Era la primera vez que Juan Carlos, 16 años, empuñaba una pistola de soldar. En ese primer intento soldó mucho más que hierros retorcidos, le dio forma a sus sueños y aspiraciones.

El joven aprendiz de metalurgia encontró en el taller MetalBosco una mano amiga, para empezar una nueva vida.

Atrás quedó su amarga experiencia con las drogas. Cada clase solda sus fortalezas, endereza sus metas, y pule sus habilidades con el metal.

Sin pagar matricula ni materiales aprende a fabricar rejas, crear piezas metálicas, y más adelante puede aspirar a terminar su formación tecnológica mediante un convenio con el Cescal.

El taller, que está abierto para mayores de 15 años, funciona en una casa en Antonia Santos adquirida por la comunidad Salesiana en diciembre pasado para este fin.

En los últimos seis meses los salesianos les hicieron las reformas pertinentes para abrir el taller, dejando un espacio para albergar a los aprendices que necesiten donde pasar la noche.

El taller está acondicionado con maquinaria calificada y cuenta con la tutoría de maestros expertos en el tema.

Una forja en frío para ornamentación, compresores, soldador de plasma, taladros, pulidoras, sierras de corte de tubos, y equipos de microsoldadura, hacen parte del inventario de MetalBosco.

Algunas herramientas fueron conseguidas por los Salesianos y otra parte de las máquinas fue conseguida gracias al aporte de la Embajada Alemana.

“Estos muchachos tienen equipos que cualquier ornamentador envidiaría y estos con proporcionales a sus ganas de salir adelante”, dijo el profesor Jimmy Núñez.

La misión de Núñez es crear un taller autosostenible, donde lo producido por sus muchachos los ayude a seguir funcionando, pues el papel de los aprendices no culmina con las clases, las puertas de MetalBosco quedan abiertas para que busquen clientes y hagan sus trabajos en este mismo lugar.

Esta iniciativa empezó a forjarse desde el Centro Juvenil Don Bosco en Los Olivos.

“Esta es una excelente oportunidad que nos dio la comunidad Salesiana y el padre Héctor Franco”, dice uno de los aprendices.

Por su parte, el padre Franco asegura que esta iniciativa busca arrebatarle víctimas a la violencia.

“Queremos darles una oportunidad productiva y educativa a nuestros jóvenes y estamos construyendo un nuevo camino para ellos”, aseguró Franco.

Como una opción laboral adicional se adaptó un salón de la casa como heladería, con el fin  de brindarles un espacio de participación laboral a los más pequeños, que juegan a administrar su propio negocio.

“Con la implementación de la heladería les estamos dando un  respaldo económico a los niños y adolescentes de los scouts para que solventen sus propios gastos”, dijo David Umaña, uno de los líderes.