Corrientes políticas que habían ganado espacios de perfiles democráticos, con cierto nivel de consolidación, fueron sorprendidos con resultados electorales contrarios en Inglaterra, Estados Unidos y Colombia, en el año que termina. Se trata de hechos políticos de impactos diferentes, pero todos con capacidad de generar nuevos rumbos en la vida de los países donde ocurrieron.

Las interpretaciones de esos hechos políticos relevantes forman ya un amplio repertorio de opiniones con diferentes enfoques. Hay quienes creen que se asiste al recalentamiento de principios cuyo auge ya no cuenta. Otros ven en el populismo la respuesta a necesidades insatisfechas que se han acumulado.  Hay además denuncias sobre campañas tramposas que inundaron de engaño a sectores ciudadanos que se dejan influir por los cantos de sirenas. El escritor colombiano Andrés Hoyos dice que se está ante “la ola goda”. Y analiza: “Surge en algunos lugares, mientras que en otros, como Canadá, va en el sentido contrario. Hablo de aquellos países en los que impera por lo menos un remedo de democracia, pues los regímenes dictatoriales tienen su propia dinámica, propensa a una larga movilidad interrumpida por rupturas súbitas y catastróficas”. Y conforme a sus convicciones expresa: “La ola goda no tiene un mero origen socioeconómico, como preconiza el viejo determinismo marxista, sino que es impulsada por los miedos y las rabias de los perdedores. La gran paradoja para Marx, sería que en Estados Unidos la fuerza reaccionaria por excelencia es su amada clase obrera. Los obreros son perdedores relativos de la globalización, de la aceleración tecnológica y de la economía del conocimiento y, por lo mismo, hacen sentir su voz, a veces cacofónica y con frecuencia autodestructiva. Con tal de que mueran los inmigrantes, los negros, los latinos y las mujeres –para ellos los modernos filisteos– no les importa que muera Sansón”.

Divorcio del Reino Unido y la UE

La primera manifestación de contrariedades en decisiones políticas de origen popular fue el resultado del referendo convocado por el Gobierno del Reino Unido para decidir sobre la permanencia  de su nación en la Unión Europea.

La pregunta puesta a consideración de los electores fue: ¿Debe el Reino Unido seguir siendo parte de la Unión Europea, UE? La mayoría votó No. Los de la negativa fueron 17.410.742 de ciudadanos. Por la permanencia lo hicieron 16.577.342. Total: 33.577.342, equivalente a una participación del 72 por ciento.

Esa ruptura con los otros 27 países que integran la UE desde hace 43 años tiene preocupantes efectos económicos y políticos, que en buena parte dejan saldos negativos para la Gran Bretaña. La primera consecuencia de ese revés fue la renuncia de David Cameron al cargo de Primer Ministro. Él mismo no esperaba el triunfo del Brexit. Estaba alineado con la continuidad, opuesta al Partido Nacionalista de Derecha, que tiene un crecimiento apreciable.

Consumado el triunfo del Brexit que sustrae a Gran Bretaña de la Unión Económica Europea, las reacciones contra esa decisión han ganado espacios. Hay arrepentimientos y se levantan voces que insisten en señalar una equivocación la cual debiera ser reconsiderada, tomando en cuenta el saldo negativo que puede representar. Y hay gestiones tendientes a promover nuevos acercamientos que puedan retomar un camino de regreso. Será un proceso que necesita tiempo de maduración. No es fácil predecir lo que finalmente  pueda suceder.

El No contra el Sí en Colombia

Tras cuatro años de negociaciones y diálogos en La Habana (Cuba) entre representantes  del gobierno del presidente Juan Manuel Santos y de la guerrilla de las Farc, se llegó a un Acuerdo Final, tendiente a ponerle fin al conflicto armado en Colombia, que acumula ya 52 años. La desmovilización de la agrupación insurgente le abre paso a la política en condiciones de legalidad. Es decir, la convierte en partido con opción de poder. El Acuerdo además contempla otras decisiones respecto a garantías para la oposición, erradicación y sustitución de cultivos ilícitos, adopción de nueva política agraria, justicia transicional, reparación a las víctimas, entrega de menores reclutados, compromiso de no repetición de acciones violentas, desmonte de minas antipersonasles, reconocimiento de la democracia, entre otras.

Para refrendar ese Acuerdo, el Gobierno dispuso hacerlo mediante la participación popular con un plebiscito el 2 de octubre. Los electores votaban Sí o No. Hubo campaña activa en igualdad de posibilidades para los partidarios de una y otra posición. Sin embargo, hubo distorsión por parte de algunos. Los resultados favorecieron al No, con lo cual quedó en el aire la refrendación del Acuerdo y se abrió paso la renegociación. Después de incorporar propuestas de los sectores del No al nuevo texto se dio por cerrado el debate de la corrección.

Los resultados del plebiscito (6.430.170 el No y 6.371.911 por el Sí) dieron lugar a diferentes análisis de ese pronunciamiento electoral y hasta se tuvo la confesión sobre el engaño con que se influyó para el triunfo de la corriente opositora. Lo dijo Juan Carlos Vélez, uno de los dirigentes del Centro Democrático, partido que lidera el rechazo a los términos de la negociación con las Farc.

De todas maneras, se ha superado en Colombia la depresión generada por el triunfo del No y lo que se espera es la consolidación del proceso de paz en marcha, el cual incluye el Acuerdo con las Farc y la exploración de negociación con el Eln, a pesar de la resistencia de esta agrupación subversiva.

El ascenso de Trump a la Presidencia de EE. UU.

El otro escenario de las decisiones electorales de alto impacto político es la elección de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos. Compitió con la candidata del Partido Demócrata Hillary Clinton y aunque esta tuvo mayoría de votos populares, el magnate consiguió el número necesario de miembros del Colegio Electoral que es el órgano encargado de refrendar la elección del presidente.

La imagen de Trump es la de un millonario de ideas extremistas, con menosprecio de los principios democráticos y subestimación ofensiva de inmigrantes, además de su inclinación a la xenofobia, a la discriminación racial y a políticas excluyentes.

Muchos tienen la percepción de los giros electorales registrados en 2016 apuntan a una nueva derecha.