Henry Acosta es conocido como el facilitador que hizo posible una comunicación entre el presidente Juan Manuel Santos y Rodrigo Londoño 'Timochenko', jefe máximo de las Farc, para que se sentaran a negociar y esta semana estuvo acompañando el evento que dio paso a la segunda etapa del desarme del grupo guerrillero. 

Paciente, mientras esperaba la llegada del mandatario a la zona veredal de la Elvira en el Cacua –que nunca se dio-, insistía que no habría show mediático, simplemente aquel video que le ha dado la vuelta al mundo, pero no una foto como han pedido algunos. 

“¿Quieren ver lo de Ralito?, la entrega esa. No, eso no va a ser porque esto no es una entrega, es una dejación de armas digna. Nos rindieron, nos ganaron y no es así, esto es una negociación”, decía. 

Para Acosta el proceso va en marcha, va bien, pese a aquella oposición que no comparte y que es liderada por el expresidente Álvaro Uribe, el mismo a quien también le habló sobre la posibilidad de hacer este tipo de negociación pero que no fue aceptada. 

“Es muy verraco que entonces Santos le apostó a este camino, Uribe diga ‘ah, este le resultó entonces ahora me le opongo’”, comenta, pero aun así dice, se han sorteado los inconvenientes que se dan en este tipo de procesos. 

“Un proceso de negociación político, comercial, un proceso de negociación de una pareja, esta es una negociación, entonces uno trata de defender unos intereses el otro también y ahí estuvieron 6 años desde que me senté en el 2010 con el presidente Santos para iniciar esto, pero ha tenido baches que se han sorteado. Lo importante es llegar a estos finales que ya estamos llegando”, dice. 

Y esos finales, como los llama, son estos pasos que se dan o que él denomina “zancadas” para la construcción de la paz, y para llegar a la meta final que para él, es el partido político de las Farc. 

“Eso es cruzar la meta. Las Farc me dicen que no, que es el 20 de junio cuando dejen las armas. Yo digo que no porque ellos del 20 de junio a 20 de agosto siguen siendo guerrilleros sin armas, pero guerrilleros, solamente cuando bajen el letrero de las Farc dejarán de ser guerrilleros. Esa es mi opinión, la mayoría de los comandantes no las comparten pero es mi opinión”. 

Sin embargo, señala que lo que queda es complejo, desde culminar este proceso hasta la desmovilización en sí, que no es solo por parte de ellos, sino de toda la sociedad colombiana. 

“Timochenko les dice a ellos: es más fácil dejar el fúsil, desmovilizarnos armadamente que la desmovilización mental, acostumbrarnos a que ya no somos guerrilleros, que coger un bus, que comprar, que hay que pedir rebaja. Tantos detalles que tiene la vida civil que ellos no están preparados para nada, ni siquiera para trabajar agrícolamente”. 

Y aunque espera que se dé la reconciliación, no descarta conflictos anteriores o más muertes, como ha pasado en otros procesos de paz durante el posconflicto. 

“Yo nací en Génova, Quindío, en el año 48 cuando se inicia la guerra de este país, y ahí hay cobro de cuentas. El que le mató los paramilitares, el que le mató a los padres en la guerrilla, el que le quitaron la tierra, el que supone que tal cosa, entonces crecen unos hijos que crecen y dicen, ‘ah fue él el que hizo tal y tal cosa’. Hay cosas que son imposibles de evitar que sucedan”.