Las elecciones regionales que están en marcha abrieron un nuevo debate, esta vez sobre la coherencia de los avales que los partidos minoritarios están otorgando y si los candidatos que han recibido el espaldarazo realmente los representan. 

Para analizar el fenómeno, La Opinión consultó a Yann Basset, director del Observatorio Demos de la Universidad del Rosario; Édgar Allan Niño Prato, analista político, y Jairo Oviedo, coordinador en Norte de Santander de la Misión de Observación Electoral (MOE).

El panorama electoral en la región, después del cierre de las inscripciones, es de 4.073 candidatos a la Gobernación, Asamblea, Alcaldías, Concejos y Juntas Administradoras Locales, quienes aspiran por diferentes partidos.

En esta oportunidad llama poderosamente la atención la abundancia de avales que concedieron partidos como la Alianza Democrática Afrocolombiana (ADA), el Movimiento Alternativo Indígena (MAIS), Colombia Justa Libres, el Partido de Reivindicación Étnica (PRE) y la Alianza Social Independiente (ASI), que, o nunca se habían escuchado en esta zona del país o su participación era muy reducida.

Frente a ello, Basset considera que lo que hay es una crisis en los mecanismos de selección de candidatos. “Las consultas no se organizaron por las fracturas internas de los partidos y por el costo. Sin embargo, las encuestas no son democráticas y el resultado no es de obligatorio cumplimiento, lo que lleva a que quienes aspiran a cargos públicos queden inconformes y busquen aval de otro partido”, dijo.

Niño, por su parte, asegura que aunque ahora se ve una aparente renovación en la política, de lo que se trata es de un reciclaje en muchos partidos “donde terminan candidatos que no tienen cabida en sus casas tradicionales y encuentran el aval en partidos con los que no se identifican y donde tampoco tienen trayectoria. Vemos casos de afros que no son afros e indígenas que no pertenecen a territorios ancestrales”.

En ese contexto, Jairo Oviedo explica que hay partidos en Cúcuta como Colombia Justa Libres que tienen una tendencia religiosa y avalan a la Alcaldía a una persona que los representa (Cristian Alberto Buitrago), lo que ciertamente resulta coherente. 

Sin embargo, cuestiona que en la otra orilla, hay casos como el del partido ADA, “que avala a un candidato a la Gobernación que no tiene militancia política con ellos, ni trayectoria en la defensa de estas comunidades. Tampoco es negro”.

Ese aspirante es José Ramiro Luna Conde, quien inicialmente buscó el aval del Centro Democrático, pero salió de allí luego de que se inclinara la balanza por Juan Carlos García-Herreros.

“Los partidos cometen el error de dar esos avales. Por ejemplo, en el caso del partido Verde para la Alcaldía de Cúcuta terminó avalando a un candidato que estuvo en un proceso de selección interno de otro partido”, dijo Oviedo.

Ese es el caso de Jairo Yáñez, quien hizo parte del proceso de selección del Centro Democrático y se retiró argumentando razones económicas, pues allí debían aportar recursos para la encuesta en la que ganó Iván Javier Gélvez.

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Frente a la coherencia e incoherencia de los candidatos, Yann Basset señala que los electores tienen que mirar más allá y analizar cómo será en el futuro la relación de los posibles funcionarios con las dinámicas políticas y si realmente van a poder gobernar sanamente.

Oviedo, por su parte, dice que es inconcebible que un ciudadano vote sin conocer el programa de gobierno. Además, llamó la atención por la no aspiración de mujeres a  cargos como la Alcaldía de Cúcuta y la Gobernación.