La tragedia humana que se vive en Cúcuta por cuenta del coronavirus no solo está salida de control, sino que está ensañada contra quienes están en la primera línea de atención: los profesionales de la salud.

Cifras reveladoras como que tres de cada diez médicos que fallecen en el país son de Cúcuta, dejan al descubierto la fragilidad en materia de bioseguridad a la que está enfrentado este personal considerado clave en salvar vidas.

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De acuerdo con los datos reportados por el Instituto Nacional de Salud, del total de médicos fallecidos del país (49 al corte del 15 de diciembre), más el neurocirujano Ramiro Calderón, fallecido este miércoles (50 en total), Cúcuta ha aportado 16,  “lo que representa un 30% del total de os médicos que  han muerto en Colombia”, señaló Hernando Villamizar Gómez, pediatra, expresidente de la Sociedad Colombiana y Latinoamericana de Pediatría.

Tan desbordada está la tragedia, que ayer se reportó la cifra más alta hasta ahora conocida de contagio de COVID-19 en Cúcuta: 638 casos.

Villamizar hizo un perentorio llamado a las autoridades para que paren el contagio. “No se trata de reemplazar médicos fallecidos, pues seguirán otros tantos más, sino de mitigar la pandemia”, insistió el profesional de la salud.

Añadió que los controles se deben extremar porque no solo los médicos están muriendo, también los cucuteños de todos los estratos.

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Hay que mejorar las condiciones en que están trabajando los profesionales de la salud, no solo médicos, también las enfermeras, todos los que están dentro de los centros de atención médica, porque son parte fundamental  en la contención de la pandemia. 

“Hay que disminuir los fallecimientos, porque de lo contrario la tragedia no va a parar”, subrayó Villamizar.

A la gente hay que decirle que porfavor se ponga el tapaboca, que se lave las manos de manera permanente y  evite salir a la calle si no es urgente lo que se va a hacer.

Villamizar reseñó que la cifra de médicos muertos por el coronavirius se agudizó en los dos últimos meses, pero lo peor de todo es que ya no hay camas de Cuidados Intensivos ni camas hospitalarias.

“No se trata de decir que los médicos son unos pobrecitos, no, lo que se debe decir es cómo detener este contagio”, expresó el pediatra.

Por su parte, el cirujano vascular Luis Alberto Moreno, presidente de la regional noroccidente de la Asociación Colombiana de Cirugía Vascular y Angiología, en franca mención a las autoridades dijo que en estos momentos hay que extremar las medidas de protección a todo médico que atienda pacientes día  a día, independientemente de la sección en la que se desempeñe.

Aseguró que no hay que bajar la guardia y que es necesario apoyar el talento humano del sector salud. “Hay que exigir a las ARL que envíen los elementos de protección personal adecuados, a fin de que se disminuya la tasa de contagio”, dijo. 

Adán Muñoz, presidente del Colegio Médico de Norte de Santander, lamentó con dolor la gran cantidad de colegas hospitalizados de forma crítica, sin saber qué sucederá mañana con ellos.

Enfatizó que no hay dónde ni cómo atender, los insumos escasean y el personal de salud se ha reducido cada vez más por las incapacidades, muertes y retiros. Y sin médicos, no habrá quien atienda a la población.

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Insistió en controlar los sitios de frontera, ya que la migración está provocando “una catástrofe” por las personas que cruzan por vías ilegales. También hizo énfasis en controlar el tránsito, porque quien se accidente no encontrará UCI.

“Solicitamos una cuarentena, no soluciones tibias. A la gente hay que hacerle medidas coercitivas, obligarlas a estar en casa. Viendo nuestro número poblacional con la cantidad de muertos y contagiados, estamos críticos. No se debe esperar a empeorar para tomar soluciones. Estamos seguros de que si se actúa ahora, en 20 a 30 días tendremos mejores resultados”, concluyo Muñoz.