Javier Sarabia | Corresponsal en Ocaña

Los secretos pasan de boca en boca y las abuelas se encargan perpetuar una tradición que se convierte en fuente del sustento de decenas de familias.

Adalberto García es ingeniero mecánico y su esposa Gloria Amparo Cabrales, higienista oral, le sacan tiempo a sus profesiones para continuar con el oficio de sus padres.

Ellos, desde 2001, lideran la Asociación de Dulceros Panaderos y Artesanos.

El aroma de los arrastrados, panelitas de leche, negritos o dulces de maduro, mantequillados, croquetas de coco y leche, cocadas de piña, luvines, huevitos de baldisquera, arequipes, bocadillos de panela y cabellos de ángel, invaden la vivienda de la pareja que poco a poco olvidan los conocimientos adquiridos en las universidades, pues ahora prefieren  ponerse el delantal y producir deliciosos platos.

Adalberto García cuenta que  la idea surgió en el año 2000. Inicialmente fue un proyecto familiar y luego vieron la necesidad de asociarse para canalizar recursos.

Esa condición ha generado el espacio propicio para acceder a los programas de los ministerios de Cultura y Agricultura que facilitan oportunidades rurales.

La pareja ha viajado a Lima (Perú), a dar a conocer sus productos, los cuales tienen gran aceptación a nivel nacional e internacional. Con intermediarios los dulces han llegado hasta Aruba y la idea es convertirse en exportadores.

De niño Adalberto consumía muchos dulces, pero jamás imaginó que iba a organizar una fábrica casera que le representaría el pan de cada día.

Dulce sabor empresarial

Gloria Amparo Cabrales señala que detrás de esos dulces se esconden muchas historias de vida. “Mi papá nos levantó a todos con la empresa familiar. A los 11 años aprendí los secretos y hoy me gano la vida con este oficio, incluso heredé las pailas”.

Ella, reconoce que al comienzo era muy casero, siguiendo las tradiciones y ahora cuentan con registro de Invima, código de barras y mejor presentación, todo eso gracias a la asociación.

Explica que el plato fuerte es el arrastrado de leche, típico de la región, una tradición muy antigua y la receta se varía para atraer más comensales.

La especialidad de la casa son los famosos negritos o dulce de plátano maduro. Además el cabello de Ángel.

“La papaya se corta en tiritas muy delgadas y se les echa un colorcito amarillo porque la fruta verde se transforma en un color blanco y no llama la atención.  Queda con churcos y de ahí se deriva el nombre”, agrega.

Los dulces nunca pasan de moda, siempre preguntan y todo se vende igual.

Por ejemplo el famoso arifuque nos transporta a la infancia. Se prepara con maíz amarillo, se tuesta y después se muele con azúcar. Es un proceso muy fácil y es delicioso, agrega.

Los integrantes de la asociación son invitados constantemente a las ferias exposiciones a nivel nacional, Medellín, Bucaramanga, Bogotá e incluso el Festival de la leyenda Vallenata.

“Cuando saborean el dulce de plátano maduro, piensan que es un bocadillo y le explicamos que no porque el proceso y la consistencia es totalmente diferente. A la gente les encanta”, recalca.

Ella asegura que el poder nutricional es bastante alto porque no utilizan químicos para apurar o conservar los procesos. Es muy natural les han hecho todos los estudios, microbiológicos y la tabla nutricional señala las óptimas condiciones.

Los diabéticos pueden consumirlos sin temor alguno, generamos empleos directos, indirectos con vendedores, en las tiendas y adquirimos la materia prima natural en la región, agrega.

Actualmente no dan abasto con los pedidos, especialmente los negritos y el cabello de ángel que genera fibra natural.

No dejan perder absolutamente nada, pues fabrican muñecas con las hojas de mazorca, reciclan residuos sólidos, incluso hasta el vidrio para elaborar artesanías.

Durante la feria del arte y el sabor que se iniciará esta semana en Ocaña, tendrá junto a otras familias su punto de venta.