Se imaginan a un grupo de niños campesinos analizando las condiciones climáticas y generando alertas tempranas por los abruptos cambios en el clima.

La novedosa iniciativa se gesta en el municipio de Mutiscua –distante a 100 kilómetros de Cúcuta– y es uno de los 40 Proyectos Ambientales Escolares (Prae) que hay en Norte de Santander.

Allí, los niños del centro educativo rural San José del Pino, ubicado en la vereda San Agustín, son los líderes. Ellos, desde hace 18 años vienen trabajando en proyectos ambientales que buscan conservar el agua y el suelo para contrarrestar la erosión.

Producto de esa acuciosa labor serán beneficiados con una estación climática que instalará Corponor, para que los niños con la asesoría de los docentes aprendan a hacer predicciones, saber cuándo va a llover o si la sequía será el común denominador.

La meta de Corponor es gestar desde este municipio una red de observadores del clima, donde las familias campesinas serán las más beneficiadas.

Sin embargo, este Prae va más allá y es modelo en el departamento. La docente líder, Evelia Gamboa, dijo que el proyecto surgió por la necesidad de mejorar las condiciones del suelo de la vereda, altamente erosionado y por esa razón el agua de la microcuenca San Agustín se estaba agotando.

Con los niños empezaron plantando arbustos y árboles nativos y construyeron un lombricario para producir abono.

“En Corponor nos brindaron asesoría técnica y fuimos mejorando el proyecto. Se habilitó un vivero, se hicieron barreras vivas para evitar los deslizamientos y se ideó un sistema de goteo para riego y así ahorrar agua”.

Actualmente, 60 estudiantes apoyan el Prae y junto con la docente Gamboa tienen una tienda de artesanías a partir de materiales reciclables.

Los niños con llantas de caucho hacen elefantes, papagayos, y recrean todo tipo de figuras que sirven para decorar los jardines.

Uno de los logros más significativos de este Prae es que los menores han fusionado lo académico con su vocación agrícola y tienen cultivos orgánicos de mora, zanahoria, papa y tomate.

Además, fruto del esfuerzo de 18 años, es la sensibilidad hacia el cuidado de los recursos naturales que hay en el municipio. La actual administración avala el Prae en el Plan de Desarrollo y esto lo hace más sólido.

¿Cómo surgen los Prae?

La asesora de educación y participación ambiental de Corponor, Alma Yislem Castillo Sarmiento, cuenta que los Prae surgieron con las leyes 115 de 1994 –de educación en Colombia– y 99 de 1993 –creó el Ministerio de Ambiente–.

Con ellas surgieron otros instrumentos legales que incorporaron la dimensión ambiental en el sector educativo y de ahí vienen los Prae.

Desde entonces en Norte de Santander se dio vía libre a las iniciativas ambientales gestadas en las aulas de clase, las cuales deben responder a las necesidades de los municipios y tener un alto componente investigativo.

“Los proyectos deben comprender el ambiente desde lo social y lo cultural para que se transformen malas prácticas y se tejan nuevas relaciones con el entorno”.

Para que los Prae sean exitosos los colegios trabajan en alianza con las secretarías de Educación y reciben asesoría de Corponor, que además de conocimiento también facilita la logística.

Curiosamente, los Prae que avanzan con más lentitud son los que se gestan en Cúcuta, pese a que los rectores tienen voluntad para crearlos.

En la capital de Norte de Santander se destacan los colegios Misael Pastrana Borrero, donde se generó una cultura de cuidado de las iguanas que abundan en la institución. Además del Daniel Jordán, donde tienen un vivero especializado en producir plantas nativas.

Proyección a la comunidad

La microcuenca La Viuda es una de las mejores conservadas en Chitagá, municipio distante 123 kilómetros de Cúcuta. El estado actual de la fuente hídrica es consecuencia positiva del Prae que ejecutan desde hace 16 años en el colegio Alonso Carvajal Peralta.

La iniciativa, de acuerdo con la docente líder, Rosa Zuley Mogollón, surgió por la contaminación con agroquímicos que registraba la microcuenca y en esa época generó alertas por el riesgo para la salud humana.

La primera etapa del Prae fue la sensibilización puerta a puerta con las comunidades que incidían directamente en la microcuenca, a quienes se les enseñó a hacer un buen uso de los residuos sólidos, especialmente de los frascos donde venían los venenos y fertilizantes para los cultivos.

El colegio cuenta con una finca y allí los estudiantes a la par de las labores agrícolas -cultivos de fresa y papa-, tienen una moderna planta transformadora de residuos en abono orgánico, capaz de procesar 100 toneladas de basuras en un potente molino.

La planta está ubicada en la vereda La Laguna y el abono producido se vende a $15.000 el bulto.

Actualmente en el Prae participan 1.000 estudiantes y el principal logro, según la académica Rosa Zuley Mogollón, es la interacción de los estudiantes con la comunidad entorno a una cultura de cuidado del recurso hídrico.

Eduardo Rozo Jaimes / La Opinión