Una inusual solución se inventaron los vecinos de las manzanas A1, A2 y A3 de Tucunaré parte alta para ahuyentar a ladrones y consumidores de droga que se apoderaban del sector.

A punta de rifas y bazares reunieron fondos para comprar e instalar una reja metálica que los aísla del abismo que se ‘traga’ el barrio desde el 1997.

“Los viciosos se metían entre las ruinas de las casas que estaban al borde del barranco y atemorizaban a la comunidad”, explicó el vecino Yonny Prieto. “La Policía los corría, pero volvían al poco tiempo”.

Fue entonces cuando Prieto y sus vecinos conformaron un comité de obra para ponerle fin a este recurrente problema. A punta de pica y porra terminaron de desbaratar lo que quedaba de las casas afectadas por los deslizamientos de tierra y procedieron a encerrar esta zona.

“No solo era el problema de los ladrones y viciosos, sino que gente de todos lados venía a botar escombros, animales muertos y todo tipo de basura hasta acá”, recordó Prieto.

En los dos meses que completa el encerramiento los vecinos manifiestan que el ambiente ha mejorado notablemente y la tranquilidad volvió a retornar a este sector.

Nuevo parte de tranquilidad

Aunque entre 2012 y 2013 la Alcaldía le ordenó a 92 familias de esta zona desalojar sus casas ante el riesgo de un nuevo deslizamiento, la tierra no volvió a moverse y retornó la calma a Tucunaré.

Un estudio realizado por una firma contratada por la Alcaldía sirvió para que la persecución a estas familias terminará. La comunidad asegura que les dijeron que este terreno no seguiría desmoronándose por lo que las amenazas de desalojo pararon.

“Luego de ese estudio no volvió nadie por acá. Tucunaré se redujo con las viviendas que se cayeron entre 2007 y 2010, pero ahora estamos más firmes y unidos que  nunca”, comentó el vecino Israel Solano.

Solano dice en medio de risas que por cosas del destino, o mejor de la naturaleza, quedó viviendo a un extremo del abismo, pese a que hace 30 años cuando llegó al barrio vivía a tres cuadras de la escuela,  otra de las estructuras que se llevó el barranco.

La Opinión