Cada día, dos personas ingresan al Hospital Erasmo Meoz de Cúcuta con síntomas de un accidente cerebrovascular (ACV), o derrame cerebral, ignorando que lo están sufriendo, pues lo llegan a confundir con una fuerte migraña. 

Y solo el 1% de estos pacientes llega a tiempo para suministrárseles un poderoso medicamento que los ayuda a destapar los vasos sanguíneos y evitar daños irreversibles. El restante queda con graves secuelas que les impide volver a desempeñar rutinas simples como caminar, hablar, comer; o peor aún, terminan con muerte cerebral.

Según la Asociación Colombiana de Neurología, el ACV es la principal causa de discapacidad en el país, y en promedio afecta a 45 mil colombianos por año. Lo impactante es que el 38% de las personas no conoce los síntomas y no acude al médico creyendo que puede controlarlos desde la casa con una pastilla para el dolor.

Por estas razones, el Meoz viene desarrollando desde hace un año el proyecto Angels, que consiste en que todos sus empleados sepan identificar las señales en una persona que esté sufriendo un ACV, para poderle inyectar la droga que evitaría su muerte. 

La doctora Zulma Urbina Contreras, internista, intensivista, neurointensivista y líder de este proyecto, explica que un adulto posee 100 mil millones de neuronas, y durante un ACV se le van muriendo 2 millones por minuto.

“Se debe atender en las primeras cuatro horas y media desde que se presenta este episodio para ponerle la RTPA en dos dosis, así tiene más posibilidades de volver a recuperarse casi en su totalidad. Lamentablemente no llegan en la fase hiperaguda para ponerle el medicamento, sino que llegan evolucionados y ya con graves daños”, dijo.

Carmen Susana Lizcano sobrevivió y se recuperó en su totalidad de un episodio de ACV hemorrágico gracias a la rápida y oportuna atención del Hospital Erasmo Meoz.

Vive para contarlo 

Pese a que esta enfermedad se presenta según el Sistema de Información Territorial de ACV, con mayor impacto en las mujeres entre los 50 y 85 años, Carmen Susana Lizcano, a sus 43 años, es un claro ejemplo de que puede ocurrir a cualquier edad, y de que sí se puede superar.

En la mañana del 22 de junio de 2018, Carmen llegó, como cualquier otro día, a desempeñar su labor de empleada de limpieza en el Meoz. Jamás imaginó lo que estaba por venir. 

“Los días anteriores estuve bien, aunque esa mañana sí tenía un fuerte dolor de cabeza. Llegué, tomé café y una mano no me respondió para coger la taza; sin embargo, no le di importancia.  Entré en una oficia a hacer el aseo, todos me miraron y me empezaron a preguntar si estaba bien”, relató. 

Carmen podía caminar y tenía plena consciencia, pero estaba sufriendo un ACV. Afortunadamente el estar rodeada de médicos permitió que fuera remitida de inmediato por urgencias. 

“Recuerdo que la lengua se me enredaba, la sentía redonda, pero yo insistía en que no tenía nada”, dijo mientras recordaba con la piel erizada aquellos instantes. 

Bastó media hora más para que perdiera la consciencia y despertara tres días después en una camilla, entubada, en la unidad de cuidados intensivos. 

“Estoy viva de puro milagro y gracias a que me ayudaron sin perder tiempo”, puntualizó.

Carmen permaneció 12 días en la Uci, luego fue llevada a piso por 8 días, y posteriormente la remitieron a la clínica Duarte, donde estuvo 12 días más.

Sin embargo, fue poco tiempo para una recuperación, como ella misma la llama, ‘milagrosa’, pues logró salir caminando del centro de salud.  Ahora ya se encuentra laborando de nuevo, y solo debió guardar un mes más de reposo. 

El pronóstico es alentador y ya puede desempeñar sus tareas normales en su trabajo, aunque no hay garantía de que este episodio no se vuelva a repetir. 

“Los médicos fueron claros con que en cualquier momento me puede dar otro ACV; además soy hipertensa, antes no lo sabía. Quizás por la tensión alta me dio el primer derrame; eso fue lo que me explicaron”, agregó. 

Esta sobreviviente del ACV se encuentra a la espera de una última revisión de control y asegura que aprovecha al máximo la oportunidad de vida al lado de su esposo y sus cinco hijos, pues a simple vista es imperceptible que haya sufrido este grave padecimiento.

La doctora Zulma Urbina, lidera el proyecto Angels en el Meoz, que busca disminuir los episodios de ACV con daños irreversibles en Cúcuta.

Conozca los síntomas

Esta afección se divide en dos tipos: isquémico (obstrucción de vasos), que lo sufren en el 90% de los casos; y el hemorrágico (vasos reventados), que es el 10% y dentro de este último rango, el 90% son por hipertensión.

Así que si tiene repentinamente alguno de estos síntomas, como dificultad para hablar, entumecimiento de la cara, visión borrosa, debilidad para mover o alzar los brazos, caminar, dolor de cabeza severo, adormecimiento de extremidades, debe acudir a toda prisa por urgencias para que le suministren la medicina especial.

Recuerde que hasta los vigilantes del Hospital están entrenados para darle prioridad de atención si presenta algún indicio.

Puede reincidir

Si ya sufrió un ACV debe saber que puede volver a tener otro episodio similar, o aún más fuerte. La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que de cada 100 pacientes que tienen un ACV, 10 fallecen de inmediato, 15 en el curso del primer año y 8 en el segundo año. 

Es decir, que un 33% estará muerto dentro de los primeros 2 años de ocurrido el ataque. Por esta razón es importante asistir a los controles médicos, ir a terapias (si se requieren) y no dejar de tomar los medicamentos que le hayan sido formulados. 

Además, se debe evitar el estrés, el tabaquismo, la mala alimentación, controlar la tensión y dormir bien. “Si no ha tenido un ACV, pero presenta una medida en la cintura, en el caso de las mujeres, de más de 80 centímetros, y más 90 en los hombres, puede desencadenar en uno, pues el sobrepeso es otro factor de riesgo.  A su vez, hay que estar atentos a los síntomas en quienes nos rodean para ayudarlos”, manifestó la doctora Zulma Urbina. 

Por: Paola Ríos Reyes
paola.rios@laopinion.com.co