Psicólogos hablan con La Opinión sobre este temor debido a la pandemia de COVID-19.
El ‘síndrome de la cabaña’, el miedo a salir después de la cuarentena
Desde hace más de seis meses el 2020 se convirtió en un año inolvidable para el mundo, pero no por acontecimientos exclusivamente satisfactorios, sino por la pandemia de la COVID-19, el virus que llegó para cambiar las dinámicas de vida de todos los habitantes del planeta.
En Colombia, las cuarentenas obligatorias ya finalizaron. Desde el 1 de septiembre el país está en la fase de aislamiento selectivo con distanciamiento individual responsable, cuyo objetivo es lograr la reapertura económica de los diferentes sectores que se vieron obligados a cerrar sus puertas para evitar la propagación masiva del coronavirus.
Algunos han denominado este proceso como la “nueva normalidad” que, si bien es cierto, era la más esperada por los ciudadanos, para poco a poco retomar la vida que tenían hace meses. Para otros, ha significado un caos total, pues se acostumbraron tanto a estar confinados, que ahora les cuesta demasiado volver al mundo exterior.
Mientras que muchas empresas quebraron debido a la pandemia, otras debieron enfocarse en una modalidad que, aunque ya existía, no era 100% utilizada: trabajo desde casa o teletrabajo.
Esta se convirtió en la opción más efectiva y segura para que la economía no decayera por completo. No obstante, ha dejado en evidencia que pasar demasiado tiempo en casa para dedicarse al trabajo, los hijos, las labores diarias del hogar y demás, puede ser perjudicial para la salud.
¿Miedo a contagiarse?
Muchas personas llevan varios meses confinados en casa, algunos en familia y otros completamente solos y llevan un periodo de encierro alejados de la vida social y relacionados únicamente con la virtualidad a través de las redes sociales.
Si a estas circunstancias se unen el temor para salir a la calle, de volver a ver a las personas, retomar el lugar de trabajo presencial, miedo a contagiarse del virus, desánimo, ansiedad, entre otros factores, podrían indicarle que están padeciendo el ‘síndrome de la cabaña’ que, aunque no está determinado como trastorno o enfermedad, si podría afectarle emocionalmente.
“La costumbre nos lleva a sentirnos como en un estado de confort, porque las personas en casa se sienten protegidas, están sin tapabocas, desde la casa pueden hacer todo y se van acostumbrando demasiado a ese estilo de vida, tanto, que al final todo les da miedo y llegan a generar a nivel mental una serie de ansiedad cuando les toca salir”, explicó Eilyn Prieto, psicóloga especialista en riesgos laborales, seguridad y salud en el trabajo.
La profesional aseguró que, durante la pandemia, muchos pacientes la han consultado, ya que han experimentado más de una vez, ataques de pánico.
“Lo que he notado en estos meses es que han aumentado los trastornos de ansiedad, pérdida del sueño, pérdida del apetito, o aumento del apetito. Además, asumir todas las tareas al tiempo, el colegio con las clases virtuales de los niños, el trabajo o teletrabajo, estar conectados todo el día, extender los horarios de trabajo a las horas que normalmente eran de descanso”, añadió Prieto.
Sumándole a esto, las labores doméstica se han entremezclado con las laborales, por lo que todo esto al tiempo ha significado el aumento del estrés y la ansiedad, según cuenta la psicóloga, más en mujeres que en hombres.
De acuerdo con Amable Cima, profesor de Psicología en la Universidad CEU San Pablo, el ‘síndrome de la cabaña’ es una reacción defensiva de una parte de la población que, ante una situación inesperada como la pandemia del coronavirus, “entiende que la mejor manera de enfrentarse a ella es hacerlo allí donde más control se puede ejercer: en su casa”.
Confusión y zona de confort
En un principio, la casa se convirtió en la ‘cárcel’, donde todos debían estar confinados para evitar contagiarse del virus, viviendo bajo la presión de la virtualidad, las actividades online, llamadas y videollamadas, etc.
Luego, se transformó en refugio, puesto que las personas empezaron a sentir que estaban en su “zona de confort”, pues sin necesidad de salir de la vivienda podían trabajar, solicitar domicilios de cualquier tipo, comunicarse con amigos, familiares y vecinos mediante distintas plataformas y no gastar en transporte público o en combustible para el carro o la motocicleta.
El profesional Cima indica que han existido circunstancias como la sobreinformación de los medios de comunicación, lo que genera confusión a las personas sobre lo que realmente está pasando en el exterior.
“Algunos mensajes poco claros o contradictorios, por ejemplo, respecto al uso de las mascarillas transmitidos a la población. Ello dio lugar a la aparición de respuestas de miedo, tensión nerviosa o angustia, que en muchos casos han ido tomando forma de episodios depresivo-ansioso, de mayor o menor intensidad según los antecedentes y las circunstancias personales”, detalló Cima.
¡Sí se puede superar!
Los expertos coinciden en que la mejor forma de afrontar el malestar que produce el ‘síndrome de la cabaña’ es asimilar que se trata de una respuesta natural, luego de haber pasado tanto tiempo en confinamiento, pero también, resaltan la importancia de aprender a adaptarse a la nueva realidad que cada día permite mayor libertad.
“Todo tiene un sentido. El esfuerzo que todos hemos hecho para adaptarnos al confinamiento ha sido muy intenso. Ahora, hay que cambiar de contexto, lo que requiere también cambiar de registro, y cambiar de registro exige habilidades de afrontamiento, que a su vez precisan de tiempo y nuevos aprendizajes”, manifestó Pilar Guerra, psicóloga clínica.
Las recomendaciones para hacer más llevadera esta adaptación a la nueva realidad son: ante todo, darnos tiempo para poder gestionar toda esta situación, así como también, vivir el día a día, para evitar crisis anticipadas sin saber realmente que va a pasar.
Trabajar en otras áreas que compensen el sobre pensamiento y el estrés, puede ser a través de la meditación. Elegir situaciones y personas que aporten tranquilidad, y evitar las situaciones conflictivas.
El autocuidado es sumamente importante, teniendo en cuenta que se ha necesitado muy poco para sobrellevar estos meses, lo que deja en evidencia la enorme capacidad de adaptación que todos pueden llegar a tener, por lo que es fundamental también, revisar nuestras necesidades y prioridades.
Intervención psicosocial
El Ministerio de Trabajo, mediante la circular 0064 del 07 de octubre de 2020, estableció acciones mínimas de evaluación e intervención sobre los factores de riesgo psicosocial, promoción de la salud mental y la prevención de problemas y trastornos mentales para los trabajadores en medio de la COVID-19.
En relación con el teletrabajo y la vida familiar, recomiendan al empleador no asignar cargas de trabajo diferentes a las que correspondan dentro de la jornada laboral, resaltando que los días de descanso deben ser respetados al igual que los fines de semana.
En cuanto a los factores de comorbilidad, trabajo y aspecto psicosocial, es obligación de las empresas contar con un censo actualizado de talento humano con morbilidades preexistentes que los haga más vulnerables al coronavirus.
Así, respetar el tiempo de incapacidad de los pacientes y establecer medidas especiales de protección al talento humano contribuye en la situación. Las empresas tendrán que cumplir con todas las normas, protocolos y guías relacionados con la salud mental y factores de riesgo psicosociales.
Las Administradoras de Riesgos Laborales deben desarrollar acciones de prevención e intervención, para evitar el estrés y emociones adversas.
Aspecto psicosocial del trabajo en casa
El Ministerio de Trabajo, en relación con las actividades durante el trabajo en casa, recomienda que este debe ajustarse a las disposiciones laborales referentes a la jornada máxima legal permitida, esto es 8 horas diarias y 48 horas semanales.
Adicional a esto, resalta que las horas extras, diurnas o nocturnas, no pueden exceder las 2 horas diarias y 12 semanales.
El derecho a la desconexión digital debe garantizarse, reconociendo que los trabajadores y empleadores deben ceñirse al horario y jornada de trabajo, para prevenir impactos psicológicos negativos.
Si por petición del empleador, el trabajador debe laborar una jornada superior a la máxima legal, procede el pago de horas extras y recargo por trabajo de dominicales y festivos.
Deicy Sifontes | deicy.sifontes@laopinion.com.co
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