Liceth Domínguez es estudiante de Trabajo Social y está próxima a graduarse de la Corporación Universitaria del Caribe, en Sincelejo.

Hasta hace algunos meses pensaba que nadie como los habitantes de los Montes de María (entre Sucre y Bolívar), había vivido la intensidad del conflicto que se libra en Colombia.

La experiencia de crecer en una región azotada por la guerra y el dolor le hizo comprender que su compromiso era trabajar en favor de la paz y por eso le apostó a una pasantía en el programa Manos a la Paz.

En agosto llegó a Cúcuta y durante cuatro meses estuvo dedicada a hacer pedagogía para la paz entre las comunidades del área metropolitana.

La misión era una sola: sensibilizar y empoderar a los ciudadanos de que son ellos mismos los constructores de la paz y el desarrollo que tanto se anhela en el país.

Conocer lo ocurrido en Juan Frío (Villa del Rosario) y algunos barrios de Cúcuta en los que los paramilitares sembraron el terror durante los primeros años del 2000, le sirvió para comprender la realidad de departamentos como Norte de Santander, que al igual que el suyo han tenido que padecer los largos años de la confrontación armada.

“Conocer la realidad de Norte de Santander y el Catatumbo en particular, nos cambió la percepción que teníamos y nos sirvió para sensibilizarnos como personas de que es necesario seguir trabajando por estas comunidades que por mucho tiempo vivieron esas violaciones de sus derechos”, reconoce.

Esta semana, Liceth concluyó formalmente su pasantía, pero por delante quedaron muchos proyectos, anhelos y las ganas de seguir trabajando en favor de aquellos a los que la violencia ha tocado.