Aunque prefiere ser prudente y discreto al hablar de una eventual aspiración presidencial para 2018, Sergio Fajardo, el exalcalde de Medellín y exgobernador de Antioquia que le apuesta a un país más educado, sabe que su futuro está puesto en una nueva carrera electoral.

De hecho, tan solo unos meses después de haber dejado su último cargo, Fajardo, el hombre de Compromiso Ciudadano, ya empieza a figurar entre los presidenciables y las encuestas lo empiezan a ubicar entre los favoritos.

Él, por ahora, más que hablar de candidaturas prefiere concentrarse en construir una propuesta a la que, espera, se vinculen más personas que le apuestan a una alternativa diferente.

Esta semana, a su paso por Cúcuta, en donde participó de la celebración del décimo aniversario de la fundación cultural El 5 a las 5, La Opinión conversó con el académico y político.  

¿Por qué es tan difícil ser un país educado?

Hay varias razones, pero creo que hay una que tiene que ver con lo que ha sido nuestro país en las últimas décadas. Llevamos 50 años en un contexto de violencia donde la sociedad ha estado atrapada; donde las figuras han sido los guerrilleros, paramilitares, narcotraficantes, corruptos e ilegales. Entonces, esta es una sociedad a la que no le ha quedado tiempo para pensar de otra manera y saber qué significan los maestros, las universidades. Por eso, esta es una de las razones para apostarle a la paz.

La corrupción es uno de los principales enemigos de la educación, muestra de ello es lo que está sucediendo con el PAE. ¿Cómo combatir este flagelo, si cada vez pareciera enquistarse más en la cultura del país?

La corrupción es una empresa criminal más difícil de combatir que las guerrillas o las bandas criminales. Lo que estamos viendo con el PAE es apenas la superficie de una organización deliberada para quedarse con los recursos públicos. Este, para mí, es el primer problema de nuestro país. Por eso, en una propuesta para construir la paz, tenemos que empezar por hacer un enfrentamiento directo contra lo que es la corrupción.

¿Cómo?

Mucho de esto, tengo que decirlo, está asociado a la forma como se hace la política, la manera como se llega a los territorios, como se negocia desde el centro para conseguir los votos en los territorios. Ese camino clientelista es la puerta de entrada a la corrupción. Por eso, el día que en este país no se les pague a las personas para que vayan a votar, ese día cambiarán muchas cosas.
 
Usted afirma que sin una educación de calidad para todos, las desigualdades sociales están destinadas a acrecentarse, ¿está Colombia lejos de superar esa barrera?

Sí, estamos lejos. Esta es una sociedad profundamente desigual y una condición necesaria para avanzar en la lucha contra la desigualdad es la educación. Que esa educación que reciba la persona no dependa de la condición social. Por eso, esta es una apuesta que tenemos que hacer como sociedad. Es un reto.

Entonces, ¿qué tan fácil será cumplir la meta que planteó el presidente Santos de que en 2025 Colombia será la nación más educada de América Latina?

Yo quiero que sea así, está difícil, pero si uno no se pone el reto, no llega.

¿Cómo incentivar la formación de los docentes, si al final siguen siendo mal pagos?

Este es un tema muy importante, pues el primer paso para la calidad es la dignidad de las maestras y los maestros. Aquí no hay ninguno malo, todos son buenos, pero todos pueden mejorar. De esa manera, la sociedad los podrá ver desde otra perspectiva.

¿Usted sí cree que quienes gobiernan los departamentos son los primeros educadores de la sociedad?

No, eso no se cumple. Con esto no descalifico a las personas porque todos tenemos diferentes formaciones, la política tiene diferentes propuestas, todos tenemos inclinaciones distintas. Pero lo cierto es que para los gobernantes, en ninguna parte, el tema de la educación es una obligación, es un reto. La sociedad no está mirando eso, entonces, esto es parte de lo que debemos ir haciendo. Los políticos, que somos los que tomamos las decisiones más importantes para la sociedad, tenemos que inspirar a esas personas y mirar la educación como un eje fundamental de la transformación.

¿Qué es lo que más le preocupa hoy del país?

La corrupción. Pero también tenemos un reto que es la capacidad de hacer la paz. Creo profundamente que debemos apostarle a la paz, porque esa página de la violencia está llena.

¿Cuál es la fórmula de Sergio Fajardo para conducir a Colombia por el camino correcto?

Educación + legalidad + paz = oportunidades.

¿Y la clave para que Colombia pueda pasar ‘Del miedo a la esperanza’?

Trabajar con las comunidades. Yo, sin habérmelo propuesto en la vida, llevo 17 años en un mundo al que nunca pertenecí, pero en el que he ido aprendiendo, descubriendo. Creo que en todos los rincones del país tenemos comunidades capaces y nuestro reto dentro de todo esto es propiciar que las comunidades saquen lo mejor de ellas mismas.

¿Qué tanto compromiso le ve a los ciudadanos por este país?

Por donde voy, veo y encuentro una cantidad de personas que tienen ese espíritu. La última vez que estuve en Cúcuta fue con la ‘Ola Verde’ y recuerdo que lo que alcanzamos a ver, al igual que en el resto del país, fue una emoción muy profunda de muchas personas rompiendo barreras de tipo ideológico. Creo que esa ciudadanía hoy está y de hecho debe estar más grande. Sin embargo, el reto de nosotros está en ser capaces de pasar de esa emoción a la organización para avanzar en la transformación.

¿O sea que está decidido a dar la batalla con movimientos independientes como el suyo para imponerse ante las maquinarias políticas y gobernar este país?

Solo no tendría sentido. Parte de lo que hemos aprendido es cómo nos tenemos que encontrar, para poder trabajar juntos. Este no es un problema de que Fajardo se mete y derrota las maquinarias. El reto hoy es cómo vamos a construir la paz. Encontrarnos con personas desde ahora, hacer una organización, construir una propuesta para participar juntos con algunas reglas. No tengo la menor duda de que las maquinarias en ese sentido tradicional de la política, que representan ante la comunidad lo más desagradable de la política, son derrotables.

¿Con quién le gustaría liderar ese proceso?

Para comenzar hay dos personas con las que hemos hablado y participado un poco: Claudia López y Antonio Navarro. Ellos hacen parte de ese perfil que nos tenemos que encontrar, pero hay muchas más y la tarea es encontrarlas.

Usted habla mucho de la paz. ¿Cree en el proceso que se adelanta con las Farc?

Creo y quiero este proceso de paz. Entiendo las dificultades, pero considero que el equipo negociador es muy serio y uno puede tener la tranquilidad de que no están allá para regalar el país, ni están negociando nada para ellos. Ha tomado más tiempo del que hubiéramos querido, pero sí creo en estas negociaciones.

¿Cómo se imagina a Colombia si se logra un acuerdo?

Esto nos va a tomar unos años, porque tenemos que empezar a hacer la transición. Para la mayoría de las personas, en términos reales, no les va a cambiar la vida si se firma la paz, pero es una oportunidad para nosotros como sociedad de que, por ejemplo, en términos periodísticos, los titulares no vuelvan a ser los mismos y ese espacio que se les dedicaba a las Farc, lo usemos para hablar de educación, ciencia, innovación, emprendimiento, cultura. Eso es lo que yo me sueño. Se necesita sí mucha sabiduría, mucha templanza para no caer, porque eso sería lo peor que nos podría pasar, volver a iniciar otra etapa de violencia.

¿Le gustaría conducir esa transición?

Lo primero es participar en esta construcción política y que de ahí nos pongamos unas reglas para ver qué personas representan o representamos eso, y eso es en elecciones, naturalmente.