¿Qué son los coronavirus y cómo nos afectan?

En este momento se conocen siete tipos de coronavirus que infectan a los seres humanos. De ellos cuatro, 229E, NL63, OC43, y HKU1, son los que causan el resfriado común que todos podemos padecer, especialmente en los inviernos y en épocas de frío. Los otros tres, MERS-CoV, SARS-CoV y el que actualmente está afectando al mundo, COVID-19, son mutaciones de un coronavirus que se encuentra en murciélagos y que a ellos no les producen ninguna enfermedad.

¿Qué tan peligrosos son los coronavirus?

Con la excepción de SARS, MERS y el actual COVID-19, sólo producen síntomas molestos pero sin ningún peligro. Podemos decir que convivimos con ellos.  Pero los otros tres pueden ser letales. En la epidemia de SARS de 2003, la letalidad fue de 10%. Entre 2012 y 2019, 23% de los infectados con MERS murieron. En la epidemia actual, el porcentaje de muertes es menor del 3.4%, pero su propagación ha sido demasiado rápida. En un poco más de un mes hay más de 87.024 infectados en varios países, principalmente en China, pero con brotes alarmantes por su agresividad en Italia.

 Mediciones de temperaturas regulares, mascarillas obligatorias en los comercios y seguimiento de habitantes con las nuevas teconologías han pasado a formar parte de la vida diaria en China, donde la movilización nacional contra el coronavirus se manifiesta en todas partes.

¿El COVID-19 es letal para cualquier persona infectada?

No. Por razones aún desconocidas, de las 45.000 personas inicialmente infectadas, murió el 2,8% de los hombres y el 1,7% de las mujeres. Aunque los epidemiólogos hacen énfasis en que se necesita una muestra más grande de infectados y muertos, esta misma tendencia se vio en el caso de la epidemia causada por SARS.  Hay varias hipótesis para explicarlo. Una de ellas es que el gene que codifica el receptor del coronavirus se encuentra en el cromosoma X y, dado que las mujeres tienen dos cromosomas X y los hombres sólo uno, es posible que la mujer esté parcialmente protegida.  Otras teorías hablan de que son las hormonas femeninas las que dan alguna protección.

Por otro lado, la mortalidad está asociada a la edad y a enfermedades preexistentes en pacientes mayores de 60 años y especialmente, después de los 80. Esto parece tener que ver con una respuesta inmunológica menor y una respuesta inflamatoria. La tasa de mortalidad en personas saludables, sin importar la edad, y en menores de 60 años, es muy pequeña y en jóvenes se acerca a cero.

¿Cómo ocurre la infección?

Cuando una persona se expone a un virus, normalmente éste no pasa de las vías respiratorias superiores y sus efectos son muy leves o no se dan. Por razones desconocidas aún, el COVID-19 logra pasar esta primera barrera y entrar a tracto respiratorio inferior. En todas las células epiteliales ciliadas de los dos tractos respiratorios, superior e inferior, se encuentra el receptor ACE-2 (Enzima convertidora de angiotensina 2) al que se unen las espigas o púas que sobresalen de la envoltura del coronavirus. Esta unión permite que el virus entre a las células, se apodere de su maquinaria genética para producir más virus los que eventualmente hacen estallar la célula y pasan a infectar células aledañas, destruyendo el tejido. El receptor ACE-2 también se encuentra en los neumocitos tipo 2, células que se hallan en los alvéolos y que producen proteínas que los lubrican. Cuando el virus se une al receptor, se genera una respuesta inmunológica que en primera instancia produce inflamación y se liberan interferones a partir de las células de la respuesta inmune. Esta respuesta rápidamente neutraliza la infección. Sin embargo, en personas que tienen comprometida su respuesta inmunológica por enfermedades subyacentes, el virus logra entrar, destruir la célula infectada, producir más partículas virales y al final puede destruir el epitelio de los alvéolos con lo que se produce lo que llamamos neumonía, hay dificultad en el intercambio de gases y finalmente hay colapso respiratorio. 

¿Son efectivas las medidas recomendadas para prevenir la infección?

Sí. Hay que tener en cuenta que los virus son esencialmente cristales compuestos de proteínas y un ácido nucléico. No están vivos. Son partículas inertes. No se pueden reproducir, a no ser que infecten células. No tienen movimiento. Por consiguiente, para llegar de una persona a otra, tienen que ser transportados en las goticas de saliva que salen al ambiente cuando hablamos o tosemos. El COVID-19 es una partícula muy grande que no atraviesa las telas de las que están hechos los tapabocas. Así pues, la manera más efectiva de protección es usar tapabocas. Como son partículas inertes, si caen sobre una superficie se mantienen allí, lo mismo que si fueran partículas de polvo. Si tocamos pasamanos, mesas o cualquier superficie en la que se encuentre el virus, pues se nos va a quedar en las manos. Y si luego nos pasamos la mano por cualquier mucosa o comemos algo sin lavarnos las manos, pues el virus entra en nuestro cuerpo. Por consiguiente, la segunda precaución fundamental, es bañarnos las manos bien con agua y jabón cada vez que hayamos tocado cualquier superficie donde pudiera estar el virus y ¡siempre! antes de comer. Estas son las medidas que aconseja la Organización Mundial de la Salud y las que son recomendadas por nuestro Ministerio de Salud.

Finalmente, no nos dejemos llevar del pánico ni hagamos caso a noticias falsas.  Y sigamos las recomendaciones de las autoridades de Salud.

(La información presentada ha sido obtenida del Scientist, de Scientific American y de algunos artículos publicados on-line, pero que no han sido sometidos a arbitraje por pares.)

*Por: Carlos Corredor | Químico de la Universidad Tennessee Wesleyan, máster en Ciencias de la Bioquímica Médica, de la Universidad de Missouri, y Ph.D. en Bioquímica de la Universidad de Duke.
Vicerrector de la Universidad Simón Bolívar en su sede Cúcuta.