Cada vez que llegan grupos de migrantes a Pamplona y que proceden del interior de Colombia, se activa la red humanitaria para ofrecerles ayuda que les permitan continuar la marcha hacía la zona de frontera con Venezuela.

Tienen dos puntos de ingreso al perímetro urbano. Lo hacen por el sector de La Panamericana y vienen procedentes de Bogotá, pasando por Tunja (Boyacá), Málaga y el Cerrito (Santander) e ingresando por jurisdicción de Chitagá.

Para arribar a ese municipio, deben pasar por el páramo de Almorzadero, en el punto de Monumento.

Otros se aventuran por Bucaramanga, cruzando el páramo de Berlín y con llegada a la antigua caseta del DAS, en las afueras de Pamplona.

Llegan cargados con maletas, morrales, coches para niños, bolsas y con la ilusión de pasar a su país en donde volverán a reencontrarse con los familiares e intentar una nueva vida ante las dificultades económicas que atraviesa esa nación.

Son grupos compuestos por niños, jóvenes, adultos y personas de avanzada edad que en su mayoría son familiares y otras personas que se van uniendo a lo largo de los recorridos.

Es el caso de Carolina Pérez, quien caída la tarde del martes arribó a La Panamericana con los familiares y amigos.

Ahí en un lado de la carretera y sobre la zona verde se sentaron a recibir una ración de comida y agua para aliviar un poco la jornada.

“Salimos de Bogotá hace más de ocho días. Un rato nos daban la colita y otro poco caminamos hasta logar llegar a Pamplona”, dijo.

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Esta mujer con un niño recién nacido, narró lo penoso del largo viaje y dice que siente emoción porque ya está más cerca de su hogar, el que tuvo que abandonar hace más de dos años.

Benefactora

Hasta ese sector llegó Vanessa Peláez, quien hace parte de la Red Humanitaria de Pamplona con bolsas repletas de alimentos, refrigerios y agua para un grupo compuesto por ocho personas, entre adultos, jóvenes y un recién nacido.

Ellos hacen presencia conservando las medidas de bioseguridad y distanciamiento social, cuando abordó con sus compañeros a los migrantes.

Le tienen la mano para entregarle las bandejas en esta oportunidad con arroz con pollo y un refrigerio, que les permitió saciar el hambre.

“No solo damos este tipo de asistencia humanitaria; sino que también les ofrecemos información de la ruta para que puedan continuar el camino hacía Cúcuta y la frontera.

Los alimentos son proporcionados por la señora Cristal Montañez, quien hace parte también de la red humanitaria.

Peláez, manifestó que cada día están circulando entre 20 y 30 niños que con sus madres tienen que dormir en cartones y bajo las condiciones climáticas de Pamplona.

“Hemos evidenciado que no todos son niños venezolanos, sino que van de paso menores de edad nacidos en Colombia por lo que no tienen garantizados ningún derecho de nuestro Estado”, afirmó.