Al cumplirse ocho días de la desaparición de Jaiver Navarro Chinchilla y Cristian David Romero Rincón, la angustia de sus familias cesó ayer en la tarde, cuando se supo que fueron entregados en el corregimiento Filo El Gringo, de El Tarra.

Según testigos, los jóvenes llegaron en un carro con una comisión liderada por la Personería municipal y otras autoridades civiles.

El personero, Miguel Duarte, indicó que Romero y Navarro estuvieron presuntamente retenidos y, debido a “la delicada situación”, no dio mayores detalles.

Al cierre de esta edición, se supo que los jóvenes fueron llevados a la casa cural y luego a la Alcaldía, donde respondieron preguntas sobre su situación en la última semana.

Fuentes de la zona, que presenciaron su llegada, advirtieron que los desaparecidos llevaban la misma ropa con la que se marcharon hace dos semanas a trabajar en fincas cercanas, en labores del campo y raspando coca.

Otros, señalaron que estaban más delgados y “deteriorados”.

Fin de la tensión

Esta semana, la vida en El Tarra fue tan tensa que, por recomendación del alcalde José de Dios Toro, el Ejército se abstuvo de acompañar ayer una marcha de protesta que exigía información sobre los dos jóvenes.

La razón: la insistencia de la familia de Romero y Navarro de acusar al Ejército de estar relacionado con el hecho.

Según decían, el rastro de los jóvenes se desvaneció en una zona custodiada por los uniformados.

Estos negaron y rechazaron cualquier responsabilidad sobre este caso, y enfatizaron en su “absoluta disposición para llevar a cabo los procesos” a los que hubiese lugar, según se indicó en un comunicado de prensa.

Durante los últimos días, la angustiosa búsqueda liderada por sus familiares, la Alcaldía y organizaciones sociales de la zona, fue infructuosa y con señales desorientadoras que los llevaron a fincas en Tibú y hasta el hospital mental de Ocaña.

Además, la amenaza contra un líder comunitario empeoró la situación.

John Jairo Angarita Durán, presidente del grupo de trabajo del barrio, recibió la visita de dos hombres encapuchados que llegaron a su casa, a las dos de la madrugada de ayer.

“No se identificaron con ningún grupo”, relató Angarita. “Solo me dijeron que me daban 24 horas para abandonar el pueblo, pero no lo voy a hacer; yo no tengo problemas con nadie”.

Por su parte, la Policía dijo no haber recibido ninguna denuncia formal al respecto.

Ahora, está en manos de las autoridades la investigación para esclarecer este inusual caso.

La Opinión