En un tira y afloje se trenzaron los vecinos de Cuberos Niño por la cancha El Tierrero a la que acuden hace más de 30 años a practicar deporte.

En ese campo deportivo, localizado a un costado de la calle 20, contiguo al canal de aguas lluvias que atraviesa el barrio, los vecinos aseguran que se han llevado a cabo más de cuarenta campeonatos de fútbol y bazares para las actividades sociales de la comunidad.

En todos estos años de hacer uso de la cancha nunca nadie había reclamado ser el propietario del escenario, como ocurrió el pasado fin de semana cuando fueron retirados los arcos de la cancha por Ángel Gélvez Miranda, quien dice ser el dueño del terreno donde se encuentra El Tierrero.

Agustín Miranda, deportista del sector, asegura que la cancha no es de nadie en particular, “le pertenece a la comunidad y no nos vamos a dejar quitar el único espacio que tenemos para divertirnos”.

Otros vecinos manifestaron que años atrás se inició en un juzgado  un pleito con Gélvez, también por la propiedad de la cancha, “pero no prosperó porque quien dice ser el dueño no presentó los documentos que le certificara la propiedad”, sostuvo  Rogelio Ocampo, vecino del barrio.

Es más —dijo—, el encierro de la cancha fue instalado por los mismos deportistas que acuden a jugar a diario a El Tierrero.

Los vecinos denunciaron que hay particulares interesados en adueñarse de la cancha para venderla por lotes para construir vivienda, algo que iría en contra de las normas ambientales, “dado que se encuentra en un sitio no apto para ese fin, como quiera que por uno de sus costados hay un talud del que cada vez que llueve se desprenden rocas y se presentan deslizamientos de tierra”, precisó Ocampo.

Gélvez aseguró que el terreno donde está la cancha era de su compadre Félix Suárez Muñoz, quién se lo vendió antes de morir.

“La esposa del difunto y sus hijos me transfirieron el poder del terreno, porque les presenté los documentos en regla de la venta”, dijo Gélvez.

El presunto propietario de los terrenos le presentó a La Opinión las escrituras de la cancha, el certificado de tradición y libertad y copias de la carta catastral y poder firmado por la esposa y los hijos de Suárez, en los que consta que el terreno le pertenece.

La Opinión