Formulario de búsqueda

-
Martes, 24 Marzo 2015 - 6:34am

Gramalote: 1.557 días a la espera de la reconstrucción

Han pasado 4 años y 2 meses. Y desde entonces el anuncio palpita. A veces la promesa se diluye en discusiones que parecen no han sido superadas como la elección del terreno del nuevo casco urbano y otras veces se consolida con nuevos anuncios, como que este año “este año” deben estar listas algunas de las obras, de lo contrario, el ministro Néstor Humberto Martínez, se iría.

Foto archivo La Opinión
/ Foto: Foto archivo La Opinión
Publicidad

En la entrada de la vereda Miraflores hay un letrero, al que se lo traga la maleza, en el que se lee: “Gramalote, una nueva historia”. Justo ahí, inicia un recorrido de 20 minutos por una carretera destapada en la que aparece de vez en vez, una caravana de volquetas. También aparecen de vez en vez unos pedacitos de madera que señalan la que sería la cancha de fútbol, la casa de la cultura, la casa del adulto mayor. Eso es Gramalote hoy: una maqueta sobre la montaña pintada con tronquitos de madera.

Gramalote “ubicado a dos horas de Cúcuta en Norte de Santander” se destruyó el 16 de diciembre de 2010. Dejó cerca de 5.000 damnificados que migraron a pueblos vecinos. Lo que ocurrió, según explicaron los expertos, fue un represamiento de agua que provocó un deslizamiento. En esa Navidad, cuando algunos gramaloteros dormían en albergues, el Gobierno Nacional comenzó a hablar de la reconstrucción como un hecho inminente y tan solo seis días después Santos anunció el reasentamiento: “Vamos a hacer unos estudios geológicos lo más pronto posible. Vamos a reconstruir el pueblo y va a quedar mejor que antes”.

Han pasado 4 años y 2 meses. Han pasado 1.557 días. Han pasado cinco navidades. Y desde entonces el anuncio palpita. A veces la promesa se diluye en discusiones que parecen no han sido superadas como la elección del terreno del nuevo casco urbano y otras veces se consolida con nuevos anuncios, como que este año “este año” deben estar listas algunas de las obras, de lo contrario, el ministro Néstor Humberto Martínez, se iría.

Los gramaloteros quieren creer, quieren que el ministro Martínez no se vaya, que las obras se hagan, pero es que hoy, hoy Gramalote es una montaña, una carretera. En avances concretos aparece que ya se contrataron las obras del acueducto y del alcantarillado y las obras para la construcción de la vía de acceso. Las obras de urbanismo son las próximas a contratar. En avances físicos se ve una retroexcavadora que no para y unos trabajadores que trabajan como hormigas al filo de la montaña aplanando la carretera. La Procuraduría y la Contraloría General han cuestionado los bajos niveles de ejecución. El Fondo de Adaptación dice que los cronogramas avanzan y que este año se entregarán obras.

En la casa de Wilber Rojas todavía lloran al pueblo que fue. Es más, su mamá todos los días, desde hace cuatro años, va a Gramalote a ver morir la tarde. El dolor sigue ahí, al igual que las ruinas de un Gramalote que fue. Que duele. Que salpica de nostalgias. Que hoy es ruina, pero también esperanza. Es una obra en ciernes que se construye al filo de una montaña. Es un imaginario, son licitaciones, promesas, el anuncio de una vida nueva que ya viene.

En el viejo Gramalote las ruinas revuelven las tristezas, los recuerdos se acumulan y el ánimo de Wilber se desmorona. Se sienta en la sombra del kiosco del parque principal. Se enmudece. Pues es que para este muchacho “de ojos verdes, con dos hijos, conductor de la ambulancia del pueblo cuando había ambulancia y cuando había pueblo- estar aquí es pasar por el corazón lo que él fue.

Comienza a describir cada cosa como si estas ruinas y esta maleza y este silencio no existieran. Por eso parece que no es marzo de 2015, sino que estamos sentados en el parque principal de Gramalote, diez años atrás. Entonces, en el imaginario, una banda musical toca en el parque. Y hay mercado en el pueblo y los amigos están tomando cerveza. Las jovencitas del pueblo chismosean sentadas en las banquitas de madera. El servicio público de transporte va y viene por la calle principal y la venta de empanadas de arroz está abierta. Las campanas de su iglesia suenan y las familias comienzan a congregarse en el atrio. “A veces vengo al parque, me siento aquí mismo y me pongo a llorar.

Recuerdo que a veces me ponía a tomar y amanecía hablando con los amigos. Por eso es que entra la nostalgia cuando uno piensa en la vida del pueblo, en la vida de uno y en la de mi familia. ¡Todo cambió!, mire, no están las bancas de madera, había una aquí, justo aquí”, dice Wilber, mientras aplasta con los zapatos la maleza.

Cuando la modorra es inevitable, Wilber propone lo que parece imposible: “¿Por qué no entramos al templo?”, dice. Está prohibido, le respondo. Él dice que sí, que claro que está prohibido, que claro que está destruido, que no le diga obviedades, pero que quiere entrar, que entramos con cuidado. La iglesia San Rafael Arcángel se terminó de construir en 1957 y hoy es el símbolo de la destrucción. De su estructura queda en firme el ala izquierda. Acepto.

Volvemos a vivir diez años atrás. El relato de Wilber es amargo. Dice que aquí estaban las bancas de la iglesia, que aquí se sentaba su mamá, que aquí estaban los santos, los ángeles. Comienza a caminar por la que era su iglesia. Avanza muy rápido, saltando los escombros y le digo que me espere, que tenga calma. Se devuelve y me da la mano para poder cruzar por un tapiz de maleza, de pedazos de concreto. “¡La iglesia!”, grita. Sigue caminando mientras va advirtiendo que tenga cuidado con una matas que pican.

Justo en la mitad del templo, “él le dice templo a las ruinas” en el costado izquierdo, se descubre una pared que está en firme como si estuviera pegada con colbón. Mientras me acerco, Wilber dice: “venga, venga, quiero que vea esto”. Y señala un cementerio que fue. “Aquí están todos los restos, los huesos.... Dejaron los muertos, se da cuenta, dejaron los muertos y se fueron, no vinieron por ellos”. Se indigna. Son más de dos docenas de tumbas a las que nadie llora “algunas vacías, otros con pedacitos de huesos” a las que se las traga la maleza. Wilber avanza por entre los escombros mientras cuenta que desde pequeñito venía a misa, que su mamá lo acostumbró.

Mientras detalla todas las misas que aquí escuchó, cruza por encima de un gran pedazo de concreto que corta el paso para llegar hasta el altar, a mi me bloquea. Le digo que me voy a devolver. “No, noo, no se devuelva, hay paso, hay paso”, dice, pero le insisto: “Me voy a devolver, Wilber, me da susto, me da susto que esto se termine de caer”, le digo. “Que no, que no, que se puede cruzar, que no se vaya a devolver”, dice con vehemencia mientras estira la mano y toma fuerza para ayudarme a brincar. “Es que quiero que vea la belleza de mural que tenemos en la iglesia, parece nuevo”. Y aparece el mural, tal cual, como nuevo. ¡Eureka! En medio del rastrojo, de los escombros, en la cúpula de la iglesia aparecen pintados los arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael que acompañan a Jesús. Le digo que está muy bonito y Wilber “quien parece no escucharme” me pregunta: “¿vio los huesos?”.
 

La alcaldesa sin pueblo


Desde la puerta de la Alcaldía de Gramalote se siente la voz de la alcaldesa Sonia Rodríguez, quien insiste en voz alta en que Weso no se puede, no se puedeW. Parece enojada, pero no. Habla así. Con vehemencia. La alcaldía de Gramalote es un salón pequeño que queda a unos 30 minutos del antiguo casco urbano. Explica que la “pelea” de esta mañana es porque el Centro Municipal de Servicios Comunitarios, como se llama al espacio donde funciona la Alcaldía, la IPS, la vivienda de los funcionarios, el salón comunal y un mercado; no está funcionando como se quisiera. “El mercado no está funcionando porque no hay a quién venderle. Y yo tampoco me puedo estar inventando actividades colectivas para traer gente de Cúcuta que venga a comprar. Eso fue un sueño, lograr que ese mercado campesino funcionara, pero en la vida real, no es fácil”.

La oficina de la alcaldesa es un espacio de tres metros cuadrados en donde hay un escritorio y tres sillas. Un baño. En el salón principal, en donde hay una mesa de reuniones, tiene las maquetas del parque principal y de lo que será el salón comunal y la plaza de mercado.

“La reconstrucción va bien, bien”, dice, pero parece que trata de convencerse de que va bien y por eso hace una pausa para luego volver: “bien”. Le pregunto que me explique qué es bien y se extiende: “Bien es que hoy tenemos un convenio para construir la planta de tratamiento de agua potable y el acueducto y el alcantarillado. Ya se está interviniendo el territorio. La semana pasada se adjudicó el contrato de la vía. Próximamente se hará la contratación del urbanismo. Las viviendas se empezarían a construir en septiembre. Lo que está proyectado es que antes que termine este año tendría que estar construido el hospital, la Alcaldía, el colegio, la plaza de mercado y el parque”.

 

¿Este año?

—“
Aquí han rodado muchas cabezas. He sido optimista y defensora del proceso, de hecho me han tildado de gobiernista. Yo creo que este año tiene que ser el de Gramalote”

Alcaldesa, está bien que se tenga toda la verraquera para sacar adelante el proyecto, pero si uno va y mira se desilusiona, no hay nada.
—”
Eso es porque hoy llegas a Gramalote, pero si estuvieras aquí estarías ilusionada. Primero vimos un terreno que le pertenecía a la propiedad privada, luego había un terreno que le pertenecía al Fondo de Adaptación, pero que no pasaba nada... hoy vemos un terreno que tiene maquinarias. La elección del terreno dejó heridas que aún no se sanan. Aunque creo que cada vez hay más gente que se convence que el Gobierno va a cumplir, que el lote es Miraflores, que se tiene la estructura técnica, jurídica, financiera y todo para que ahí sea el casco urbano de Gramalote”.

Dice que en diciembre, cuando entregue el cargo, no solo sentirá una profunda tristeza, sino que sabe que el ciento por ciento de la reconstrucción no estará lista. “Hasta hace unos meses soñaba con que el día que me fuera ya Gramalote viviera el retorno de su gente. Ya no estoy tan convencida, pero sigo creyendo que el retorno de la institucionalidad sí tiene que darse este año y la construcción de algunas viviendas”.

 

 

 

La esperanza


Sentados en el filo de la montaña, viendo cómo media docena de trabajadores están concentrados en la remoción de tierra y en abrir la carretera del nuevo Gramalote, Wilber se indigna otra vez y me reclama: “Sí ve, periodista, sí ve, aquí no hay nada”. No le respondo. Ahora soy yo quien se imagina este pedazo de terreno en 2025 y solo le digo que el clima es delicioso para salir a caminar. Entonces, Wilber me mira y me pregunta lo único que él quiere saber: “¿Periodista, será que usted puede averiguarme en qué lugar va a quedar mi casita? Es que a mi me gustaría que quedara cerca a la cancha de fútbol”.

 

 

Ayúdanos a seguir haciendo periodismo de calidad

Contribuye aquí
Publicidad
Suscríbete y recibe las últimas noticias de La Opinión

Comentarios

Publicidad
Publicidad
Economía
Artículo

Duque sostuvo encuentro con Lenín Moreno en la frontera

El mandatario sostuvo conversaciones con Lenín Moreno sobre diferentes temas.

Colprensa
Publicidad
Judicial
Artículo

Antes de morir, Ana Benilda Becerra salvó a sus vecinos

Un cortocircuito provocó la tragedia en el barrio La Castellana.

Archivo / La Opinión
Cúcuta
Artículo

La avenida del Río será más deportiva y familiar

El centro de pensamiento del Área Metropolitana tiene unos 61 proyectos estructurados para Cúcuta.

Cortesía/La Opinión
Publicidad
Pamplona
Artículo

COVID-19, en aumento en la región de Pamplona

Se conocen casos de gente de los municipios de la provincia y de Toledo que llegan a la región a hacerse la prueba de coronavirus. 

Roberto Ospino / La Opinión
+ Deportes
Artículo

La delegación regional que estará en la Vuelta al Táchira 2021

Tres equipos representarán a Norte en la edición 56 de esta clásica del continente. 

Cortesía
Publicidad
suscripciones
Publicidad
Judicial
Artículo

La muerte sigue rondando por La Parada

Jonathan José Seijas llegó hace unos meses a La Parada a trabajar pasando gente y mercancía por las trochas.

Cortesía
Cúcuta
Artículo

Desde hoy, alcaldía empieza a expedir paz y salvo de predial

La Secretaría de Hacienda informó que en esta oportunidad el documento se entregará mucho más pronto que años anteriores.

Archivo/La Opinión
Publicidad
Cúcuta
Artículo

Tercer toque de queda se cumplió dentro de lo presupuestado

En total fueron impuestos 843 órdenes de comparendo en la ciudad y el área metropolitana.

Cortesía / La Opinión
Ocaña
Artículo

La pandemia obliga a postergar los retiros espirituales

“No existen condiciones para el encuentro", Jairo López, presbítero de la catedral de Santa Ana.  

Archivo / La Opinión


Es el primer portal gastronómico de Norte de Santander, donde se resalta lo mejor de los sabores regionales, nacionales y mundiales.
Nuestros suscriptores cuentan con su propio espacio con privilegios y beneficios. Aqui puedes hacer parte de este selecto club.
Un espacio dedicado a las variedades y lo más impactante del mundo del entretenimiento. Encuentre aquí los personajes e historias.
La labor investigativa de nuestro equipo periodistico se congrega en esta sección dedicada a mostrar a profundidad y con más detalles de los hechos.
En este espacio nuestros clientes podrán promocionar su negocio o encontrar una propuesta que se adapte a sus necesidades.