Los fines de semana, decenas de turistas llegan al municipio de La Playa de Belén para apreciar los atractivos y probar las delicias de la gastronomía local, entre ellas los helados de yuca de la monja Elba Luz Claro Claro.

En una esquina del parque principal Ángel Cortés está la tienda La Gran Parada, una casona de estilo neocolonial donde se ofrecen los exóticos helados. Al ingresar, los viajeros conocen parte la historia del pueblo, plasmada en cuadros colgados en una pared.

Detrás de una vetusta vitrina aparece una figura angelical, con una enorme sonrisa dando la bienvenida a los visitantes. Ella, Elba Luz, pertenece a la congregación de San Juan y lleva 28 años de apostolado. A raíz de los quebrantos de salud de sus padres, obtuvo un permiso para cuidarlos. El año pasado murieron y en noviembre debe tomar la decisión de si vuelve al monasterio o se queda definitivamente en casa.

“Muchos me aconsejan que permanezca en la tienda, perpetuando la memoria de mis padres, y otros me dicen que siga con la misión religiosa”, dijo.

Por ahora, ella disfruta manteniendo la tradición de vender helados de yuca. Un campesino que frecuentaba la tienda le propuso a la monja intercambiar recetas de helados y una le llamó la atención.

“Me dijo que su esposa hacía helados de yuca en la finca, pero no sabía hacer otra variedad. Le revelé la fórmula de las delicias con coco y él hizo lo propio en un papelito. Por los afanes, se me traspapeló y un domingo llegó con unos amigos a probarlos. Pasé la pena y dediqué tiempo a buscar la receta y mejorarla”, preciso la hermana.

Ahora, los helados son la sensación en la región y el voz a voz ha hecho que sean famosos en la Provincia.

El sitio se convirtió en parada obligada por deportistas y caminantes cuando visitan a La Playa. Además, a los viajeros que se hospedan en fincas les ofrecen dentro del recorrido por sitios turísticos ir a probar los helados.

La tienda tiene más de 50 años y fue creada por los padres de Elba Luz, Manuel Antonio Claro Carrascal y Esther Emilia Claro. Siempre han vendido helados de diferentes sabores. “Eran tan bondadosos que la costumbre es regalar tinto a las personas que ingresan a la tienda”, dijo.

La monja señaló que desde niña ayudaba a hacer helados y lo que se aprende nunca se olvida. En la última etapa de vida de sus padres aprendió a elaborar los de yuca y hoy es la sensación.

El fin de semana preparó 283 helados y le hicieron falta. Elba se acuesta a las 2 de la madrugada, por atender a la clientela. De los ingredientes dijo que son yuca adquirida en la plaza de mercado, leche de vaca y en polvo, huevos criollos y azúcar. “Son nutritivos, y la gente paga con gusto los 1 mil pesos”.