Las noches de los abuelos transcurrían en medio de risas, en sanas tertulias callejeras en las que aparecían todo tipo de juegos, en los que lo importante era divertirse y fortalecer las amistades con los vecinos de la cuadra.

Edilberto Ruiz Araque, de 63 años, cuenta que en su niñez esperaba con ansias las vacaciones para armar ‘La moma’, como se le conocía al torneo criollo de darle la vuelta a la manzana con trompos y al final, destruir al trompo perdedor.

La práctica, narra Edilberto, se vivió con intensidad hasta los años 80 en Cúcuta. Con nostalgia, él recuerda no solo al trompo sino a juegos como la coca, la golosa, el yoyo, entre otros.

En esencia, los juegos tradicionales son aquellos en los que no se requieren juguetes ostentosos y pueden practicarse con el cuerpo y objetos de la naturaleza.

Sin embargo, con la evolución y la aparición de modernos equipos tecnológicos, los juegos perdieron su encanto y en las nuevas generaciones priman los celulares, tabletas, computadoras y los apetecidos XBox.

Con las innovaciones tecnológicas han surgido seres más individualistas y el compartir en la cuadra hasta terminar rendido quedó en el olvido.

Es por ello que en Norte de Santander han surgido diversas iniciativas para recuperar las tradiciones y acercar a niños y jóvenes nuevamente a los juegos tradicionales.

Edilberto, conocido en Cúcuta por promover los juegos tradicionales desde su local en la avenida 7 entre calles 13 y 14, afirma que una buena estrategia es organizar torneos de trompo o de canicas, con el apoyo de los institutos de cultura del departamento y del municipio. A ellos deben vincularse los colegios.

Desde la Gobernación también se está llegando a las provincias de Pamplona y de Ocaña, donde se toman los parques para ver a decenas de niños en carreras de encostalados o saltando en la golosa. Silos y Chitagá, han sido de los más receptivos.

En el área metropolitana una de las iniciativas que más ha impactado es la del teatro Arlequín de Los Patios. Su director, Édgar Serrano Piñeros, dijo que para transmitir el mensaje a los niños y jóvenes se montó una pieza teatral con títeres gigantes y al final se interactúa con los juegos.

La meta en Arlequín y quizá, la misma de todas las iniciativas, es contrarrestar el impacto que la tecnología ha traído, sin desconocer los beneficios en la humanidad.

Otra de las novedosas puestas en escena tiene asiento en la casa museo La Bagatela, en Villa del Rosario. La coordinadora Carol Lizeth Gamboa Pallares dijo que con el apoyo de la artista Rosa Delia Duarte se ideó el proyecto ‘La caja caliente’.

“Es una obra de arte relacional en la que se esconden 11 juegos tradicionales en una caja de madera. Los niños luego de contar cuáles son sus juegos preferidos, interactúan con los objetos que aparecen en los cajones”.

Carol reseña que muchos adultos al ingresar a La Bagatela recuerdan su niñez y aprovechan para contarles a los pequeños como se divertían con palos de madera que convertían en caballitos.

En las actividades cumplidas en La Bagatela, curiosamente los estudiantes de sexto grado del colegio General Santander, sede Pedro Fortoul, Estiwar Rojas, 11 años; Andrés Tarazona, 13 años y Yordi Bonilla, 11 años; reconocieron su interés común en el fútbol y al interactuar con los juegos tradicionales, como el runcho, quedaron maravillados.

“Hay muchos juegos que no conocemos, nos interesamos en el fútbol y cuando no estamos en la cancha o en el colegio, el pasatiempos es jugar en teléfonos inteligentes”, dijo Bonilla.

Así, la moraleja de las apuestas que se gestan por el rescate de los juegos tradicionales, como lo afirman Edilberto, Carol y Édgar, es formar un frente común por el rescate de todas las prácticas que en la antigüedad divirtieron a decenas de generaciones, hoy sumidas en el olvido. Sin embargo, hay que revivirlas y esa es la consigna.

La Opinión