La comunidad de Karikachabokira el único día en el que permiten el ingreso de colonos al territorio ancestral: el 12 de octubre.
Los motilón barí tampoco tienen fronteras
La llegada de un helicóptero a la comunidad barí de Karikachabokira, en el resguardo de Catalaura, agolpa más de mil indios tras un alambre de púas que marca el ingreso al lugar en el que celebran el II Encuentro binacional de comunidades indígenas.
Desde lejos miran quiénes bajan de la ruidosa nave para iniciar su evento, el único día en el que permiten el ingreso de colonos al territorio ancestral: el 12 de octubre.
Delegados del Ejército, la Cancillería, la Fundación de Apoyo al Deporte Aficionado, Parques Nacionales Naturales, y la Gobernación entregan auxilios, verifican cómo van sus proyectos, y tratan de integrarlos más con el mundo occidental.
Geovanny Achora, líder barí, organiza a su gente mientras David Alchakirobira, cacique de Catalaura, saluda a los invitados de la ciudad.
A las 10 de la mañana comienza el protocolo pero el parlante falla y el maestro de ceremonias dice que es momento de cantar con orgullo patrio el himno de Colombia, pero solo los integrantes de la mesa, los soldados y uno que otro barí entonan las estrofas.
El himno de Norte de Santander corre la misma suerte, y el momento que capta su atención es el del canto sagrado, el de su única identidad.
En seguida, Víctor Bautista, asesor del Plan Fronteras para la Prosperidad recuerda que en noviembre de 2014 fue a la comunidad, y atendió con la Gobernación las necesidades básicas en salud, agua potable, e infraestructura, pero también la urgencia de mantener lazos con los barí zulianos.
“Decidimos apoyarlos y en esta, que no es cualquier fecha, realzamos la cultura indígena en medio de la crisis”, dice. “Nuestras fronteras son abiertas para lo cultural, para los lazos históricos, y están cerradas para la informalidad y la ilegalidad que hemos venido combatiendo”.
David agradece la visita y pide que todos se sientan en casa, “como barí, porque ustedes vienen de nosotros”, para luego recibir más de 10 pequeños bultos con arroz, harina, y otros alimentos que servirán -esta y otras semanas- para más de 600 de sus hermanos.
El secretario de Gobierno, Julio Silva, afirma que antes de terminar este año la comunidad tendrá listo un sistema de agua potable, mientras que la secretaria Tic, Sandra Fuentes, asegura que se va a instalar un nuevo punto Vive Digital que se sumará al kiosco existente, aunque está pendiente la conectividad y el tendido de redes que actualmente hace el Ejército.
Aunque no se habla de la apertura de la frontera en territorio barí, varios de los invitados afirman que no hubo inconveniente para llegar al resguardo, aunque sí declaran estar “más o menos” en el otro país.
Los indios de este y del otro lado, comentan que el incremento en el costo de gasolina para surtir las lanchas, que los llevan por el río Catatumbo, es la mayor dificultad para el libre tránsito desde sectores como Machiques, en Venezuela, y La Gabarra (Tibú).
También coinciden los barí de Colombia en afirmar que se redujo el ingreso de alimentos, todo se encareció, y su economía ‘no da’ para solventar las secuelas del cierre.
Pese a ello, se entusiasman esperando el momento en que comience la lucha, el principal juego tradicional, en el que gana el más fuerte aunque ninguno gana nada.
Los valores de esta reunión binacional, dicen, son el reencuentro, la posibilidad de avivar sus costumbres, su lengua y su cultura, aunque en medio de las intenciones de los blancos de ayudar a que salgan de una pobreza obligada, en algún momento el parlante funciona y suena ‘El serrucho’, y sin mucho ritmo los ponen a bailar.
Escuela para los barí
Mónica Aboskayina, docente de la Institución Etnoeducativa Barí-La Motilona afirma que esta semana es de mucha importancia para los barí y que este año, en particular, tiene más fortaleza cultural y apoyo de ambos países, por el permiso que se dio en Venezuela y el acompañamiento desde Colombia.
“Nos reconocemos como hermanos aunque estemos en dos países diferentes”, dice. “Ellos son nuestros hermanos”.
Según cuenta, los barí buscan empoderarse cada vez más en su territorio y por ello, el próximo año se tendrá la primera promoción de bachilleres de esta escuela, pues este año se abrieron los grados 10 y 11.
Además, afirmó que desde 2016 se dará prioridad en los internados masculino y femenino a los miembros de la comunidad que viven en zonas alejadas, en especial a los del resguardo Motilón Barí.
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