Los niños de La Fortaleza pueden estudiar gracias a la recuperación de varios pupitres que estaban a punto de ser convertidos en chatarra, un viejo tablero de tiza y casi todos los objetos de la escuela conseguidos mediante rifas y donaciones,  

Lo hacen en dos salones  sin puertas ni ventanas construidos por la comunidad, que bien pueden servir para las actividades comunales, recepción de funcionarios o cursos en diferentes disciplinas que se ofrecen a los vecinos.

Los dos salones albergan a más de 100 estudiantes, y la cifra crece cada año, debido a que esta escuela de barrio de invasión no puede ser administrada por el Estado, por ser ilegal.

Los niños no tienen maestros del Estado porque es inviable este recurso, por lo tanto la única huella que hay del gobierno es Generaciones con Bienestar, un programa del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF).

Esta pequeña escuela es la única que siempre tiene cupos disponibles, la que nunca se cierra durante los paros y tristemente la que no recibe ninguna ración alimentaria.

La escuela actualmente brinda entre semana clases a los niños y los fines de semana educa a los adultos.

La Opinión