Tuvieron que pasar 15 años para que 17 familias desplazadas lograran que, con plena certeza, un predio en el corregimiento Campo Dos, de Tibú, fuera legalmente suyo.

La historia se remonta al año 2006, cuando el Incoder adquirió el predio para reubicar a las familias, con el compromiso de que se ejecutarían proyectos productivos.

Sin embargo, según Herminda Rivera, una de las beneficiarias, eso nunca pasó.

Rivera comentó que se había hablado de la puesta en marcha de un plan semilla, por 3 millones y medio de pesos, pero de este solo les entregaron una novilla avaluada en 800 mil pesos.

“Una noche nos entregaron otras 9 novillas, pero como fue tarde no pudimos revisarlas”, contó. “Al otro día, vimos que no nos dieron novillas sino gatas”.

Los animales estaban avaluados en dos millones de pesos, pero según calculan los campesinos, “no llegaban ni a 700 mil pesos”.

En medio de las promesas, un día les llegó la notificación de una demanda pues, en un proceso de restitución de tierras, le apareció dueña al terreno de casi 147 hectáreas.

Tras dos años de litigio el grupo se salvó de ser víctima de un segundo desplazamiento, al probar la buena fe de los ocupantes.

Entre tanto, la solicitante obtuvo la compensación con un predio equivalente, de similares condiciones.

*La Opinión