Siendo apenas un niño de 6 años, la guerra tocó abruptamente a la puerta de la familia de Kevin Uribe Mora y le propinó un duro golpe. El padre del menor, el motor de su casa, fue asesinado sin piedad por los paramilitares que operaban en Cúcuta en los años 2000.

Sin comprender muy bien el tamaño de su tragedia y la realidad a la que tendrían que enfrentarse en adelante, él, su hermano de 4 años y su madre Martha Mora, tuvieron que emprender una nueva odisea para la cual no estaban preparados, pero que más que vencerlos, terminó fortaleciéndolos y convirtiéndolos en un verdadero ejemplo para muchos en la región.

Agobiados por el temor a ser objeto de nuevas represalias, Kevin y su familia decidieron irse de Cúcuta y se asentaron en Villa del Rosario, en la casa de su abuela materna, quien les tendió la mano. Allí empezaron a escribir su nueva historia.

Las dificultades no faltaron. Las necesidades empezaron a hacer de las suyas. Su mamá comenzó a pasarla mal, pues tuvo que ponerle el pecho a los trabajos más rudos y no muy bien pagos para llevar el sustento a sus hijos. El panorama no les pintaba bien a los Uribe Mora.

Por esa razón y porque no resistía ver que la vida les estuviera ganando la batalla, Kevin decidió dejar sus estudios de bachillerato y comenzar a trabajar. Lo hizo durante varios años y más que un obstáculo, crecer a la fuerza se convirtió en el aliciente de este joven cucuteño para salir adelante y trazarse un plan en su vida: ser un profesional.  

“Para mí, la palabra víctima no es sinónimo de pobreza ni de decadencia, es un sinónimo de supervivencia; es como cada persona en su mente y en su vida lo quiera tomar. Para nosotros fue un proceso difícil, pero la idea no es quedarse estancados mental y físicamente, porque uno puede superarse mientras haya salud y vida”.

Hoy, ya con 25 años, Kevin Uribe está a punto de terminar su carrera como ingeniero civil en la Universidad Francisco de Paula Santander, pero, además, se ha convertido en un ejemplo de solidaridad en su municipio, en medio de la emergencia sanitaria que afronta el mundo, el país y el departamento, ante la propagación del coronavirus.

(La Fundación Artes Empíricas se ha  convertido en la principal plataforma para impulsar las campañas que lidera Kevin Uribe en Villa del Rosario.)

Llevando ayuda a quienes más lo necesitan

Cuando estalló la crisis por cuenta de la COVID-19 y las personas tuvieron que confinarse en sus casas para evitar los contagios, el hambre comenzó a hacer de las suyas y Kevin Uribe empezó a ser testigo de eso.

Inquieto, como siempre lo ha sido, este joven decidió empezar a movilizarse entre algunos amigos y conocidos, para ver cómo podía ayudar a otras familias víctimas del conflicto en Villa del Rosario, en la frontera con Venezuela, que no tienen cómo llevar la comida a sus hogares.

La búsqueda resultó positiva y en cuestión de algunas semanas Kevin y su familia lograron recaudar 60 mercados que fueron repartiendo poco a poco en barrios como El Páramo, Primero de Mayo, Galán, Buenavista y Nariño.

“Nosotros tratamos de ayudar en lo que se necesita. En estos momentos la gente necesita ayuda alimentaria porque como se sabe, la situación por este virus es complicada, las personas no han podido salir a trabajar y tratamos de ayudar y mitigar el hambre y el desespero de algunas familias”, manifestó Uribe.

Las ayudas ya se terminaron, pero no el entusiasmo, y por eso decidió emprender una nueva campaña, esta vez dirigida a los niños, que también están pasando dificultades al no poder ir a la escuela, y porque sus padres no tienen cómo garantizarles que sigan con los procesos educativos desde sus hogares.

“Estamos tratando de hacer una campaña para ayudar a los niños. Son unos kits culturales para construir paz. ¿De qué se trata? De llevarles una caja o una bolsita, con algo de alimento a los niños, pero también material pedagógico, como una cajita de colores, vinilos, materiales para hacer tareas”, explicó Kevin.

Para ello están acudiendo a la solidaridad de quienes quieran unirse a la causa y tenderles la mano a muchos pequeños de Villa del Rosario que hoy no tienen las mismas oportunidades de otros y que están llevando un confinamiento en condiciones muy complejas.

“El que quiera unirse y apoyar con material pedagógico para los niños, bienvenido sea. Lo estamos recibiendo en el Barrio Buena Vista 2 de Villa del Rosario. En nuestra casa. Los niños se lo agradecerán”, es el mensaje que les envió el promotor de la iniciativa a aquellos que quieran sumarse a la campaña.

Fundación Artes Empíricas, la plataforma

Desde que la violencia se atravesó en su camino, Kevin ha encontrado en su mamá, Martha Mora, un modelo a seguir, pues a  pesar de la situación que debió enfrentar, ella nunca desfalleció.

Por el contrario, Mora decidió hacer de su tragedia una oportunidad para ayudar a otras víctimas a sobrellevar no solo el dolor, sino el largo camino jurídico que tienen que recorrer para lograr el reconocimiento del Estado.

Fue así como creó la Fundación Artes Empíricas,  una entidad sin ánimo de lucro, con pocos recursos, pero que su mayor capital son las ganas de ayudar a los demás y promover cultura.

Esta iniciativa se ha convertido en la principal plataforma de Kevin para emprender las campañas que en este momento está llevando a cabo y que espera poder seguir liderando en medio de la crisis que afrontan decenas de familias rosarienses.

“He visto durante todos estos años cómo se ha superado la Fundación y cómo ha ayudado a muchos niños que han sufrido el conflicto. He visto el cambio social que se ha logrado impulsar desde la Fundación y eso es lo que me tiene motivado para hacer lo que estoy haciendo”, reconoció Kevin, quien se lamentó no poder llegar a más familias que lo necesitan.

Martha Mora fue postulada en 2018 como Mujer Cafam Norte de Santander, como reconocimiento al trabajo en favor de las víctimas de la violencia en Villa del Rosario y este es el legado que quiere seguir cultivando su hijo. “Yo también quiero ser parte de esa historia”, asegura.

Al conocer el trabajo que viene liderando en su municipio, la directora de la Unidad para las Víctimas en Norte de Santander y Arauca, Alicia María Rojas Pérez, destacó la labor humanitaria que Kevin Uribe ha emprendido con su familia.

“Este joven nos da un gran ejemplo a muchas personas, es resiliencia, resurgimiento, esperanza y renacer. Es ver como nuestros sobrevivientes del conflicto armado se proyectan como profesionales y agentes de cambio social para un mejor futuro”, manifestó la funcionaria.