Los 13 niños del colegio de la vereda Quebrada Seca, en Santiago, ya cumplieron tres años rodando de un sitio a otro, esperando por un lugar digno donde recibir sus clases. Esta es la segunda casa provisional en la cual ubican a los estudiantes durante este tiempo.

En la primera casa fueron víctimas de cuatro robos, que los dejaron estudiando completamente a oscuras y con calor.

Y actualmente fueron mudados a otra casa, donde no existen las condiciones adecuadas para recibir clases, porque no hay baños ni cocina. Las niñas van a un baño que presta una vecina, pero los niños deben ir a orinar en la plantación de caña que está a un lado de la vivienda.

Y la cocina es un cuarto compartido con la estantería de los útiles escolares de los niños.

“El agua nos llega por una manguera que la sacan de un tanque viejo lleno de larvas”, dijo la maestra Nancy Casadiego, quien lleva más de 20 años dictando clases en el colegio.

La Gobernación de Norte de Santander se comprometió con la asignación de los recursos para construir una sede definitiva, pero era necesario que el municipio concretara la compra del predio.

“Existe un terreno de la señora que nos presta el baño para las niñas que quiere vendernos y tiene los documentos en regla registrado en instrumento públicos”, dijo la docente.