Desde octubre de 2016 los estudiantes del colegio rural de la vereda Quebrada Seca, en el municipio de Santiago, están rodando de un lugar a otro en busca de una sede en condiciones óptimas para estudiar.

Hace tres años empezaron a recibir clases en la sala de una casa arrendada por la alcaldía, porque la sede donde estudiaban empezó a agrietarse y ello ofrecía riesgo de colapsar. Salir de allí fue la solución de momento, pero esa solución ya lleva tres años.

De la casa arrendada pasaron a otra, hace apenas un par de semanas, que está en peores condiciones que la anterior. Esta casa se encuentra ubicada en la misma vereda, a unos tres metros de la carretera.

Los 15 niños están recibiendo clases en un cuarto con pisos rotos, paredes viejas y techos deteriorados.

Las mamás y manipuladoras de alimentos deben cocinar en el mismo espacio donde se guardan los libros porque no tienen posibilidad de un lugar adecuado para instalar la cocina.

Las condiciones de la vivienda, que hace las veces de colegio, no son las adecuadas para que los niños reciban clases. 

Se estaba esperando una solución definitiva con la construcción de una nueva sede, para lo cual la Gobernación de Norte de Santander se comprometió con la asignación de los recursos; sin embargo, era necesario que la Alcaldía concretara el predio para reconstruir el plantel.