero la música no es armar un baile o una parranda en un cubículo. Estamos impulsando la musicoterapia y la sonoterapia. No es ir con una orquesta y armar una bulla, porque la canción que a usted le recuerda algo bonito, al vecino le trae malos recuerdos. La musicoterapia es individual.
¿Cómo han recibido esto los médicos y las enfermeras?
La Fundación Humanizando las Unidades de Cuidados hizo el año pasado el primer seminario en Colombia sobre musicoterapia y cuidados intensivos. No fue ningún intensivista, fueron pediatras, enfermeras, veterinarios, zootecnistas. Aún persiste la apatía a este cambio.
¿Los pacientes cómo están recibiendo el mensaje?
La música, está comprobado, activa zonas en el cerebro para despertar felicidad, esperanza, recuperación. La música pega en el alma. Hoy en día está claro que la entrada de musicoterapia a los cubículos de cuidados intensivos mejora el ánimo, saca la depresión, baja la estancia hospitalaria, y es todo un proceso y un proyecto.
LO: ¿En qué consiste la terapia dentro de la UCI?
En la clínica Norte, por ejemplo, hacemos un concierto cada 15 días, con donaciones de pacientes que acompañamos a morir en casa. En nombre de ellos damos un concierto de violín, ahora estamos con Nassir Villabona, una artista cucuteña. Y entonces la gente que está en cuidados intensivos se alegra, sonríe, le cambia el genio, se anima.
¿No es contraproducente entrar con instrumentos a una sala donde lo que requiere el paciente es quietud, calma?
Para nada. Los conciertos son individuales. Es todo un protocolo. Se le pide permiso a los otros pacientes. Hemos tenido cuatro años de musicoterapia y sonoterapia. Una vez íbamos a empezar un concierto y un paciente empezó a morir en ese momento, y entonces nos dijimos, ¿qué hacemos?; nos acercamos a la familia y nos dijeron, no se preocupen, sigan con el concierto, a él le encanta la música.
¿Con qué otra terapia han incursionado?
La mascoterapia. Hoy en día es común escuchar de la gente que la familia es el perro o el gato. Para mucha gente que vive sola esa es su familia, entonces, cuando por algún motivo ingresan a una UCI, quién más le visita que le agrade, pues su mascota. Cuando quiere abrir sus ojos quiere ver su mascota, y entonces, hemos adecuado un protocolo para impulsar esta terapia.
Pueden pensar que estamos locos, pero locos los españoles, en España es obligatorio traer perros a las unidades de terapias intensivas. Cuando usted toca un animal transmite energía, se le quita lo malo.
Por otro lado, en el hospital Erasmos Meoz también se impulsa la terapia de sacar de las salas de cuidados intermedios a sus pacientes , para que reciban el sol en el patio, e interactúen con sus familiares.
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