Convención es un municipio minero y agrícola y en esta línea se destaca la vocación campesina a cultivar caña de azúcar para ser transformada en panela.

El producto es elaborado gracias a los conocimientos ancestrales de los campesinos de la región, que han hecho que la tradición perdure de generación en generación. La vereda Lucaical es el punto de esa provincia donde más se produce panela, la misma que abastece el mercado local y es comercializada en departamentos vecinos y en la costa norte colombiana.

En la provincia actualmente hay 200 trapiches, en los cuales se procesa la caña cultivada en 4.500 hectáreas, que representan cerca de 7,2 toneladas de panela anuales.

Los campesinos hacen dos moliendas al mes en jornadas que se extienden hasta 3 días y la panela la venden a $1.500 el kilo y la caja –de 18 kilos– en $27.000. En diciembre de 2014, la caja llegó a costar $31.000 y el kilo $1.800.

De acuerdo con David Ibáñez, coordinador de Fedepanela en Norte de Santander, la producción de panela en la provincia de Ocaña genera más de 30.000 jornales al mes y de allí se deriva el sustento para más de 2.000 familias.

“Fedepanela desde hace 10 años viene dando asesoría a los campesinos, ha sido complicado por el cambio de prácticas culturales, pero poco a poco se han ido tecnificando”, dijo. “En Norte de Santander los municipios más productores son Convención y Teorama. Les sigue Toledo, pero allí la panela surte el mercado local”.

Sin embargo, hay trapiches que tienen más de 40 años de uso y la infraestructura se quedó obsoleta para que los campesinos puedan ser competitivos y así pensar en exportar la producción.

Carmelo Coronel Trujillo, quien nació en el corregimiento El Guamal de Convención, es uno de los paneleros de vieja data y que se retiró del oficio por la crisis a la que se enfrentan. Él, cuenta que se inició desde niño y lo primero que aprendió fue a cultivar la caña y cuando alcanzó la adolescencia lo ascendieron a prensero.

Con el paso de los años aprendió las técnicas para ser un buen pailero. De sus inicios recuerda que los trapiches eran rústicos y el molino era impulsado por mulas y ahora funcionan con energía o combustibles.

Pese a que el negocio le dio para comprarse una finca, cuenta que tres factores están perjudicando a los paneleros de la provincia de Ocaña, los mismos que los tienen al borde de una crisis financiera.

El primero son los bajos precios de la panela, impuestos por intermediarios que se quedan con la ganancia. “Con cada producción varían los precios de venta y los intermediarios los ponen a su antojo manifestando que el mercado está saturado de panela venezolana y de otras regiones donde la ligan con azúcar”.

El segundo es el impacto de los cultivos ilícitos y las extorsiones a los campesinos por parte de grupos armados al margen de la ley. Y, finalmente, está el abandono del Estado y la carencia de programas efectivos de asistencia técnica. “Se están limitando a regalar abono, machetes y azadones y desconocen las necesidades reales para producir panela de mejor calidad”.

Otra dificultad que están teniendo los campesinos es que los bodegueros les piden panelas bonitas y para evitar que se las rechacen los campesinos les están echando clarol, sustancia que puede resultar tóxica por el contenido de azufre. El clarol lo utilizan para darle un tono más claro a la panela y la apariencia sea mejor.

De acuerdo con Helida Coronel, profesora y dueña de un trapiche, han tratado de cumplir con las exigencias del mercado, pero cada vez es más complicado por los bajos precios de compra y la ausencia de estrategias del Gobierno Nacional.

La producción de la panela pasa por tres etapas

Siembra: Hay que preparar el terreno, eliminar malezas y árboles que den demasiada sombra. Se plantan los troncos de caña que tengan uniones sanas y mientras crecen las plantas, se abona la tierra con gallinaza y minerales. El crecimiento para cosechar dura, en promedio, 18 meses.

Cosecha: Cuando los tallos están maduros se pasa a la cosecha, primero se despojan de las hojas y estas sirven de alimento para caballos y vacas. Las cañas son trasportadas a lomo de mula hasta el trapiche donde se almacenan hasta tener una cantidad considerable para producir.

Producción: Primero se lavan las calderas. Luego se empieza la molienda prensando la caña en el molino. El caldo extraído pasa por las calderas, las cuales tienen diferentes cocciones, hasta que se forma una miel amelcochada. Cuando da punto se pasa a otro recipiente y con un madero se le dan giros a la miel para que agarre consistencia y finalmente se pasa a moldes de madera hasta que se enfríe. Anteriormente se vendían las panelas envueltas en hojas de caña y ahora se comercializan en cajas de cartón.