El 'modo ahorro' es permanente en las comunidades de El Talento y La Flor.
Varios asentamientos sufren de constante racionamiento
Con una batería de carro, Juliet Álvarez carga por un par de minutos su teléfono celular. Es lo único que puede conectar en su casa. Desde hace cuatro años, cuando llegó a La Flor, está “en modo ahorro”, y no por voluntad propia.
Como La Flor, asentamiento ubicado en el anillo vial occidental, no tiene servicio de energía eléctrica, Álvarez y otros 150 familias más de la parte alta permanecen en racionamiento obligatorio.
Aunque tiene una vieja lavadora, equipo de sonido y televisor, le sirven de adorno en la sala, porque no los puede encender por al falta de electricidad.
“Cuando vamos para otro barrio, mi hijo Camilo, 3 años, queda extasiado al ver un televisor encendido”, confiesa en medio de risas la ama de casa.
En esta zona, los vecinos se acostumbraron a la fuerza a vivir sin poder encender ningún electrodoméstico y a permanecer a oscuras en la noche. Los toldillos son sus aliados a la hora de espantar los mosquitos.
Cuando el sol se oculta, los Álvarez acuden a dos mecheros artesanales, que fabricaron con una botella de jugo, acpm, y mechas. Con esta artesanal fuente lumínica prepara la comida en la noche y les ayuda a sus hijos ha hacer las tareas.
El racionamiento va más allá de la energía eléctrica. En La Flor, El Talento y los asentamientos aledaños, la comunidad también raciona el agua.
“Acá llega el agua una vez a la semana y dura dos horas. Nos toca acaparar lo que más podemos para no quedarnos secos”, explica Campo Elías Álvarez, uno de los vecinos más antiguos.
Metros más abajo, en El Talento el racionamiento se da en menor medida. En el día unas 200 familias tienen luz constante, pero al caer la noche, la potencia de las redes eléctricas solo les alcanza para prender un bombillo.
“Nosotros estamos conectados a la red de El Progreso y en la noche, cuando todos los vecinos ya están en casa aumenta el consumo, por lo que ocurren los bajonazos de energía”, explica Maydé Manzano, líder comunal.
El voltaje tampoco les alcanza para encender, de día, una nevera, por lo que conseguir un hielo en esta zona es difícil. Quienes tienen planta eléctrica los venden en $400, un costo alto para esta comunidad.
Mariana Montoya, otra de las vecinas, asegura que su casa es la única de la parte baja a la que le funciona el televisor en las noches; solo que debe elegir entre ver su programa favorito o encender el ventilador.
En esta zona, los vecinos hacen su propio racionamiento de agua para que el líquido les pueda llegar, por bombeo, a los de la parte alta una vez a la semana, mientras que ellos disfrutan de seis horas del servicio, dos veces a la semana.
La Opinión
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