En épocas pasadas las palabras o frases “marica”, “parece una niña” y “gay”, entre otras, eran dichas entre los jóvenes con una carga despectiva y discriminatoria. Ahora, que un adolescente llame a otro “marica”, resulta normal, pues se usa como un sustantivo entre amigos. 

El suicidio del adolescente Sergio Urrego, de 16 años, en Bogotá, ocurrido el 4 de agosto de 2014, sentó un precedente en el país sobre una realidad de la que poco se habla o se conoce y en la que se debe trabajar de manera especial, pues se tiende a generalizar: el bullying homofóbico.

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La discriminación de la que fue objeto en el Colegio Gimnasio Castillo Campestre por parte de la directiva de la institución, por ser homosexual, fue presuntamente lo que llevó a Urrego a quitarse la vida. Según la organización Colombia Diversa, casos como el de este joven se siguen presentando a diario en los planteles.

Pero, ¿qué es el bullying homofóbico y como está en Norte de Santander? Según la psicorientadora Aura Carrillo Amaya, integrante de la Red Nortesantandereana por una Escuela sin Violencia y del Buró Internacional de Neurociencia Cognitiva Aplicada (Binca) de Argentina, es un tipo de acoso que se engloba en el general y del cual no hay estadísticas. 

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La Unesco, en su cartilla ‘El Bullying Homofóbico y Transfóbico en los Centros Educativos’,  lo define como un tipo de violencia, común en el contexto escolar, que se dirige hacia personas por su orientación sexual o identidad de género. Tiene raíces en la homofobia y requiere un análisis más profundo, un abordaje más complejo y una aproximación desde los derechos humanos, la salud sexual y la educación integral de la sexualidad.

Carrillo señaló que antes de que naciera la Red, cada colegio implementaba herramientas para combatir el bullying y los esfuerzos eran aislados. Con el surgimiento de la asociación, las estrategias contra este problema se plantean de manera conjunta.

Recordó que bajo este enfoque se materializó el Manual de Iniciativas Pedagógicas para Construir escuelas de Paz, que ya lleva dos ediciones en los últimos dos años y está próximo a salir la tercera edición.

Aura Carrillo expresó que el texto plantea acciones para promover el respeto entre los alumnos y la convivencia y una de ellas, la cual se ejecuta en el colegio Oriental N° 26 de Prados del Norte al que ella pertenece, es Grupos Mediadores de Paz. Explicó que allí hay 40 estudiantes, dos por cada salón, quienes fueron debidamente seleccionados y capacitados en mediación y violencia escolar.

“Estamos usando la mediación en procesos de conflictos escolares, trabajando el bullying desde los observadores, no solo desde el agresor y la víctima. Si los observadores toman conciencia de lo que pueden hacer para prevenir este problema, podemos aminorar los índices de violencia”, enfatizó. 

Carrillo considera importante, específicamente en al acoso homofóbico, también reforzar al agredido en habilidades sociales, fortalecer su autoestima y sus relaciones familiares, pues en algunos casos el maltrato a su identidad de género viene desde el hogar.

De acuerdo con Myriam Támara, directora de la Fundación Resplandecer para Vivir (Funresvi) y líder de la Red, otra herramienta para contrarrestar este problema es el teatro, pues este arte desinhibe y quita máscaras. Es así como en el Instituto Técnico Patios Centro N° 2 diseñaron ‘El teatro de los oprimidos como estrategia para la resolución de conflictos escolares’.

En El Zulia, un panorama alentador

El rector Camilo Buitrago Bohórquez, del colegio Francisco de Paula Santander de El Zulia e integrante de la Red, narró que en esa institución se ha fortalecido la tolerancia y en el pasado tuvieron tres casos de jóvenes gay que se graduaron siendo reconocidos y respetados por sus compañeros.

Buitrago destacó que los términos discriminatorios han ido desapareciendo del lenguaje escolar y se ha fortalecido la igualdad diferenciada, teniendo en cuenta que a la vez todos somos distintos. Indicó que a los estudiantes homosexuales siempre se les ha tratado desde su comportamiento con los demás y no por su condición sexual.

“Uno de los casos que tenemos es el de un muchacho que está en el grado décimo. Él fue expulsado de otro colegio por su condición y se acercó por su propia voluntad a nuestra institución, solo, buscando cupo para estudiar. Llegó vistiendo una camisa apretada, con el cabello pintado, maquillado y con aretes, lo que dio pie a los murmullos y señalamientos de los demás alumnos”.

El rector resaltó que convenció al joven para que moderara su apariencia física, con el fin de ayudar a la convivencia dentro del centro educativo. Una semana después el estudiante lo hizo. Aunque al principio fue difícil, pudo integrarse con los demás y es defendido al 100% por sus compañeros. Un incentivo para que mejorara su rendimiento académico fue su deseo de pertenecer a la banda marcial, lo cual logró.

Buitrago recalcó que parte de este cambio obedece a la política de inclusión liderada desde el Ministerio de Educación, que empezó a generar un pensamiento diferente y fue impulsada por la Ley 1620 de 2013 que creó el Sistema Nacional de Convivencia Escolar y Formación para el Ejercicio de los Derechos Humanos, Sexuales y Reproductivos y la Prevención y la Mitigación de la Violencia Escolar.

Algunos números

Entre diciembre de 2015 y marzo de 2016, se aplicó en Colombia la encuesta de bullying LGBT, para conocer esta situación en el clima escolar; una iniciativa de la organización estadounidense GLSEN y de Todo Mejora Chile, con el apoyo en el país de Sentiido y Colombia Diversa. 

Estos fueron algunos resultados:

70% fue víctima de acoso verbal en el colegio por su orientación sexual.

71% fue víctima de acoso verbal por su expresión de género (manera de vestirse, comportarse, peinarse).

43% fue víctima de acoso físico en el colegio por su orientación sexual.

42% fue víctima de acoso físico en el colegio por su expresión de género.

37% se sintió agredido por un docente a raíz de su orientación sexual o identidad de género. 

22% se sintió agredido por una directiva del plantel.

Rasgos distintivos del bullying homofóbico

1. Invisibilidad: Puesto que la diversidad sexual es casi invisible, la agresión a la misma también permanece inadvertida.

2. Violencia estructural: La cultura homofóbica aprueba la violencia. Los agresores están amparados por el silencio y la complicidad.

3. Contagio del estigma: Cualquiera que se aproxime a una persona agredida es susceptible de sufrir la misma discriminación.

4. exclusión que se mantiene: La discriminación, acoso o exclusión se extienden a todos los ámbitos de la vida, no se limitan a las aulas.

5. Desempoderamiento: Las personas agredidas reconocen el atropello pero se paralizan, pues cualquier acto en defensa o de denuncia puede exacerbar la homofobia.

6. Propagación de la injuria: El insulto por la orientación sexual está presente permanentemente y se cierne en las personas como una forma de censura.