Una visita a la estación agraria San Pablo, en la Universidad Nacional con sede en Medellín, cambió sin querer la vida de varios tarrenses que, hasta ese día, no creían posible que lograrían salir del pueblo a conocer las experiencias agropecuarias en la institución más reconocida del país.

En total fueron 20 aprendices los que lograron realizar el viaje, que fue respaldado económicamente por la alcaldía local, para mejorar su actividad pecuaria, con los caprinos, peces, cerdos y gallinas ponedoras.

¿Que si les gustó la experiencia? Según Eyder Robles, el instructor que los reunió para la visita, fue como pasar de un mundo a otro.

“No se imagina”, dice. “Corrían por todas partes, preguntaban por todo lo que veían... Era como cuando hay alguien preso y sale en libertad...”

En el recorrido, tomaron fotos de cada estación que veían y se regocijaban por el privilegio de estar en la granja experimental a la que, habitualmente, solo ingresan profesionales con especialización y doctorado.

El grupo de campesinos entendió allí que en la educación está la alternativa para mejorar las condiciones del campo, aprender nuevas tecnologías que pueden ser aplicadas en sus terrenos, e incluso tener iniciativa para opciones casi impensables en la vida del campo.

Es que en la granja encontraron programas curiosos como el de las gallinas felices, las cuales andan libres por donde quieren y, eventualmente, son utilizadas para terapias con enfermos, al estilo de los equinos, o perros que sirven para este fin. 

“También vimos muchos temas de bioseguridad, combinación de cultivos, de cómo evitar las fumigaciones para poder recuperar  el medio ambiente”, cuenta Eyder. 

Relata también cómo la gente más adulta que iba en el grupo lamentó no haber tenido una visita como esta antes, “y que ojalá estuvieran más jóvenes para tener más vida y poner en práctica lo que vieron”.

Sin embargo, no desisten, al igual que los jóvenes que esperan crear unidades productivas que les permitan subsistir y “mostrar la cara productiva del municipio”.

Pero para ello requieren no solo de estos apoyos ocasionales, sino de un acompañamiento permanente con proyectos e inversión de los gobiernos regional y nacional.

“Sin inversión del Estado no es posible que tengamos cómo poner en práctica lo que aprendemos; eso es indipensable”, agrega Robles.

Por su parte, el alcalde José de Dios Toro manifestó su satisfacción por poder tener estas buenas noticias en su pueblo, pero reiteró la necesidad de que se concreten iniciativas como la prometida por el gobernador William Villamizar, en relación con la creación de una universidad para El Tarra y el Catatumbo.

Esta idea fue expuesta por el mandatarioregional, quien anunció cinco mil millones de pesos para iniciar el proyecto.

“Creo que sería positivo, porque somos un municipio estratégico, con conexión hacia Hacarí, Convención, o Tibú”, señala Robles. “A El Tarra llegan proyectos, pero falta hacer énfasis en que con ellos se genera sentido de pertenencia e identidad”.

La Opinión