No ha transcurrido un año del proceso electoral del pasado 11 de marzo, en el que fueron elegidos como congresistas de la República para el periodo 2018-2022, y tres integrantes de esa corporación ya se apartaron de sus curules para apostarle a un nuevo proyecto político, en las elecciones de octubre de este año.

Aunque los tres estuvieron varios meses metidos de lleno en sus respectivas campañas, hicieron promesas a sus electores y se comprometieron a pelear por los intereses de quienes los apoyaron, desde sus sillas en el Senado y la Cámara, ninguno esperó a completar al menos un semestre, para intentar dar un salto más en su carrera política.

El primero en dimitir fue el representante a la Cámara por Cambio Radical, Hernando Padauí, quien tiene intenciones de llegar a la Gobernación de Bolívar (renunció en octubre). A este le siguió el senador del Polo Democrático, Pedro Leonidas Gómez, quien dejó su escaño a mediados de diciembre, para dar la pelea por la Gobernación de Santander.

A la lista de congresistas que renunciaron antes de finalizar el 2018, para evitar impedimentos en sus nuevas aspiraciones, se le sumó el representante del Centro Democrático, Samuel Hoyos, una de las fichas del uribismo para pelear la Alcaldía de Bogotá.

En Norte de Santander, la exsenadora Milla Romero también se metió en el sonajero de posibles aspirantes a la Gobernación del departamento. Sin embargo, en este caso, la dirigente del Centro Democrático no tuvo que presentar su renuncia, toda vez que ella estaba en reemplazo de la senadora Ruby Chagüi, quien se encontraba en licencia de maternidad.

¿Irrespeto al electorado?

Aunque legalmente estas renuncias no representan problema alguno para los ahora excongresistas, para muchos no es bien visto que los dirigentes no cumplan con la representación que les encomendaron sus electores mediante el voto y se vayan antes de tiempo para buscar un nuevo cargo.

Sin embargo, para el profesor de Gobierno y Ciencias políticas de la Universidad Eafit, Santiago Leyva, la política en el Congreso se representa por los partidos políticos y no por las personas. En ese sentido, no considera que esta acción se constituya en una traición al electorado.

“Para el Congreso es más sensato votar por una plataforma programática que por una persona, por eso, el Gobierno le está apuntando también a las listas cerradas. Esas renuncias no me parecen algo grave, el partido queda con la curul. Hay que despersonalizar la política colombiana, sobre todo en el caso del Congreso. El país necesita ser más exigente con los partidos y esto ayudaría”, opinó Leyva.

Sigue el debate

Si bien en el caso de los concejales y congresistas no hay jurisprudencia respecto a sus renuncias, la decisión que tomó el Consejo de Estado, en 2016, de tumbar la elección de la exgobernadora de La Guajira, Oneida Pinto, por haber renunciado a la Alcaldía de Albania, para aspirar al primer cargo de su departamento, mantiene abierto el debate.

En marzo del año pasado, la Procuraduría General le pidió al alto tribunal aclarar de fondo dicha sentencia y precisar de una manera más detallada si la inhabilidad que se configuró en el caso de Pinto cobija a todos los cargos de elección popular o solo a alcaldes y gobernadores.

“En efecto, de la parte emotiva de la sentencia (...), se podría deducir que lo expuesto en dicho fallo es aplicable a todos los servidores de elección popular. Sin embargo, en la parte resolutiva se limitó a alcaldes y gobernadores” , señalaba el concepto emitido por el Ministerio Público.

*Con información de El Colombiano