El tiempo vuela, ya solo faltan dos semanas para la elección presidencial y a estas alturas nada está definido, lo único que parece claro es que ninguno de los candidatos logrará ganar en la primera vuelta y es casi fijo que tendremos un segundo round.
 
La otra cosa cierta es que todavía muchos de los que tienen la decisión tomada de votar en esta elección no tienen claro por quien lo harán y el voto en blanco sigue reflejando el descontento generalizado que hay con la clase política.

Por un lado está la casta política dominante en el país durante el siglo pasado y el presente, ya sea por presidentes o el poder ejercido desde las páginas del más influyente diario, representada ahora por el presidente candidato. En otra esquina se sitúa el expresidente Uribe quien a través de Oscar Iván Zuluaga quiere hacer prevalecer sus ideas y volver a gobernar como si ocho años no le hubieran bastado para hacer y deshacer.

El partido Conservador participa en la contienda con candidato propio, esta vez en la persona de Martha Lucía Ramírez, quien estuvo militando en el partido de la U, fue viceministra de Comercio Exterior cuando el ministro era Juan Manuel Santos y ministra de Defensa Nacional en el gobierno de Álvaro Uribe, lo cual significa que siempre ha estado en la pomada, al lado de los que los que son ahora sus competidores, en otras palabras es un poco más de lo mismo.

Las mujeres también tienen a Clara López, candidata del Polo Democrático, ella tiene su linaje político como quiera que es sobrina de Alfonso López Michelsen, apoyó la candidatura de Samuel Moreno a la alcaldía de Bogotá y  fue su mano derecha en los primeros meses de gobierno.

En la búsqueda del candidato apropiado para darle el voto el 25 de mayo surge la figura de Enrique Peñalosa, el exalcalde de Bogotá, quien representa al partido Alianza Verde.  También ha estado ligado al expresidente Uribe, aunque en forma más tangencial que los candidatos Santos y Ramírez, no fue su ministro, sino que recibió su apoyo en la búsqueda de un segundo periodo como alcalde de Bogotá, lo cual a la postre le significó la pérdida de muchos votos y la frustración en ese intento.

Es un soñador, situado políticamente en el centro de la derecha y con tendencia a lo social, fue definido por alguien cercano a él como “un líder que sueña en grande y tiene la posibilidad de ejecutar ese sueño”.

Se ha distinguido por ser ajeno a la politiquería y portador del título: honrado, esa virtud que escasea por otros lados.

Si alguien merece y tiene las capacidades para gobernar  a este país es el candidato Enrique Peñalosa, su meritoria hoja de vida avala su aspiración y si es capaz de derrotar la maquinaria oficialista y la fuerza de los que aún creen en las políticas uribistas, será un buen presidente.