La Casa de Mercado muestra la variedad de los diferentes productos.
Pamplonesas avivan olor de las frutas

Ingresar a la Casa de Mercado de Pamplona y pasar por el antiguo pabellón de las frutas se convierte en una delicia para el olfato y el paladar.
En tres puntos de venta y organizadas en canastas, se aprecian variedades de frutas cultivadas en tierra fría y caliente. Las hay de todos los tamaños, colores, sabores y formas.
Los compradores pueden escoger entre piñas, mangos, granadillas, manzanas, peras, papayas, ciruelas, guayabas, fresas, uchuvas, bananos, lulos, tomates de árbol, curubas, duraznos, borojó, naranjas, mandarinas y uvas.
El pasillo en donde están las ventas, en las mañanas, se ve lleno de compradores. Unos piden jugos, salpicón combinado con kumis o ensaladas.
El sitio es el punto de encuentro obligado para quienes madrugan a practicar deportes o ejercitarse en el gimnasio.
“Me gusta venir y tomarme un jugo. Disfruto del sabor natural y fresco de las naranjas que son mis preferidas”, dijo Luis Jaimes, uno de los habituales clientes de los tradicionales puestos.
Este ciudadano tiene más de 30 años de frecuentar el lugar y dice que no lo cambia por nada, así le ofrezcan otros preparativos modernos en los locales aledaños.
De los 18 puestos de frutas que desde hace más de 50 años ofrecían los servicios en la Casa de Mercado de Pamplona, solo quedan tres.
La tradición
A pesar de la competencia sin límites de venta de frutas en las calles de la ciudad, tres familias se mantienen en sus puestos desde hace cinco décadas.
Desde pequeñas empezaron a encariñarse con las frutas que era la forma como las mujeres colaboraban con el sostenimiento de los hogares.
En el pabellón de las frutas en años anteriores mandaban las mujeres, porque la atención y preparativos estaba a cargo de ellas.
Ahora la situación ha cambiado con las nuevas intervenciones de los locales, donde se limitan a atender a los clientes sin darles la oportunidad a los consumidores de apreciar el olor y las variedades de frutas.
Dos de las que se mantienen son de la familia Jáuregui Torres. Se trata de Olga María y Carmen Rosa. También quedó la vecina, Rosa Wilchez.
Tienen como dicen: 50 años larguitos contribuyendo al bienestar de la salud de los pamploneses y visitantes.
Sobre la forma como las exhiben, manifestó que le permiten al público apreciar las diferentes variedades y que se sientan atraídos a consumirlas.
De los productos que más piden los clientes están los jugos de borojo, naranja, papaya, salpicón o combinado de frutas.
“Ahora vendemos menos, porque hay mucha competencia en la calle y nuevos negocios que ofrecen estos y otros productos”, expresó.
Ahí en lo que queda del antiguo Pabellón y bajo el amparo del patrón de las frutas, el Sagrado Corazón de Jesús, tres valerosas mujeres se resisten a dejar el oficio más dulce y oloroso del mundo: la venta frutas naturales.
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